Cristo de la Luz

Cristo de la Luz

miércoles, 14 de diciembre de 2016

El Pesimismo Cristiano


Me considero un pesimista. La gente que me conoce también piensa que soy un poco catastrofista. Quizás la razón sea que estoy informado de lo que está ocurriendo en el mundo. Si es cierto lo que dicen, que el ignorante es feliz, su corolario también debe de serlo: el que sabe mucho es infeliz. Cuando digo que estoy informado, a lo que me refiero no es principalmente lo que nos cuentan en los telediarios: guerras, hambrunas, crímenes, desastres naturales, etcétera, aunque todo eso sí produce tristeza. Lo que me produce mayor tristeza es LO QUE NO CUENTAN. En ningún telediario hablan de la apostasía de Occidente, de la paulatina normalización de pecados como la blasfemia, el adulterio y la sodomía. Nadie cuenta que en la inmensa mayoría de familias ya no hay orden ni armonía, que los hijos desobedecen y faltan al respeto a los padres y que los padres hacen dejación de sus obligaciones más elementales de educar a sus hijos. No nos dicen que tres generaciones de católicos han desertado la Iglesia en pro de la religión post-moderna: la egolatría.

¿Cómo se puede ser optimista con un panorama así? Con la catastrófica pérdida de fe y valores cristianos, cualquier prosperidad material es irrelevante. Ninguna civilización puede perdurar con una negación tan explícita de sus propias raíces como lo que vemos hoy en día en Occidente. La Unión Europea y los bancos internacionales podrán mantener el chiringuito durante un tiempo, pero si un pueblo ha perdido su voluntad de sobrevivir, dará igual; será como hacer el boca a boca con un cadáver. Los políticos, al menos en España, hablan constantemente de economía y cuestiones administrativas, que tendrán su interés. Pero nadie habla de la crisis de fondo, que es de fe. La casta política son liberales, por lo que creen que la religión no tiene consecuencias sociales. Según ellos, es un tema meramente personal, y su ideología les ciega a lo que está pasando. Piensan que pueden arreglar España con más leyes, con una reorganización del sistema de impuestos y, como mucho, una reforma de la Constitución. Los únicos que saben que la religión realmente es importante e influye en el comportamiento de las personas, son los marxistas. Ellos sí aprecian el valor que la religión católica ha tenido en España, y es por ello que hacen todo lo que está a su alcance para destruirla.

En el resto del mundo el horno tampoco está para bollos. Algunos acontecimientos puntuales nos pueden dar una pequeña alegría, como por ejemplo el Brexit del Reino Unido o la victoria electoral de Donald Trump en EEUU, pero no creo que logren revertir el proceso global hacía un Nuevo Orden Mundial tiránico. El genocidio silencioso del aborto prosigue sin apenas oposición, la invasión islámica de Europa sigue el curso previsto, las guerras sionistas continuarán con Trump en la Casa Blanca, y las mafias financieras internacionales gobiernan el mundo. Sólo una intervención milagrosa de Dios podría darle la vuelta a esta situación. La vida real no es como Star Wars, en que los buenos, por pocos que sean, siempre derrotan a los malos. En el mundo real el Imperio gana casi cada vez que alguien osa enfrentarse a él, aplastando a los rebeldes como si fueran hormigas. No digo que no deberíamos rebelarnos contra la tiranía que nos están imponiendo; sólo digo que no nos hagamos ilusiones infantiles sobre cual será nuestra suerte si decidimos luchar por Nuestro Señor. Cuando los vendeanos contrarrevolucionarios se alzaron en armas contra el gobierno masónico de París, fue con el auténtico espíritu católico. Sabían de antemano que una milicia de granjeros contra un ejército profesional tiene todas las de perder. Lo importante es que se alzaron porque vieron que era una lucha por los derechos de Dios, una guerra santa. Eligieron el camino de la Cruz y murieron como mártires. Lo mismo se puede decir de los cristeros de México. Nuestro Señor nos nos pide que seamos victoriosos. Nos pide que seamos fieles.


Si los problemas en  el mundo me preocupan, me preocupan incluso más los problemas en la Iglesia. Recientemente, tras 50 años de avances imparables del modernismo, parece que ha habido una reacción en la jerarquía. Los cuatro cardenales que han  hecho pública la carta al Papa, pidiendo una aclaración de su Exhortación Apostólica, Amoris Laetitia, han roto el silencio atronador que duraba desde el Concilio Vaticano II. Prácticamente ningún hombre de responsabilidad en la Iglesia, exceptuando a Monseñor Lefebvre y sus obispos, había protestado contra lo que los enemigos de la Tradición han hecho en estos largos años. ¡Ya era hora! Han hecho bien, aunque sea por salvar su honor, y dar una pequeña satisfacción a los pocos católicos recalcitrantes de las cavernas, a los que aún nos importan algo los dogmas de fe. Sin embargo, siendo pesimista, me temo que llega tarde. La hora de revertir el cáncer en el seno de la Iglesia pasó hace tiempo. La enfermedad ha entrada ya en metástasis y ningún esfuerzo humano la puede salvar. La agonía puede durar bastante, pero a partir de ahora creo que tendremos que limitarnos a tratamientos paliativos.


¿Qué pasará con los cuatro cardenales que desafían el régimen de Bergoglio? No soy adivino, pero puedo vaticinar que, a efectos prácticos, no pasará gran cosa. Con casi total seguridad el Papa no va a responder formalmente a la carta, porque no está en su interés hacerlo. Juega con una ambigüedad calculada, y la misma idea de clarificar su postura es odiosa para él. Como buen modernista, le gusta nadar entre dos aguas; utiliza un lenguaje que parece católico, pero vacía de sentido las palabras que otros entienden de una forma ortodoxa, para así abrir la puerta a la herejía. Exigir a un modernista que clarifique su postura, que defina sus términos, es lo mismo que pedir que se haga el harakiri. No puede decantarse por el lado de la ortodoxia, porque en ese caso tendría que renunciar definitivamente a su proyecto de "misericordiar" la Iglesia, con un relativismo moral total; tampoco puede decantarse por el lado de los heterodoxos, porque equivaldría a una auto-declaración de herejía. Si el Papa no responde a los cardenales, éstos seguramente publicarán una carta de "corrección de un error grave", como advirtió el Cardenal Burke. En el mejor de los casos, dicha carta saldrá en los noticiarios, pero a la gran mayoría de obispos y al mundo católico en general le importará muy poco. con la excepción de una docena de obispos (como máximo) y un puñado de fieles, que le harán compañía a la Hermandad San Pío X, en tierra de nadie. El Papa se mofará de ellos, al son de estruendosos aplausos, y todo seguirá como hasta ahora. Cuando el actual Papa muera, hay dos posibilidades: la primera es elegir a otro igual o peor; la segunda es optar por un Papa tipo Benedicto XVI, es decir, a uno que consolidará los avances de Francisco y contentará a los conservadores, antes de avanzar con la destrucción de la fe.

Ante tal pesimismo cabe preguntarse: ¿qué pasa con la promesa de Nuestro Señor de proteger la Iglesia contra las puertas del infierno? Es innegable que Jesucristo prometió que la Iglesia duraría hasta el fin del mundo, pero lo que no dijo es que llegaría en condiciones óptimas. Más bien dijo todo lo contrario: "¿Cuando llegue el Hijo del Hombre, encontrará fe en la Tierra?" San Pablo habla más claramente de una gran apostasía que debe preceder a la Segunda Venida, y San Pedro también predice que en los últimos tiempos habrá gente extremadamente descreída y hedonista:

Sepan, en primer lugar, que en los últimos días se presentarán burlones que no harán caso más que de sus propios apetitos (2 Pedro 3:3)
Estas profecías de la Palabra de Dios nos enseñan que debemos esperar lo peor, antes de la vuelta de Nuestro Señor. Siento decirlo, pero creo sinceramente que la situación, tanto en el mundo como en la Iglesia, sólo va a empeorar. Y es muy posible que no haya recuperación real hasta que todo acabe.

La verdad es que siento tener que escribir estas cosas. Quizás alguno esperaba que le daría esperanza de que todo podía "volver a ser como antes", cuando la Iglesia gozaba de gran influencia social y política, cuando naciones enteras confesaban la fe católica. Siento tener que decepcionar a mis lectores: no va a ser así. Que no piense el lector que por ser pesimista soy infeliz, en el sentido de que me paso el día llorando y lamentándome por la situación de la Humanidad. Sí me duele ver que la gran mayoría de la gente va por muy mal camino. El camino hacía la salvación no es fácil. Hay que luchar y perseverar hasta el final, y bastante tengo con lograr la mía. Si los que tengo a mi alrededor estuvieran al menos encaminados hacía la santidad, me daría ánimo y el viaje se haría más llevadero. Como muestra de esto, hace un par de semanas estuve en Inglaterra para el funeral de mi abuela, que murió con 91 años. A pesar de que, según Francisco, el proselitismo es una solemne bobada, desde hace años intentaba comunicarle la necesidad de pensar en su alma. La última vez que la vi con vida, el verano pasado, le insté a meditar sobre la vida después de la muerte. Su respuesta me dejó helado: "no me interesa nada de eso." A los tres meses falleció.

