Cristo de la Luz

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jueves, 16 de octubre de 2014

El Tercer Secreto de Fátima II

Publicado el 7 de enero de 2013



En la primera parte de este artículo hice un resumen cronológico de los datos más relevantes acerca del tercer secreto de Fátima hasta el año 2000. En ese año se publicó lo que el Vaticano afirma ser el tercer secreto, y los cardenales Ratzinger y Bertone escribieron la interpretación oficial, relacionándolo con el atentado fallido contra Juan Pablo II en 1981. Ahora voy a examinar los problemas que plantean por un lado el secreto en sí, y por otro lado la interpretación que le han querido dar.

Problema nº 1.Hay una contradicción flagrante entre las palabras del Cardenal Ratzinger antes y después de la publicación del secreto. En una entrevista con Vittorio Messori de 1984 para la revista Jesus, dijo que el tercer secreto versaba sobre “los peligros que amenazan la fe y la vida de los cristianos”, sobre los últimos tiempos que anuncian las Escrituras, y que está “confirmado por muchas otras apariciones marianas.” Esto nada tiene que ver con el atentado contra Juan Pablo II, que había ocurrido tres años atrás. Lo más siniestro es que cuando al año siguiente dicha entrevista se recogió en un libro titulado The Ratzinger Report, estas referencias claves a Fátima desaparecieron sin explicación. Creo que es legítimo preguntarse porqué se editó de manera tan sospechosa esta entrevista y porqué el Cardenal Ratzinger se desdijo en el año 2000 sobre su interpretación de la visión del “obispo vestido de blanco”, porque a menudo cerrar en falso un asunto, especialmente si es de tanta trascendencia como Fátima, da pie a un gran desconcierto, y más que apagar el fuego de la especulación, lo aviva.

Problema nº 2. Muchos han relacionado el tercer secreto con una posible Tercera Guerra Mundial, que estallaría tras la invasión de Europa occidental por Rusia, y sin embargo la dimensión geoestratégica del secreto brilla por su ausencia en la versión oficial. Cuando en 1980 se le preguntó a Juan Pablo II si el tercer secreto hablaba de castigos, afirmó que sí. A continuación dijo: “el castigo divino no se puede evitar, es demasiado tarde… la suerte está echada”. Según él, lo único que podemos hacer ahora es “mitigar” los castigos “por el rezo del Rosario”. La explicación que dio Juan Pablo II de porqué no revelaba el tercer secreto es inquietante cuanto menos. Dijo que era “para no animar a los poderes mundiales del comunismo a tomar ciertas determinaciones.”

El P. Malachi Martin, un jesuita que había leído el secreto por ser secretario del Cardenal Bea en 1963, cuando Pablo VI lo leyó, escribió en su obra Las Llaves de esta Sangre [4]:
En el tercer secreto las palabras de Sor Lucía son tan explícitas y verificables – y por tanto tan auténticas – que si los líderes del Partido-Estado leninista las conocieran, decidirían en toda probabilidad acometer determinados movimientos territoriales y militares, contra los cuales Occidente tendría pocos medios de resistir, y la Iglesia se hundiría en una subyugación cada vez más profunda al Partido-Estado. 
¿En qué sentido podemos decir que las palabras de Sor Lucía en el tercer secreto son “explícitas y verificables”? Desde luego, en la interpretación que nos da el Vaticano sus palabras son todo lo contrario; una confusa mezcla de símbolos, que el Cardenal Ratzinger sugiere sería fruto de su imaginación, cosas que había visto en “libros devocionales”.

Está claro que algo no concuerda. ¿Qué tiene que ver el atentado contra Juan Pablo II con “ciertas determinaciones” que podían tomar los poderes mundiales del comunismo? Es cierto que hay una conexión entre el atentado y la KGB soviética, pero ¿podemos creer que si este secreto hubiera caído en manos de los rusos durante la Guerra Fría, les hubiera animado lo más mínimo? ¿Creemos realmente que si hubieran leído estas cuatro páginas de Sor Lucía, hubieran pensado: “esto describe un atentado contra Juan Pablo II, – ahora es el momento de actuar”? Seguramente les hubiera dejado en la más absoluta perplejidad, y desde luego jamás hubieran imaginado que la “verdadera” interpretación de la visión era la que dio el Cardenal Ratzinger en el año 2000.