El triste final de mi abuela me hace pensar sobre los tiempos que estamos viviendo. Recientemente un amigo muy sabio me dijo que posiblemente la "Gran Persecución", que está profetizada para los últimos días, podría estar ya ocurriendo en Occidente. Cuando oímos hablar de la persecución contra los cristianos solemos pensar en torturas y derramamiento de sangre, como lo que están sufriendo ahora los cristianos en Siria y otros muchos lugares del mundo, pero este amigo opina que la persecución también podría ser de naturaleza espiritual. En Occidente en los últimos tiempos, en lugar de cortar la cabeza a los creyentes, el enemigo ha optado por otra táctica: ha creado un clima cultural tan adverso que los cristianos poco a poco, como si se tratara de un virus contagioso, van perdiendo la fe. Lo que busca el Demonio a final de cuentas es arrastrar al máximo número de almas al Infierno, y este método ha resultado ser más efectivo para tal fin que todas las persecuciones sangrientas del pasado y el presente. Con muertes violentas el Demonio consigue poco realmente: un mártir da su vida por Dios y entra directo a la Gloria. Sin embargo, con la apostasía que ha ocurrido en nuestro tiempo, ha logrado que una multitud incontable de almas se separe eternamente de Dios. ESTO PUEDE SER LA GRAN PERSECUCIÓN. Defendamos nuestra alma del peligro mortal de las herejías y el hedonismo que hoy en día se consideran normales en nuestra sociedad y nunca dejemos que nos seduzcan las mentiras del enemigo. El que se mantiene fiel hasta el final se salvará.

Soy pesimista, pero también soy optimista. No puedo dejar de ser optimista, porque el católico cree firmemente que la victoria final será de nuestro Dios. Jesucristo volverá en gloria para juzgar a vivos y muertos. Todos recibirán su merecido: cada injusticia recibirá su castigo y cada buena obra su premio. Este artículo de fe debe ser la gran esperanza del católico. Entiendo que es muy tentador buscar falsas esperanzas mundanas; creer que Putin nos salvará del Islam, que vendrá el Gran Monarca y pondrá fin al reino del NOM, y que algún día todas las naciones confesarán que Jesucristo es Dios. Aunque todos hemos conocido profecías de videntes que nos aseguran una época de oro para la Iglesia, prefiero ceñirme a la revelación pública, donde no figura nada por el estilo. Entiendo que eso es tentador distraerse con estas profecías, porque yo también me siento tentado a creer en estas cosas. Sin embargo, si queremos tener una fe madura, debemos prescindir de esperanzas humanas, cargar con nuestra Cruz y esperar en Dios, SOLAMENTE EN DIOS. Desechemos otros consuelos, no diluyamos el Evangelio. La Buena Nueva es que el Hijo de Dios ha muerto por nuestros pecados y que nos ofrece la vida eterna, si somos fieles a Él. El Evangelio NO ES que la vida será fácil, que todo nos irá fenomenal, que venceremos en todas las batallas. Esto no es agradable de oír, ya lo sé, pero es justamente esto lo que nos dijo Nuestro Señor.

viernes, 18 de noviembre de 2016

¿Medios de comunicación o máquinas de propaganda?


El uso de los medios de comunicación como propaganda es tan antiguo como el mundo mismo. Los faraones egipcios no disponían de los medios tecnológicos que tenemos ahora, pero eran capaces de comunicar a su pueblo la voluntad de ser adorados como dioses, mediante estatuas gigantes y jeroglíficos en los muros de sus palacios y mausoleos. Los emperadores romanos inmortalizaban sus victorias militares construyendo arcos de triunfo, igual que Napoleón siglos más tarde. Todos los imperios, desde la edad antigua hasta nuestros días, han sabido transmitir mensajes a su pueblo a través de medios muy diversos. Lo que ha cambiado no es la honestidad de los gobernantes, siempre tan proclives a engañar y mentir a su pueblo, sino la CAPACIDAD de éstos de engañar y mentir. Antaño los emperadores se conformaban con la obediencia de sus súbditos; con  la  amenaza de terribles castigos conseguían doblegar la voluntad del pueblo a su favor. Ni siquiera se imaginarían meterse dentro de sus cabezas para cambiar su forma de pensar, como se hace hoy. Tal y como cuenta George Orwell en su novel 1984,  la aspiración de los gobiernos totalitarios es cambiar a su pueblo DESDE DENTRO, y así controlar su alma. Por esta razón la cultura se ha convertido en un pilar fundamental del poder. La verdadera batalla en la política hoy en día no se libra con las armas, como fue el caso con las revoluciones del siglo XIX y principios del XX, sino con la propaganda.

Esto se vio por primera vez con el auge de los periódicos de tirada nacional a finales del siglo XIX. Los primeros en aprovecharse del poder del medio escrito a gran escala fueron los liberales, porque es sabido que "los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz". (Lucas 16:8) No se puede entender el retroceso paulatino pero imparable del catolicismo en los ámbitos intelectuales durante este siglo sin el fenómeno de los panfletos y periódicos anticlericales. La opinión pública de los pueblos poco a poco fue cayendo en manos de una élite que controlaba la prensa, hasta el punto que la Gran Guerra se puede considerar un producto de la propaganda belicista de las potencias en liza. Por ejemplo, el "Bryce Report" fue un informe encargado por el gobierno del Reino Unido y publicado en los periódicos principales en 1914, que detallaba los supuestos abusos contra la población civil en Bélgica, territorio ocupado por los alemanes. Tiene todas las marcas de la propaganda moderna; desde su inquina contra la nación enemiga, el uso del término despectivo "hunos" para referirse a lo soldados alemanes como si fueran bárbaros sin humanidad (es más fácil matar a monstruos que a otros seres humanos), y el falta del más mínimo rigor periodístico; posteriormente este informe ha sido totalmente descalificado por todos los historiadores serios como una colección descarada de exageraciones y mentiras. Pero logró lo que se proponía: mantener el ritmo de reclutamiento voluntario entre los británicos.

Dicen que la primera fatalidad en la guerra es la verdad. Esto ha pasado también en los tiempos recientes. Basta recordar las inexistentes armas de destrucción masiva en Iraq, el ataque de falsa bandera del 11 de septiembre en EEUU, y la demonización del régimen de Bashar al Assad en Siria. Los gobiernos mienten a sus ciudadanos, en connivencia con los medios de comunicación de masas, porque éstos están en poder de la misma élite que dicta órdenes a los políticos; es decir, las grandes fortunas internacionales. También se da el caso de que los medios necesitan los favores del estado, como por ejemplo el diario El País de España, que si no fuera por la ayuda constante de gobiernos de distinto color, habría cerrado hace años. Cuando se trata de un  medio estatal, como Televisión Española o la BBC, el servilismo de los periodistas es muy fácil de entender. Lo que no se entiende tanto es la docilidad con la que los ciudadanos tragan las mentiras de estos medios. Presa de una ingenuidad pasmosa, parece que no cabe en la cabeza de alguna gente la posibilidad de que su gobierno y los medios de comunicación pudieran engañarles. En el fondo, creo que se trata de UN DESEO de vivir en un mundo feliz, donde los poderosos son esencialmente buenos y donde los periodistas son incapaces de mentir.

Un buen ejemplo de cómo los medios presentan una realidad virtual a los ciudadanos, para esconderles la verdad, es lo que ha pasado recientemente con la campaña electoral en EEUU y la victoria de Donald Trump. Desde su aparición en la campaña por la candidatura republicana, los medios de comunicación se mofaron de Trump, tratándolo como si fuera un payaso. Dado que esta táctica no surtió los resultados deseados, al lograr Trump la nominación republicana (en contra del establishment de este partido), decidieron pasar de la mofa al insulto. Le llamaron todo lo peor que se puede decir de un político. Ya se sabe, cuando la prensa en bloque aplica la etiqueta "racista" a un político, es normalmente el golpe de gracia a su carrera. Sin embargo, con Trump esto tampoco funcionó. A pesar de tener prácticamente todos los medios de comunicación de masas en contra, creo que su campaña no sufrió tanto como cabría esperar, porque por fin mucha gente se ha despertado y se ha dado cuenta de que los medios, más que informar, quieren manipular a la población. La señal era clara: había que votar en contra de Trump, porque era racista, xenófobo, homófobo, islamófobo, etc. Gracias a los medios alternativos, principalmente en internet, creció el rechazo entre la gente corriente a este lavado de cerebros. Ver a esa vieja bruja Madonna ofrecer favores sexuales a cambio de votar a Hillary seguramente contribuyó significativamente a la victoria de Trump, igual que el vídeo vergonzoso de Robert de Niro, en que calificó al candidato republicano de "perro", "cerdo", "imbécil" y más lindezas, hasta diciendo que tenía ganas de darle un puñetazo en la cara. Es curioso como los progres siempre creen que poseen la superioridad moral, a pesar de caer más bajo de lo que haría jamás un votante de derechas. Mucha gente estaba ya cansada de los hipócritas de Hollywood y de la propaganda que emanaba de las grandes cadenas; cansada de tener que sentir y opinar lo que les mandaba la CNN y compañía. Así que decidieron acudir a fuentes alternativas, donde se les abrieron los ojos.