Problema nº 3. El Papa Juan Pablo II no murió en el atentado. Si la Virgen predijo que moriría, la conclusión inevitable es que se equivocó. Además, no hubo ningún otro herido en el atentado, y la visión habla de cadáveres por doquier. En este sentido es muy difícil aceptar que el atentado tenga algo que ver con el secreto. Para colmo, el Cardenal Sodano, en vísperas de la publicación del secreto, dijo que el secreto hablaba del Papa, a quien disparan y cae “aparentemente muerto”. Luego, cuando se leyó, se vio que había falseado la visión para poder colgarle su interpretación. La visión dice claramente que el obispo de blanco muere. Esto lo percataron todos los periodistas presentes, y no pocos exclamaron “¡tiene que haber algo más!”

Problema nº 4. Es realmente complicado para el Vaticano explicar ahora porqué retuvo el secreto durante cuarenta años, contra la explícita voluntad de Sor Lucía, y por ende de la Virgen. Si dicen que la publicación del secreto hubiera generado pánico en el mundo, o hubiera dado alas a las naciones comunistas, tenemos que concluir que están hablando de otro secreto, porque lo que leyeron en el año 2000 no generó ningún pánico en absoluto y es difícil imaginar cómo podría hacerlo. El hermetismo de las autoridades vaticanas frente a esta pregunta, como por ejemplo el comportamiento extraño del Cardenal Bertone respecto al periodista Antonio Socci [5],  hace sospechar que además de actuar en flagrante desobediencia a la voluntad de la Virgen, tienen algo que esconder de los fieles. Por ello, hay muchos expertos que piensan que hay una parte del secreto que aún no ha sido revelada; algo realmente espantoso, que sí animaría a los enemigos de la Iglesia. No olvidemos que Sor Lucía fue incapaz de escribir el secreto durante dos meses, por la angustia que le provocaba, a pesar de haber recibido la orden directa de hacerlo; mientras tanto, no consta que tuviera dificultad en escribir el primer secreto, la visión del Infierno. Y esta visión del Infierno fue tan terrorífica que Sor Lucía confesó luego que se hubiera muerto de miedo, de no ser porque la Virgen le había prometido que se salvaría. ¿Qué mensaje puede ser más espantoso que una visión del mismísimo Infierno? No responderé aún; por ahora sólo diré que evidentemente no es lo que nos ha revelado el Vaticano.


Problema nº 5. El secreto que presentó el Vaticano en el año 2000 tenía el formato de cuatro páginas escritas a mano por Sor Lucía. Sin embargo, existen numerosos testimonios de que el tercer secreto constaba de una sola página. En 1952 el P.Schweigl fue enviado por Pío XII para entrevistar a Sor Lucía sobre el tercer secreto. Tras la entrevista el P. Schweigl escribió por carta que el secreto contenía dos partes; una concernía el Papa, y la otra era la continuación de las palabras “En Portugal el dogma de la fe siempre será preservado”. Hasta el año 2000 los expertos en la materia creían casi unánimemente que el secreto sería la continuación de la famosa frase sobre Portugal. Sor Lucía dejó claro en sus memorias que escribió el tercer secreto en una hoja de papel, no en cuatro. El Cardenal Ottaviani también dijo que constaba de una hoja. El obispo de Fátima, Mons. Da Silva, aunque no lo quiso leer, dijo que cuando levantó a la luz el sobre que contenía el secreto, pudo ver que era una hoja de unas 25 líneas de texto. ¿Por qué el texto publicado por el Vaticano consta de cuatro hojas y 64 líneas? ¿Hay otro texto que sigue sin publicarse?

Problema nº 6. Si el secreto es realmente acerca del asesinato fallido contra Juan Pablo II, ¿por qué Sor Lucía dijo que en 1960 su significado sería más claro? ¿Cómo es posible que en el año 1960 fuera “más claro” para los fieles el sentido del secreto, si trataba de un acontecimiento que ocurriría 21 años más tarde? ¡Esto es una locura! La fecha 1960 tiene que ser clave en el mensaje, si creemos que Sor Lucía no había perdido la cabeza.