A menudo los medios son muy sutiles cuando quieren moldear las opiniones de sus víctimas (espectadores/lectores/oyentes). Pongo un ejemplo: la semana pasada, en la BBC el presentador Andrew Marr entrevistó a Marine Le Pen, líder del partido político francés, Front National. Antes de la entrevista soltó un pequeño discurso "excusándose" por la misma. Fue una actuación realmente notable:
Sé que esta mañana alguna gente está disgustada y ofendida por la entrevista con Marine Le Pen y porque la emitimos el domingo del Armisticio. Lo entiendo, pero...
Sin duda es mentira que la gente esté ofendida; es sólo una estrategia propagandística. Está mandando un mensaje subliminal a los espectadores acerca de la maldad del personaje que va a entrevistar, que en inglés se llama "virtue signalling". Con esta "advertencia" previa, consigue poner en contra a todos los espectadores atrapados por el hechizo de la corrección política. Ya da igual lo que diga la señor Le Pen, porque el público la ha reprobado de antemano.

Hace no mucho tiempo yo también creía en esa realidad virtual que me ofrecían los medios de comunicación de masas. Creo que empecé a desvincularme del hechizo a medida que notaba, tras mi conversión al catolicismo, un anticlericalismo virulento. Los programas de debate político eran donde más se notaba el sesgo anticlerical. Recuerdo perfectamente un debate en la BBC, líder indiscutido de la corrección política, también conocido como la British Brainwashing Corporation. Era justo antes de las elecciones generales en el Reino Unido de 2010. Habían reunido una representación de los principales partidos, sin UKIP, que por entonces aún no tenía mucha representación parlamentaria. Naturalmente se atacaron unos a otros desde el principio. Sin embargo, cuando el moderador hizo una pregunta sobre el Papa Benedicto XVI, todos, sin fisuras, le condenaron por "homofobia", expresando su rechazo absoluto a la doctrina y la moral católicas, hasta el punto de desear su encarcelación durante su próxima visita al país. Fue una especie de epifanía para mí, porque vi por primera vez que el sistema democrático era una gran farsa. Vi que no había cuatro partidos diferentes, sino uno solo, con diferentes etiquetas y todos eran del PARTIDO DE SATANÁS. Algo parecido ocurre aquí en España; de los cuatro grandes partidos, tres son liberales y el otro es abiertamente marxista. Ninguno defiende la moral católica, a pesar de que hay unos 6 millones de españoles que asisten a Misa cada domingo. Todos son abortistas, homosexualistas, y enemigos de la familia. Todos defienden el "derecho" a la blasfemia, a la pornografía, y todos están a favor de llenar el país de musulmanes. Vale, los ciudadanos marxistas estarían de acuerdo con estas posturas , pero ¿qué pasa con esos 6 millones de católicos? ¿Quién los representa? La respuesta es: NADIE. La élite ha decidido que el catolicismo debe morir, y sus títeres políticos y mediáticos actúan en consecuencia.

La victoria de Trump indica que el monopolio de las grandes corporaciones mediáticas, controladas por la élite, sobre la opinión pública está tocando a su fin. Los medios en internet escapan (de momento) del control estatal y en poco tiempo han reemplazado a los medios tradicionales como principal fuente de información de los ciudadanos. Las tácticas que tanto juego les han dado en el pasado a los guardianes de la corrección política, ahora no funcionan. Hace no mucho era fácil acabar con una figura pública; lo único que había que hacer era ponerle una etiqueta maldita. Por ejemplo, bastaba acusar a alguien de antisemitismo para hundir su carrera. Muchos recordamos cuando se aplicó este tratamiento a Mel Gibson; su vida personal y profesional quedó arruinada en poco tiempo. Ahora no es tan fácil, porque la gente se ha acostumbrado a esta jugada, como el niño que gritaba "lobo". Las primeras veces el truco funciona de maravilla, pero si se usa demasiado a menudo la gente termina dándote la espalda. Por fin, muchos se han  dado cuenta de que estos calificativos,- "racista", "antisemita", "xenófobo", "machista", etc.,- en realidad no significan nada, más allá de que la persona acusada no disfruta del estima del Sistema. En los telediarios hemos oído tantas veces el término peyorativo "de extrema derecha" aplicado a partidos patriotas, que sólo pretenden defender su herencia cultural, siempre en países mayoritariamente blancos. Sin embargo, si estos partidos son en países africanos o asiáticos, los llaman "partidos de resistencia" y hablan de ellos con la mayor aprobación posible. Movimientos populares contra la islamización de Europa, como The English Defence League o Pegida, son universalmente condenados en los medios de comunicación de masas, por ser "extremistas", "xenófobos" y "de extrema derecha". Pero la gente empieza a entender que las corporaciones mediáticas tienen una agenda oculta. Ahora muchos van más allá de estas etiquetas y buscan información menos sesgada en internet. Hace tiempo que un amigo me confesó:
Si los medios dicen que un personaje o un grupo es "de extrema derecha", es la mejor garantía de que me va a gustar.
Hay que romper el hechizo de la corrección política, reírse de la censura liberal y, sobre todo, buscar siempre la Verdad por encima de todo.



miércoles, 9 de noviembre de 2016

Victoria para Trump


La vida no deja de sorprenderme. Soy una persona pesimista cuando se trata del futuro de este mundo, y suelo desesperarme cuando echo un vistazo a lo que está pasando. Veo a la élite mundialista ganando terreno, con cada vez menos lugares donde uno puede refugiarse del Gran Hermano. Las libertades poco a poco se van restringiendo. Dentro de no mucho me temo que por expresarse en contra de algunos de los dogmas liberales de los globalistas te meterán directamente en la cárcel. Veo que el genocidio del aborto no cesa, sino que va en aumento. Veo que se promueve la inmoralidad sexual en casi todos los países, y que la porquería que sale de los medios, que ahora se llama "entretenimiento", se ha convertido en un tsunami. Veo que la fe se va apagando en Occidente, a la vez que avanza el Islam, mientras que los católicos, con honrosas excepciones, están atontados, asistiendo a la catástrofe cruzados de brazos.

Sin embargo, a pesar de estos desastres, no está todo perdido. Aún queda un rescoldo de fuerza en los pueblos occidentales. Con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU ayer, ese rescoldo se puede convertir en un auténtico incendio. Los globalistas harán lo posible por apagarlo, pondrán todos los obstáculos posibles en su camino, pero es reconfortante saber que si perdemos será tras una gran lucha. Sí, los católicos sabemos que al final ganará Nuestro Señor, pero lo que no está para nada garantizada es la supervivencia de Occidente. La victoria de Trump puede ser el revulsivo que necesitábamos. Igual ahora la gente se espabila y combatimos en serio a los diabólicos amos del mundo.

Varias cosas me llaman la atención en esta situación.

  • Primero, los mismos que no paran de hablar de "democracia", siempre que favorece sus intereses, ahora lamentan lo que el socialista Iñaki Gabilondo ha llamado en su artículo de El País, "la revolución de las masas". Claro, cuando son los moros que arman una revolución, para instalar gobiernos islamistas o para apoyar grupos terroristas que masacran a las minorías cristianas, entonces los progres están encantados. Pero si es una revolución EN CONTRA de la élite mundialista por parte de la gente de Occidente, es motivo de gran preocupación. ¿En qué quedamos? ¿Queremos democracia o no? Yo personalmente pienso que es un engañabobos, pero si en España los demócratas chaqueteros, que hace una generación eran todos franquistas, de verdad creyeran en la democracia, aplaudirían este resultado como lo que es: la voluntad del pueblo.
  • Segundo, al igual que con el Brexit, los sondeos han fallado estrepitosamente. Una vez puede ser un error sin más, pero dos veces, en condiciones muy similares, parece que es demasiado casualidad. Creo que las encuestas estaban maquilladas para dejar en mal lugar a Trump y desincentivar a sus votantes. Los que controlan los medios saben muy bien la influencia que tienen en las elecciones las encuestas. Sin embargo, Trump y su gente han sabido contrarrestar esto, insistiendo siempre en que no daban crédito a las encuestas. El truco no ha funcionado. El peligro es que la próxima vez, en lugar de limitarse a trucar las encuestas, directamente recurran al fraude electoral.
  • Tercero, los medios de comunicación de masas, especialmente en Europa, han estado descaradamente contrarios a Trump, desde antes de lograr la nominación republicana. Hasta los medios de EEUU tradicionalmente conservadores, como Fox, fueron muy beligerantes contra Trump, hasta que se veía que tenía muchas posibilidades de ser el candidato republicano y tuvieron que moderarse. A juzgar por la actitud de los "expertos" y tertulianos políticos de las cadenas europeas, Trump sería un loco marginal, sin apoyo popular alguno. Por esta razón la gente que se informaba a través de TVE o cadenas similares de desinformación y propaganda mundialista se ha llevado una sorpresa mayúscula. Existe un divorcio enorme entre las élites que controlan los medios de comunicación y el pueblo, y esta campaña ha servido para ponerla en evidencia.

Ahora habrá que ver qué puede hacer Trump contra la escoria que gobierna el mundo. Dice un amigo (aún más pesimista que yo) que lo mejor que podemos esperar de él es que le peguen un tiro, como a Kennedy. Es muy posible que cuando llegue a la Casa Blanca y le explican como funcionan las cosas, si osa rebelarse contra el sistema e intenta cumplir con su promesa electoral de "vaciar la ciénaga" de Washington, le quiten rápidamente de en medio. Sólo nos queda esperar y rezar, para que tantas esperanzas de cambio puedan hacerse realidad.

Al margen de lo que pase en el futuro, lo que me da una satisfacción inmensa es ver la cara de susto de los progres y borregos diversos de la tontocracia, que jamás se hubieran imaginado que pudiera ganar Trump, como tampoco se imaginaban que el Reino Unido se pudiera salir de la Unión Europea. El Papa Francisco, su amigo el banquero George Soros, los cuervos en la ONU, la judería internacional, la Masonería, Planned Parenthood, y todos los siervos de Satanás del mundo deben estar consternados ahora mismo, preguntándose cómo ha podido pasar; con todo el dinero de su lado, todos los medios de comunicación, todos los famosos, todo el poder, ¿cómo han podido perder? Amigos, este es un momento dulce para saborear.  

lunes, 24 de octubre de 2016

Las Mentiras del Feminismo


Mentira nº 1: En los países desarrollados existe una discriminación institucional contra la mujer

Si las feministas pudieran señalar una sola ley, una sola institución vinculada al estado, que claramente discrimina en contra de la mujer, no entiendo porqué aún no lo han hecho. Hablan mucho en términos generales del "sexismo institucionalizado", pero jamás citan ejemplos concretos de este supuesto sexismo. Por supuesto que existe el sexismo y seguramente hay algunos hombres que desprecian a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres, aunque yo nunca he conocido a ninguno; pero decir que hay casos aislados de odio hacía las mujeres no es lo mismo que acusar a todo el país de ser sexista. En lugar de citar casos reales de discriminación sexista por parte de las instituciones, que no pueden hacer porque es pura mitología, las feministas se lamentan por "problemas" tan absurdos y triviales como estos: la manera en que son representadas las mujeres en los videojuegos; el uso del género masculino para referirse a hombres y mujeres (por eso ahora tenemos que hablar de la AMPA, Asociación de MADRES y Padres); o la forma en que los hombres se sientan en los trenes con las piernas abiertas (que recibe el nombre de manspreading).

Si en los países occidentales post-cristianos las feministas no encuentran mayores problemas de los que ocuparse, quizás sería mejor fijar su atención en lo que ocurre allende nuestras fronteras, como por ejemplo en los países musulmanes. ¡¡¡¡NOOOOO!!!! Ninguna feminista occidental está dispuesta a criticar la discriminación institucional que existe en esos países (una discriminación REAL, no imaginaria), porque existe un pacto tácito entre el feminismo y el Islam; es el viejo principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Las feministas tienen una narrativa sobre la que han construido toda su ideología, que no es más que una variante del marxismo: la opresión de las mujeres por parte del malvado patriarcado, derivado de la religión cristiana. Su gran enemigo es la la religión cristiana, en particular la Iglesia Católica. Dado que en el Islam ven (correctamente) a un enemigo de la Iglesia, prefieren hacer caso omiso a todas sus atrocidades. Hay otra razón por su silencio cobarde: si osaran criticar el Islam, su narrativa caería como un castillo de naipes, porque todo el mundo vería enseguida que los lugares donde las mujeres gozan de mayor libertad son precisamente los países que antaño eran cristianos. De hecho, hay una relación directamente proporcional entre el respeto hacía la mujer en una sociedad y el grado de implantación del cristianismo.

La realidad es exactamente lo contrario de lo que nos quieren hacer creer las feministas (o LOS feministas, porque ahora hay muchos hombres convertidos a esta ideología): EN LOS PAÍSES OCCIDENTALES EXISTE UNA DISCRIMINACIÓN CONTRA LOS VARONES, NO CONTRA LAS MUJERES. Para no pecar de la misma ambigüedad de la que acuso a las feministas, pongo algunos ejemplos concretos de ello.

  1. En oposiciones a puestos de policía o bomberos, las pruebas físicas para mujeres se valoran de manera distinta. Una mujer que saca un 4 sobre 10 en las pruebas físicas supera a un hombre que saca un 5, porque a las mujeres se les suma un 20% a la nota. Si esto no es discriminatorio, la palabra ya no tiene sentido. ¿Cómo servirá esto para mejorar el servicio que prestan los policías y bomberos? ¿Hay alguna situación que podemos imaginar en la que para un policía o un bombero será útil ser MENOS capaz físicamente? En una competición deportiva las mujeres están en una categoría aparte y pueden ganar una medalla de oro con un registro muy inferior a otros hombres. Pero con los servicios de emergencia no se trata de dar oportunidades a las mujeres, como si se tratara de las olimpiadas; estamos hablando de posibles situaciones de vida o muerte. Lo mismo está ocurriendo en las fuerzas armadas, donde se fijan cuotas para mujeres. Los políticos y mandos militares están tan desesperados por conseguir reclutar a mujeres, por dárselas de modernos, que discriminan contra varones mejor preparados para determinados trabajos.
  2. Una mujer que es víctima de violencia doméstica (me niego a utilizar el término "violencia de género") recibe ayuda de todo tipo por parte de las instituciones, desde asistencia policial, hasta una plaza en residencias para mujeres maltratadas. No digo que esté mal todo esto, simplemente denuncio que un HOMBRE que es víctima de maltrato por parte de su pareja no suele recibir absolutamente ninguna ayuda. Ningún político habla de este tipo de violencia, la policía no se preocupa por el tema, no existen residencias para hombres maltratados en España, y si un hombre llama al 016, la línea gubernamental para víctimas de violencia doméstica, se les ignora completamente, como lo demuestra este vídeo. Sin embargo, en este país cada año mueren asesinados unos 30 hombres a manos de sus parejas. Es cierto que mueren el doble de mujeres, pero la cobertura mediática y política en un caso es abrumadora y en el otro es prácticamente inexistente. Y todo ello es sin contar los más de 3000 hombres que se suicidan cada año en España, muchos de ellos por culpa del trato discriminatorio que reciben de las instituciones en los trámites de separación. 
  3. La ley vigente sobre la violencia doméstica, la LIVG de 2005, es claramente anticonstitucional, porque establece que un hombre que ejerce violencia contra su pareja reciba un castigo más severo que una mujer que hace lo mismo. El artículo 14 de la Constitución Española reza: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, SEXO, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social." Parece que hoy en día la discriminación legal contra las mujeres está muy mal, pero cuando se comete en contra del varón no pasa nada. Es una vergüenza que aún a día de hoy se mantenga en vigor esta ley aberrante, a pesar de varios recursos al Tribunal Constitucional. Esto es una prueba irrefutable de que dicho tribunal no sirve para nada y debe ser disuelto inmediatamente. No es más que un nido de jueces corruptos, comprados por los partidos políticos.
  4. Numerosos ayuntamientos de España, por no decir todos, tienen una Concejalía de la Mujer, que organiza actividades de todo tipo, exclusivamente para mujeres. Una vez, por curiosidad, pregunté en el pueblo donde vivía si podía apuntarme a una actividad determinada y me contestaron que no. ¿Por qué? Porque no era mujer. Al preguntar si existía otra entidad en el pueblo que organizaba actividades similares, subvencionadas con dinero público, dirigidas solamente a hombres, me miraron como si estuviera loco. El tema no es baladí, porque las instituciones discriminan sistemáticamente en contra de los varones al dedicar recursos públicos exclusivamente a mujeres, mientras no hay nada equiparable para varones.
  5. El sistema educativo español discrimina en contra de los niños varones. No es una discriminación explícita, como en los casos anteriores, pero es muy real y tiene consecuencias devastadoras. En España se ha impuesto la educación mixta, lo cual no solamente es un craso error en el sentido académico, porque está demostrado que ambos sexos consiguen mejores resultados cuando se educan por separado, sino que causa traumas y frustraciones incalculables, debido al sesgo feminista que existe en el sistema. En los colegios mixtos los niños están obligados a comportarse, y a aprender como si fueran niñas. Se castiga a los niños porque suelen ser más revoltosos, más ruidosos y menos reflexivos que las niñas. Se exige que los niños estén sentados y callados durante horas en una silla. Esto es algo que para las niñas no suele ser problemático, pero para un típico niño de 6 años creo que sería difícil inventar una peor tortura. Hasta los contenidos que aprenden en el colegio están más pensados para niñas. Por ejemplo, en clases de lengua se prohíben los tebeos y se ensalzan las historias románticas. Se habla mucho de sentimientos, pero muy poco de acción. Recuerdo en el instituto el sopor que me producía tener que leer novelas de Jane Austen, de cuya calidad literaria no dudo, pero que ejerce muy poco atractivo para un chico de 14 años. ¿Cuántas novelas de aventura estudiamos en todos mis años de educación obligatoria? Ninguna, cero. Ahora se dice que la competitividad es mala, pero para la mayoría de los varones es un gran estímulo en el aprendizaje. Lo que se llama "aprendizaje dialogado", que se adapta mucho mejor a la forma de pensar de las chicas, ha reemplazado el método socrático, una pedagogía más masculina. El resultado de este sistema feminista educativo es que los chicos o aprenden a comportarse como si fueran chicas, o simplemente fracasan en el colegio, lo cual explica porqué cada año las chicas obtienen mejores resultados que los chicos en los exámenes de bachiller, algo que antaño no era así.
Mentira nº 2: El mercado laboral discrimina contra las mujeres