Conclusión

Yo me inclino a pensar que existe otro secreto, u otra parte del secreto que aún no ha sido publicado. No creo que lo publicado en el año 2000 sea una fabricación, como afirman muchos, por la sencilla razón de que sería una fabricación muy mala. Puestos a fabricar un secreto, hubieran inventado algo que casaba mucho mejor con su interpretación del secreto. Cualquiera que lea el secreto y luego la interpretación oficial se da cuenta de que hay un problema. Es un tema que ha dado muchos quebraderos de cabeza a las autoridades del Vaticano, por lo que pienso que el secreto es parte de la verdad. No mienten del todo, sólo ocultan lo que no quieren que se sepa.

Ahora llegamos al meollo de la cuestión. Teniendo en cuenta lo que dijo Sor Lucía sobre la fecha 1960, y lo que sabemos sobre el mensaje gracias a las pistas que nos han dado los que lo han leído, ¿no sería más lógico pensar que el secreto tiene algo que ver con el Concilio Vaticano II, que en el año 1960 había sido recientemente convocado? Pongámonos en la piel del Santo Padre; apenas siete meses después de convocar el vigésimo-primer concilio ecuménico de la Iglesia, que iba a marcar su pontificado para la Historia, lee el tercer secreto de Fátima. Imaginémonos que en dicho secreto la Virgen advierte contra la apostasía que se desataría tras un concilio. El Papa se vería en una disyuntiva complicada. Sólo tendría dos opciones: puede por un lado hacer caso al mensaje de la Virgen y renunciar a su concilio y a su ilusión de “renovar” la Iglesia, quedando en ridículo ante el mundo; o por otro lado, ignorar la advertencia y seguir adelante. Si escogía la segunda opción, sería natural que no quisiera hacer público el mensaje. Aparte de estropear la preparación de su concilio, si el mundo católico se enterara de que el Santo Padre hacía oídos sordos a las advertencias de la Madre de Dios, crearía un desconcierto enorme y sin duda provocaría una situación muy dramática en la Iglesia. Resulta muy apta esta reflexión del CardenalManning: “Convocar un concilio sin absoluta necesidad es tentar a Dios”.

Llega el gran día de la inauguración del Concilio, el 11 de octubre de 1962, y el Papa rebosa de optimismo, o al menos esa es la actitud que quiere transmitir. Leamos atentamente las palabras del discurso inaugural del Concilio Vaticano II de Juan XXIII en tan solemne ocasión:
En el cotidiano ejercicio de Nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia. Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente.
De por sí son palabras muy desafortunadas, sabiendo lo que ahora sabemos, gracias a la perspectiva histórica. Ahora sabemos que ese optimismo estaba muy mal fundado, y lejos de ser un “Nuevo Pentecostés” para la Iglesia, el Concilio trajo una ola de apostasía que asoló el universo católico, un auténtico cataclismo para la fe. Esto lo reconoció hasta el Papa Pablo VI, cuando dijo en 1972: “Creíamos que después del Concilio llegaría un día de sol para la historia de la Iglesia. Sin embargo, lo que ha venido ha sido un día de nubes y tormentas, de oscuridad, y de búsquedas e incertidumbres…”


Pero las palabras de Juan XXIII en su discurso inaugural son aún más terribles si pensamos que, gracias al secreto de Fátima, ya había recibido una advertencia celestial sobre lo que iba a ocurrir. En este caso estaríamos hablando no sólo de un error de cálculo, fruto de la ingenuidad, sino de algo muchísimo más grave; un Papa que desobedece al Cielo para imponer su voluntad sobre la de Dios.

Recordemos que el Cardenal Ratzinger dijo en 1984 que el tercer secreto de Fátima es confirmado “por muchas otras apariciones marianas”. ¿En qué otras apariciones estaría pensando? Veamos, hay mucho donde elegir.

- Quizá estaba pensando en la aparición a la Madre Mariana de Jesús Torres en Ecuador, conocida como la aparición de Nuestra Señora del Buen Suceso. Esta monja concepcionista española, fundadora de un convento en Quito, recibió una advertencia de la Virgen sobre las herejías que atacarían la Iglesia a finales del siglo XIX y durante el siglo XX. Es fácil ver como se ha cumplido esta profecía con la infiltración del modernismo en la Iglesia. Esto es lo que dijo hace 400 años la Virgen del Buen Suceso de nuestro tiempo: 
La luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza… habrá grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible padecer… …todo tipo de castigos vendrán, entre los cuales habrán pestes, hambre, luchas entre las personas y los extranjeros, que guiarán a gran número de almas a la apostasía y la perdición
- Quizá estaba pensando en la aparición de la Virgen a dos pastores, Melanie y Maximin, en La Salette, Francia, en 1846, una aparición aprobada por la Iglesia por Pío IX. La Virgen dijo, entre otras cosas, en La Salette: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo.”” Para que nadie piense que esto es cosas de tradicionalistas “frikis”, en 1982 Juan Pablo II dijo sobre el mensaje de La Salette: “Estamos en el corazón de las profecías.”