Las feministas hablan mucho de la brecha salarial entre hombres y mujeres, algo real que nadie niega, y que en España se sitúa actualmente entorno al 24%, y de allí concluyen que el mercado laboral es sexista y que las mujeres son injustamente retribuidas, lo cual es radicalmente falso. El hecho de que los hombres cobren como media 6000€ anuales más que las mujeres no significa que el mercado laboral sea sexista, porque para poder afirmar una cosa parecida habría que demostrar que, en igualdad de condiciones y para el mismo trabajo, se paga menos a las mujeres que a los hombres. Sin embargo, esta práctica es ilegal y cualquier empresario que contratara a mujeres en estas condiciones sería inmediatamente denunciado. ¿Por qué las mujeres como media ganan menos que los hombres? Simplemente porque los hombres y mujeres somos diferentes; tenemos actitudes diferentes respecto al trabajo y queremos cosas diferentes en la vida. Las mujeres, si trabajan fuera de casa, generalmente buscan sobre todo un equilibrio entre su vida laboral y familiar. Por ejemplo, prefieren trabajos que les permiten estar en casa cuando sus hijos vuelven del colegio por la tarde. Sin embargo, los hombres, que no suelen tener en cuenta estas consideraciones, generalmente son más ambiciosos profesionalmente, y no es raro que caigan en la adicción al trabajo. Tras una maternidad es común que las mujeres pidan una reducción de su horario laboral, para estar más tiempo con sus bebés, no porque les obligan sus maridos, sino porque ELLAS QUIEREN. Las mujeres, aparte de estar de baja durante más días que los hombres por razones biológicas, como media trabajan menos horas que los hombres, se toman más vacaciones y están más tiempo de permiso sin sueldo.

Cuando se tienen en cuenta todas estas circunstancias y elecciones personales, la brecha salarial entre hombres y mujeres desaparece, como no podía ser de otra manera. Hay un poderoso argumento en contra de las acusaciones de los feministas y su fantasía de discriminación en el mercado laboral. Basta con pensar un poco. Si realmente fuera cierto que los empresarios pudieran pagar a las mujeres un 24% menos por hacer exactamente el mismo trabajo que los hombres, habría que preguntarse porqué querrían contratar a hombres. Un 24% menos en salarios es mucho dinero, y si fuera posible ahorrarse esto en costes sin temor a represalias legales, todos lo intentarían. Pero no lo hacen, y en principio un empresario no es más reacio a contratar a un hombre que a una mujer.

Los feministas están obsesionados con la paridad en sectores como la investigación científica y la dirección de empresas. Dado que son sectores dominados por hombres, los feministas, partiendo de la falsa premisa de que todo es fruto de una injusta discriminación, exigen que haya más presencia femenina. Da igual que pocas mujeres quieran estudiar ciencias porque les atraen más otras materias; y da igual que muy pocas mujeres estén dispuestas a hipotecar su vida en aras de ganar dinero dirigiendo empresas. Nunca he oído a nadie pedir más presencia masculina en la medicina, una profesión en la que son mayoría las mujeres. Tampoco he oído a las feministas exigir que haya más mujeres en el sector de la construcción o en la recogida de basuras. Será que sólo les interesan las profesiones prestigiosas y bien remuneradas. Ninguna feminista se queja de que el 95% de las muertes por accidentes laborales en España sean de hombres, por la sencilla razón de que los hombres hacen los trabajos más duros, más desagradables y más peligrosos. Algunos políticos creen que pueden controlar las decisiones de las personas, pero la realidad es que a menudo las mujeres no eligen las opciones que quisieran los feministas. A pesar de gozar de muy pocas facilidades, y a pesar del bombardeo de propaganda feminista en contra de las amas de casa, en España las mujeres siguen optando por quedarse en casa cuando se lo pueden permitir. Por esta razón, en las sociedades donde hay mayor flexibilidad laboral, como EEUU, las mujeres ganan MENOS en proporción a los hombres que en países menos desarrollados. 

Mentira nº 3: Los roles tradicionales de los sexos son meros constructos sociales.

Uno de los dogmas principales del feminismo dice que, más allá de las evidentes diferencias físicas, los hombres y mujeres son esencialmente iguales. Los roles que han adoptado históricamente, según la narrativa feminista, son fruto de una subyugación de la mujer por parte del hombre, gracias a su mayor fuerza física. Si "liberamos" a la mujer de esta subyugación deberíamos ver como empiezan a comportarse exactamente igual que los hombres, porque habrá desaparecido lo único que mantenía la sociedad patriarcal. Esta fantasía igualitaria no sólo contradice todo lo que sabemos por sentido común, sino también las últimas investigaciones científicas. Cada vez está más claro que el cerebro masculino difiere del cerebro femenino. Además, nuestro equilibrio hormonal y emocional es completamente diferente. ¿Cómo vamos a comportarnos de la misma manera? La anhelada "igualdad" entre hombres y mujeres es una de las mayores estupideces jamás soñada. En palabras de George Orwell, algunas ideas son tan absurdas que sólo un intelectual se las puede creer

Es por esta fantasía feminista que los expertos, pagados con nuestros impuestos, nos aleccionan sobre la imperiosa necesidad de comprar juguetes no sexistas para nuestros hijos. Nos dicen: "si le compras una pistola a tu hijo, cómprale una también a tu hija." (Bueno, como ahora las armas no son políticamente correctas, mejor no habría que comprar pistolas a nadie.) O dicen: "si les compras muñecas a tus hijas, cómprales muñecas también a tus hijos." Dicen los feministas que todo es cuestión de educación, que no existe diferencia esencial entre niños y niñas. Cualquiera que tenga hijos sabe que esto es un disparate. Pero también es muy peligroso. Si tratamos a niñas y niños como si fueran iguales les causaremos graves problemas psicológicos, porque cada uno necesita una disciplina y una afectividad acorde a su personalidad. Creo que los padres saben de lo que hablo.

Mentira nº 4: La familia tradicional es una institución que oprime a la mujer

La verdad es justo lo contrario. La mujer es por naturaleza más vulnerable que el hombre, y el matrimonio y la familia (el adjetivo "tradicional" sobra) la protegen. A lo largo de la historia muchos hombres han vivido sin familia: marineros, soldados, aventureros, etc. El hombre puede vivir desarraigado de su tierra y de cualquier familia, satisfaciendo su instinto sexual con fulanas que encuentra en cada puerto. Para saber de lo que hablo, basta con ver cualquier película de vaqueros. Una mujer no puede vivir así, por lo que Dios quiso que el hombre se sacrificara y se entregara a una mujer hasta la muerte. Así con sus esfuerzos provee para su mujer y sus hijos, y éstos son protegidos por él y los suyos. El hombre también se beneficia de este arreglo, porque gracias a las mujeres existe el concepto del hogar. El hombre puede viajar, irse a la guerra, pero si está casado, siempre tiene un hogar donde volver. Si Ulysses no hubiera tenido a Penélope esperándole en Ítaca, la Odisea no tendría sentido.

Los feministas creen que al atacar el matrimonio y la familia "liberan" a la mujer y ayudan la Humanidad a progresar. En realidad el feminismo supone un enorme retroceso social. De un sistema que protege a la mujer y sus hijos volvemos al Salvaje Oeste, donde las mujeres crían a sus hijos solas y éstos crecen sin padres. Los hombres vagan sin rumbo fijo, dejan preñadas a las mujeres con las que se encuentran, pero sin sentirse responsable por nadie más que ellos mismos; una sociedad que se compone sólo de individuos, donde lo que prima es el egoísmo y el sálvase-quien-pueda, Con este panorama es imposible establecer una sociedad con un sistema de justicia eficaz y garantías para los más débiles. Prescindir de la familia, la base de cualquier civilización, es la receta para la injusticia y el sufrimiento sin fin. Y es precisamente allí donde nos llevan los feministas con su lucha por destruir la familia.

El concepto feminista de "amor libre" ha hecho un daño terrible a la mujer. Antes de la revolución sexual la mujer tenía la llave en las relaciones con los hombres, pero gracias a la "liberación" que les trajo el feminismo, se la entregaron sin contrapartida alguna. Ahora que las mujeres ofrecen sus favores carnales sin exigir compromiso alguno, y que la misma noción de castidad es desconocida para las mujeres postmodernas, los hombres consiguen lo que quieren sin ninguna necesidad de casarse. Esto resulta en millones de niños concebidos fuera del matrimonio, o ilegítimamente, como decían antes. En España aún no se han visto las consecuencias de esta plaga, pero en el Reino Unido la mayoría de los nacimientos ocurren ya fuera del matrimonio, y en EEUU la situación es aún peor, sobre todo en la comunidad negra. La tasa de niños negros ilegítimos en EEUU ahora supera el 75%. Nacer fuera del matrimonio es una de las peores cosas que le puede pasar a un niño; conlleva precariedad emocional por la falta de disciplina paternal y el desequilibrio inherente en una familia monoparental; son más expuestos a abusos sexuales (estadísticamente la mayor situación de riesgo es vivir con las parejas de la madre), y el trauma por la falta de su padre le acompañará de por vida. No es de sorprender que la gran mayoría de los presos en las cárceles occidentales son hijos de madres solteras. Si en EEUU de verdad quisieran combatir la violencia y la delincuencia que asolan las comunidades negras, en vez de soltar tonterías sobre el racismo y la discriminación, empezarían por fortalecer el matrimonio, para que los niños nacieran en el seno de una familia estable.

Mentira nº 5: El feminismo ha logrado grandes avances para la mujer

Lo que ha conseguido el feminismo, lejos de "liberar" a la mujer, es esclavizarla. Los "avances" que suelen señalar los feministas van todos en detrimento de la felicidad de las mujeres. Veamos uno por uno estos falsos avances.

  1. El divorcio. El ideal del feminismo es que las mujeres sean autónomas, sin tener que depender para nada de los hombres. Para lograr este objetivo primero se legalizó y luego se facilitó al máximo el divorcio, que al principio era un proceso engorroso, porque había que demostrar infidelidad del otro cónyuge, pero que ahora es un mero trámite; uno se puede divorciar simplemente porque le da la gana, sin tener que aportar razón alguna. Esto quiere decir que si una mujer se cansa de su marido y le apetece probar otra cosa, no hay nada que legalmente le impide hacerlo. Conozco personalmente un caso así: la mujer, en plena crisis de los cuarenta, le dijo a su marido: "necesito un cambio radical en mi vida. Antes de que sea demasiado tarde, voy a intentar ser feliz con una vida diferente, así que adiós." El pobre hombre al que le había jurado fidelidad hasta la muerte, por un cambio en la ley, de pronto se encuentró solo, sin nada que objetar. Esto es como cambiar las reglas del juego una vez el partido ya está empezado. Si tiene que existir el divorcio, yo pienso que sería más justo que existieran dos formas de contrato matrimonial: un tipo para los novios que realmente se quieren y están dispuestos a seguir casados hasta la muerte, y otro tipo para los liberales que sólo se quieren lo suficiente para decirse "ya veremos lo que esto dura." De esta manera, se sabría si una boda es de verdad, o una boda de paripé. 
    Los feministas creen que han logrado algo grande con el divorcio. Sin embargo, es una espada de doble filo, porque los hombres no son tontos; al ver como se las gastan muchas mujeres, deciden que el matrimonio no es para ellos, y las mujeres "liberadas" por el divorcio finalmente se ven abocadas a la soltería. El divorcio es todo menos un avance, porque el concepto de autonomía personal que justifica el divorcio es contrario a la naturaleza del ser humano. Las mujeres no pueden vivir independientemente de los hombres. La familia existe precisamente porque nos necesitamos unos a otros. El ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, está creado para la comunión con los demás, igual que en Dios existe comunión entre las tres personas de la Santísima Trinidad. La inspiración de este afán de autonomía es claramente diabólica. Satanás fue el primero en proclamar su autonomía de Dios, tan imbuido de sí mismo que se creía que no necesitaba nada de nadie. Las mujeres que han luchado por destruir el matrimonio cristiano sin duda acabarán en el mismo lugar que él.
  2. El aborto. El "derecho" de asesinar a sus hijos antes de nacer es para los feministas un gran avance social, que ha liberado a las mujeres de la carga de ser madres cuando no les conviene. No sirve de nada discutir con los feministas sobre el aborto, porque es un tema puramente emocional para ellos; han sido programados para reaccionar de una determinada forma cuando se mencionan algunas palabras clave, y el uso de la razón brilla por su ausencia en cualquier debate sobre el asunto. En vano les dirás, por ejemplo, que el ser humano en el seno de una mujer embarazada NO ES PARTE DE SU CUERPO, porque tiene un ADN distinto. En vano les dirás que la vida humana empieza en el momento de la concepción, por lo que cualquier procedimiento posterior que acabe con esa vida es MATAR. En vano les dirás que si una mujer no quiere cuidar de su hijo, hay muchas familias esperando para adoptar. En vano les dirás que un aborto tiene gravísimas consecuencias físicas, pscicológicas y espirituales sobre la mujer. Todo eso será en vano, porque el feminismo es una enfermedad que impide el correcto uso de la razón. Además, parece que los feministas no se dan cuenta de que el aborto es aprovechado por hombres sin escrúpulos que utilizan a las mujeres como objetos sexuales, para mantener su estilo de vida hedonista e irresponsable. En un país donde el aborto es legal, cuando una mujer queda embarazada tras una relación esporádica, si conoce el nombre del padre, cosa que a menudo no será el caso, éste sólo tendrá que pagarle por deshacerse del niño y así se lava las manos del problema. ¡Menuda liberación! Personalmente he conocido muchos casos en que la mujer va al abortorio presionada por su novio, que no quiere saber nada de del bebé. El aborto, más que una conquista para la mujer, es una trampa que la destruye. 
  3. El sufragio. En las democracias liberales modernas la mayoría del electorado son mujeres, por lo que los políticos se deshacen en esfuerzos por conseguir el voto femenino. Esto tiene ventajas e inconvenientes. Está demostrado que las mujeres son menos propensas a dejarse engañar por ideologías y teorías políticas abstractas, porque se guían por cosas más concretas, como lo que le viene bien a su familia. Por otro lado, suelen ser más manipulables por los demagogos, dado que se mueven más por los sentimientos que los hombres. Personalmente no creo que el sufragio femenino se pueda calificar de avance social, porque tampoco considero tal cosa el sufragio masculino. A mi juicio la democracia es solamente una forma más de gobernar, que en los últimos tiempos tampoco ha traído muy buenos frutos.

Mentira nº 6: El feminismo es un movimiento para la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres.