- Quizá estaba pensando en la aparición de Akita, Japón en 1973. La Virgen dijo el 13 de octubre (el mismo día que el tercer secreto de Fátima) a la monja Agnes Katsuko Sasagawa:
Si los hombres no se arrepienten y no se mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido otro; caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos; no perdonando a fieles ni a sacerdotes. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que quedarán entonces serán el Rosario y el Signo dejado por mi hijo. … Con el rosario rogad por el Papa, los Obispos y los sacerdotes. La acción del diablo se infiltrará hasta la Iglesia, de tal forma que se verán cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. La Iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el demonio empujará a muchos sacerdotes y almas consagradas a abandonar el servicio del Señor; el demonio atacará encarnizadamente sobre todo a las almas consagradas a Dios. El pensamiento de la perdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y en gravedad, ya no habrá perdón para ellos. Recen mucho las oraciones del Rosario. …Aquéllos que ponen su confianza en mí serán salvos.
Lo gracioso es que fue precisamente el Cardenal Ratzinger el encargado de aprobar definitivamente las apariciones de Akita. En 1988 dijo: “El mensaje de Akita es el mensaje de Fátima”. No se puede decir más claro. ¿En alguna de estas apariciones se habla de un atentado contra el Papa? No. Se habla lisa y llanamente de la apostasía, que llega hasta la cúpula de la Iglesia. Esto es exactamente lo que estamos padeciendo desde el Concilio Vaticano II; una Iglesia que ha alterado el dogma, ha adulterado la liturgia, y en consecuencia se auto-destruye.

Ahora a lo mejor estamos en condiciones de responder a la pregunta: “¿qué mensaje puede ser más espantoso que una visión del mismísimo Infierno?” Peor aún que ver el Demonio y los condenados en el Infierno será ver el Infierno dentro de la mismísima Iglesia de Cristo, el Anticristo llevando las riendas de la Iglesia. Esto puede ser lo que vio el profeta Daniel en su día: “Y de él surgirán fuerzas que profanarán el santuario y abolirán el Sacrificio perpetuo y establecerán la Abominación de la Desolación” (Daniel 11:31). Nuestro Señor se refiere a esta profecía en el Evangelio según San Mateo: “Cuando veáis puesta en el lugar santo la Abominación de la Desolación, la anunciada por el profeta Daniel (el que lea entienda)”. (Mateo 25:15) Lo realmente espantoso son las palabras, “en el lugar santo”, porque lo que es de por sí feo y pecaminoso, si ocurre “en el lugar santo”, es la máxima expresión de la maldad.

Pío XII ya dijo proféticamente lo siguiente:
Estoy obsesionado por las confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima. La obstinación de Nuestra Señora ante el peligro que amenaza a la Iglesia es una advertencia divina contra el suicidio que supondría la alteración de la fe en su liturgia, su teología y su alma… Escucho a mi alrededor a los innovadores que quieren desmantelar la Capilla Sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, hacer que se arrepienta de su pasado histórico. Pues bien, querido amigo, tengo la convicción de que la Iglesia de Pedro debe asumir su pasado o de lo contrario cavará su tumba.
Con el Concilio Vaticano II se consumó el “suicidio” que tanto temía Pío XII, y cuyos cincuenta años ahora en el año 2012 se celebran a bombo y platillo. Pablo VI, poco antes de su muerte, en su discurso del 13 de octubre, para el sesenta aniversario del Gran Milagro de Fátima, dijo estas palabras que hielan la sangre:
La cola del demonio trabaja en la desintegración del mundo católico. La oscuridad de Satanás ha entrado y se ha extendido por la Iglesia Católica, incluso hasta su cima. La apostasía, la pérdida de la fe, se extiende por el mundo y llega hasta los niveles más altos dentro de la Iglesia.

¡Virgen de Fátima, ruega por nosotros!

 

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