El feminismo ha sido desde sus inicios una rama del marxismo. Es una ideología revolucionaria que busca la destrucción de la Cristiandad, y para lograr este objetivo ataca los dos pilares de la sociedad cristiana: la familia y la Iglesia. Si fuera un movimiento para la igualdad de derechos entre los sexos, no se entendería su inquina contra la Iglesia Católica, que tanto ha hecho para las mujeres a lo largo de la historia, y su sumisión frente al Islam, la gran fuerza opresora de la mujeres en el mundo. Además, la activista feminista más influyente de los años ´60 y ´70, Gloria Steinem, trabajó a las órdenes de la CIA. Esto no una estrambótica teoría mía; cuando en 1967 se publicó esta información, lejos de negarlo, Steinem se congratuló de haber conocido "a algunos liberales en el gobierno en aquellos tiempos con una visión a largo plazo." Tiene toda la razón, la élite que dirige el mundo tiene gente visionaria... para el mal. Los que dirigieron el movimiento feminista desde la sombra, subvirtiendo el orden natural de la familia a través de la guerra de sexos, siguieron a la perfección la hoja de ruta del revolucionario Antonio Gramsci, que hablaba de la "larga marcha" de las ideas marxistas hasta conquistar la hegemonía cultural. Que nadie se engañe, el feminismo tiene poco que ver con los derechos de las mujeres; es un cáncer que, si lo permitimos, destruirá el orden social cristiano.


miércoles, 14 de septiembre de 2016

La censura

El otro día estuve hablando con un familiar sobre el Caudillo, Francisco Franco. Como regla general, lo que digo sobre el legado de este ejemplar líder católico no suele gustar. Hay una gran incapacidad para ver lo positivo en un régimen que los medios y la élite académica se han dedicado a demonizar durante 40 años. Quizás los que son algo inmunes a las mentiras que el Sistema propaga sobre el franquismo son los españoles mayores de 60 años, porque ellos han vivido en sus propias carnes la época en cuestión, y saben que no era como se pinta ahora. Aún no he conocido a una sola persona española de la tercera edad que hable mal de Franco, si no es descaradamente comunista o atea. La inmensa mayoría de personas mayores con las que he hablado, y he hablado con unas cuantas, porque me interesa el asunto, dicen que Franco fue un buen hombre que hizo lo que pudo para su país, y que aquellos tiempos tenían cosas buenas y malas, como cualquier época.

El otro día no fue una excepción a la regla. Me contestó el familiar: "¡pero si en los tiempos de Franco existía la censura!" Esta respuesta es típica de la mentalidad progre, que entiende que la censura es mala, porque hay que permitir que cada uno se exprima libremente. Argumentan que si Franco utilizaba la censura, un hecho innegable, significa que su régimen fue una total abominación, porque, para el liberal, un solo pecado contra el sacratísimo dogma de la libertad de expresión es suficiente para condenarse (aunque ni siquiera crean en el Infierno). En realidad, el derecho a la libertad de expresión es un falso derecho y los católicos que lo defienden se posicionan en contra del Magisterio de la Iglesia, como explicaré más adelante. Sin embargo, hay una ironía más profunda a la postura progre actual: hoy en día, en los países democráticos y liberales, también existe la censura. Por ello respondí: "En España ahora existe la censura. Si hablas en contra de la ideología de género o contra las perversiones sexuales, te pueden multar o hasta meter en la cárcel." La reacción a mi argumento fue simplemente la negación a aceptar la realidad: "No digas tonterías, a nadie le va a pasar nada por decir lo que piensa. No existe censura en España, ni en ningún país democrático."

Lo que le ha pasado este mes a Pío Moa por criticar lo que él llamó el totalitarismo de la ideología de género, demuestra que sí existe la censura en España. Puede parecer poca cosa cerrar una cuenta de Facebook, pero están todavía calentando motores. Las leyes a las que se refería D. Pío acaban de aprobarse. Empiezan cerrando tus cuentas en internet, como aviso a navegantes, y terminan metiéndote en la cárcel. Pero no suelen llegar tan lejos, porque la gente se acobarda enseguida. Basta hacer escarnio público con una figura prominente, y todo el mundo agacha la cabeza. Como ejemplo de ello, en 2008 multaron a una juez con 3000€ por criticar la ley de violencia de género. Un amigo juez, cuyo nombre no divulgaré por razones evidentes, me aseguró que dicha ley era anticonstitucional, porque establecía distintas penas para las mismas ofensas, en función del sexo del culpable, algo expresamente prohibido por la Constitución Española. Esto es más o menos lo que dijo públicamente la juez que fue multada. ¡No importa! Si criticas una ley de ingeniería social del Sistema eres un machista, facha, reaccionario, cavernícola, que odia a las mujeres, y mereces pudrirte en la cárcel.

Dentro de poco veremos muy posiblemente a un obispo en la cárcel en España, precisamente por ir en contra del lobby homosexualista. El candidato con más papeletas para este honor es sin duda Monseñor Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares. ¡Que me reserven una celda al lado suyo! Este hombre hace lo que deberían hacer todos los obispos del mundo: denunciar incansablemente el mal en el mundo y advertir a los fieles de los peligros que acechan. Es simplemente lo que hace un buen pastor. El Sistema espera que en cuanto metan a un obispo en vereda con un castigo ejemplar, los demás se comportarán. Por desgracia, creo que sus esperanzas están bien fundadas. La mayoría de los obispos españoles son hombres pusilánimes, a los que los aplausos del mundo, su carrera eclesiástica y las cuentas corrientes de su diócesis les importan más que las almas de sus fieles, por no hablar de la suya propia. Con amenazas creo que el Nuevo Orden Mundial conseguirá lo que quiere: hacernos tragar la ideología de género y pervertir a nuestros hijos.

Volviendo al falso derecho de la libertad de expresión, lo que pocos católicos saben es que la Iglesia, hasta el calamitoso Concilio Vaticano II, siempre ha condenado la idea de que cada uno es libre de pensar, decir y publicar lo que quiera. Esta idea relativamente moderna, de origen masónico, triunfó en Francia con la Revolución de 1789, y desde entonces ha calado muy hondo en todas las sociedades occidentales. Durante los casi dos siglos entre la Revolución y el mencionado Concilio, la Iglesia se mantuvo firme en su oposición a las ideas liberales, desde la condena fulminante de la Declaración de los Derechos del Hombre por Pío VI, apenas dos años después de su publicación, hasta Humani Generis de Pío XII en 1950. Los Papas del siglo XIX eran esencialmente antiliberales y con el fin de luchar contra las ideas emanadas de la Revolución Francesa, como el indiferentismo religioso, la separación entre Iglesia y Estado y el tema que nos ocupa, escribieron una sucesión de encíclicas contrarrevolucionarias, entre las que destacan las de Gregorio XVI, Pío IX y León XIII.

Gregorio XVI escribió en Mirari vos de 1834 que la libertad de imprenta era una doctrina "nunca suficientemente condenada". Haciendo un repaso al Magisterio de la Iglesia reafirmó que el error no tiene derechos. Citó la célebre frase de San Agustín: ¡Qué peor muerte para el alma que la libertad del error! En éstos términos tan contundentes condenó Gregorio XVI la libertad de expresión:
Hay, sin embargo, ¡oh dolor!, quienes llevan su osadía a tal grado que aseguran, con insistencia, que este aluvión de errores esparcido por todas partes está compensado por algún que otro libro, que en medio de tantos errores se publica para defender la causa de la religión. Es de todo punto ilícito, condenado además por todo derecho, hacer un mal cierto y mayor a sabiendas, porque haya esperanza de un pequeño bien que de aquel resulte. ¿Por ventura dirá alguno que se pueden y deben esparcir libremente activos venenos, venderlos públicamente y darlos a beber, porque  existe un antídoto y alguna vez ocurre que el que lo usa haya sido salvado de la muerte?
El Papa Pío IX
Pío IX escribió su famoso Syllabus de 1864 para condenar los errores liberales, incluido la libertad de expresión:
Es falso que la libertad civil de cultos y la facultad plena, otorgada a todos, de manifestar abierta y públicamente las opiniones y pensamientos sin excepción alguna conduzcan con mayor facilidad a los pueblos a la corrupción de las costumbres y de las inteligencias y propaguen la peste del indiferentismo. (Error condenado nº 79)
León XIII escribió esto en Libertas praestantimum (1888) respecto al falso derecho de la libertad de expresión:
Existe el derecho de propagar en la sociedad, con libertad y prudencia, todo lo verdadero y todo lo virtuoso para que pueda participar de las ventajas de la verdad y del bien el mayor número posible de ciudadanos. Pero las opiniones falsas, máxima dolencia mortal del entendimiento humano, y los vicios corruptores del espíritu y de la moral pública deben ser reprimidos por el poder público para impedir su paulatina propagación, dañosa en extremo para la misma sociedad. Los errores de los intelectuales depravados ejercen sobre las masas una verdadera tiranía y deben ser reprimidos por la ley con la misma energía que otro cualquier delito inferido con violencia a los débiles.
Podría poner muchos otros ejemplos, pero el lector interesado puede encontrar fácilmente todas las encíclicas papales de esta época en internet.

Es de sentido común que si existe la Verdad y esa Verdad puede ser conocida, el error no tiene lugar legítimo en la sociedad, y las autoridades públicas, además de los individuos, deben hacer todo lo posible para promover la Verdad y reprimir el error. El problema es que los liberales y modernistas, por definición, no creen en la Verdad, o dicen que, si existe, la inteligencia humana no es capaz de conocerla. Esto es una herejía. Los católicos sabemos que sí existe la Verdad y que Dios nos la ha comunicado, primero a través de los patriarcas y profetas, y en los últimos tiempos a través de Su Hijo Jesucristo. La Iglesia Católica custodia y enseña esa Verdad, para que todos los hombres puedan conocerla y a través de ella salvar su alma. El hombre ha sido dotado por Dios de inteligencia para poder discernir entre la Verdad y el error, por lo que nadie tiene excusa. Por esta razón, cuando se trata de la Verdad, un católico NO PUEDE ACEPTAR LAS PREMISAS LIBERALES. Por desgracia, muchos católicos han admitido los falsos derechos liberales, sin darse cuenta de que están fundamentados en graves errores, que son completamente incompatibles con la fe católica.


Los estados católicos, desde Carlomagno hasta Francisco Franco, siempre han prohibido la difusión de libros contrarios a la fe y la moral pública. Según Gregorio XVI, los mismos apóstoles quemaban libros heréticos, y así lo ha hecho la Iglesia durante casi 2000 años, hasta que Pablo VI, de infeliz memoria, decidió eliminar el Índice de libros prohibidos. En España durante el franquismo, la pornografía estaba prohibida, y los viciosos que deseaban ver películas guarras solían "peregrinar" hasta Perpiñán, ciudad francesa cerca de la frontera española. En aquellos tiempos en los kioscos hubiera sido impensable encontrar revistas con señoritas desnudas en la portada. Sin embargo, hoy en día vemos eso en vallas publicitarias gigantes por doquier. Durante el franquismo los medios de comunicación tenían mucho cuidado de difundir ideas contrarias a la fe católica y las buenas costumbres, porque sabían que el régimen les vigilaba y que les esperaría un severo correctivo en caso de infringir las normas de la censura.

Siempre he pensado que hay que imaginar que un país es como una gran familia. El jefe de estado es como el padre de todos los ciudadanos, y por ende tiene obligaciones similares a cualquier padre de familia. Un buen padre no deja que sus hijos lean, oigan y vean cualquier cosa, porque sabe que la mentira y el vicio pueden echar a perder su alma, sino que elige cuidadosamente lo que considera bueno para ellos y desecha lo que considera malo. Digo que esto es lo que hace un BUEN padre, porque hay muchos que no lo hacen. Recuerdo una reunión de padres en que una maestra nos dijo: "da igual lo que lean sus hijos, con tal de que lean." Le tenía que haber preguntado si daba igual también lo que comieran, con tal de que comieran. Desde la perspectiva católica, la censura es algo imprescindible en la tarea de los padres y también es esencial en la tarea del gobernante.

He explicado porqué en principio estoy a favor de la censura. El dilema no es censura sí - censura no. Todos los regímenes, desde los estados católicos hasta los regímenes comunistas, la usan en cierto grado para mantener un mínimo de homogeneidad cultural. El dilema es QUÉ TIPO DE CENSURA. Si lo que se censura es el error y el vicio, como se hacía en España bajo Franco, es un ejemplo de buen uso de la censura, algo conforme al Magisterio y la práctica bimilenaria de la Iglesia, a lo que ningún católico puede objetar. En cambio, si la censura se utiliza para acallar la Verdad y el bien, como se hace hoy en día en España, es el colmo de la perversidad. En este caso sería preferible que no existiera ningún filtro en absoluto, porque así al menos la Verdad y el error, el bien y el mal, estarían en igualdad de condiciones.

"Primero impide a los que enseñan el error y después impide que otros hagan caso a los que enseñan el error."
¿Cuál es la situación actual en las democracias liberales? Ahora, en nombre de la libertad de expresión, se permite mentir descaradamente a todo quisque. Apenas hay depravación que no recibe publicidad; no existe límite al mal gusto, a la cutrez en los medios; ideas perniciosas, desde el marxismo hasta la ideología de género, no sólo se permiten, sino que se promueven con ahínco. Como colmo de la impiedad, la blasfemia se erige como un "derecho humano". A la vez que el error y el mal tienen campo libre para envenenar las almas de los ciudadanos, se silencia la Verdad. Pongo varios ejemplos concretos:

  • Está bien visto hacer campaña a favor del aborto libre, como un "derecho de la mujer", pero si alguien enseña en público imágenes reales de mujeres que ejercen tan fabuloso derecho, es culpable de un delito penado con multas cuantiosas.
  • En clase de biología en los colegios (públicos y privados) está terminantemente prohibido enseñar que el hombre fue creado directamente por Dios, como nos dicen las Escrituras y siempre han creído los católicos.
  • Está permitido blasfemar contra Jesucristo, Su Santísima Madre, todos los santos y la Iglesia, pero si alguien osa cuestionar ciertos datos históricos relativos a nuestros "hermanos mayores en la fe", se encontrará pronto en la cárcel. Ya lo dijo Voltaire: "Si quieres saber quien te gobierna, pregúntate a quien no puedes criticar." 
  • Como ya he explicado, la promoción de perversiones sexuales está a la orden del día, pero si alguien habla en contra del poderoso lobby gay, sin duda tendrá represalias.  
  • En clase de religión católica se podrá hablar de muchas trivialidades y contar historias bíblicas, pero jamás se podrá pronunciar el dogma de fe "fuera de la Iglesia no hay salvación".
En resumen, la censura es absolutamente necesaria, tanto a nivel familiar como social, y la enseñanza tradicional de la Iglesia es inequívoca al condenar el falso derecho a la expresión. En las sociedades occidentales hoy en día sí existe la censura, aunque los mandatarios no lo reconocen. La censura que existe es el peor tipo; silencia la verdad y el bien para favorecer la mentira y el vicio. Así que si alguien critica a Franco por usar la censura, hay que responder de la siguiente manera: 
Franco ejerció la censura para combatir el error y el vicio. Ahora se ejerce para combatir la Verdad y el bien. Elija Ud. qué tipo de censura prefiere. Y si dice que no quiere censura de ningún tipo es Ud un necio. De la misma manera que ningún padre permite que sus hijos se expongan a cualquier porquería en la televisión, los gobernantes tienen la obligación de proteger la moral pública con una censura sensata, y eliminar mensajes que dañan las almas de los ciudadanos.

jueves, 28 de julio de 2016

¿Por qué ya no se casa la gente?

Hace pocos años leí una estadística que me sorprendió. En el Reino Unido, por primera vez en décadas, el número de divorcios anuales está cayendo, y de manera bastante significativa. Pero cuidado, no es oro todo lo que reluce. Resulta que caen los divorcios porque ya casi nadie se casa. Los nacimientos de niños ilegítimos (fuera del matrimonio) han aumentado de forma espectacular, desde un 18 % en el año 1980 hasta un 50% en el 2016. Es decir, desde este año la mayoría de niños nacerán fuera del matrimonio. ¿Pero alguien se extraña? Hoy en día, con los divorcios express, es literalmente más fácil romper tu matrimonio que cambiarte de compañía de teléfono. Ahora hay bufetes de abogados que se anuncian en internet, que te solucionan el trámite EN UN MES por 350€. Si te cambias de compañía antes de finalizar el periodo de permanencia establecido en tu contrato de teléfono, tienes que pagar una penalización económica; mientras que si uno de los dos esposos comete adulterio, tras jurarse públicamente fidelidad mutua, no hay ninguna repercusión legal. Es el llamado "divorcio sin culpa". A un juez le da lo mismo que tu mujer te haya puesto los cuernos. Puede perfectamente otorgarle la custodia de tus hijos, que es lo más común. Conozco personalmente el caso de una mujer que se divorció simplemente porque se cansó de su marido, y que ahora recibe la pensión alimenticia para los hijos, y hasta vive EN LA CASA DE SU MARIDO con su nuevo novio. El marido se ha tenido que buscar un piso de alquiler, y ahora malvive con medio sueldo, sin mujer y viendo a sus hijos los fines de semana alternos.

Es cierto que las mujeres están menos orientadas hacía la familia que antaño. El feminismo les ha inculcado la idea de que tienen que competir con los hombres en el mercado de trabajo, que quedarse en casa para cuidar de su familia es sinónimo de ser una fracasada, y que casarse es sólo una opción más. No obstante creo que el gran escollo al matrimonio ahora es el comportamiento de los hombres. Pienso que muchísimas mujeres se casarían si encontraran hombres dispuestos a llevarlas al altar. Tras la anécdota que acabo contar no es difícil averiguar porqué los hombres han optado por no casarse. Es muy sencillo. ¿Qué le ofrece hoy el matrimonio a un hombre? Los hombres hemos constatado que ahora, en el plano económico y social, el matrimonio exige muchas renuncias a cambio de muy pocos beneficios. Si a esto añadimos el alto riesgo de que todo acabe en divorcio, con su altísimo coste emocional y económico para el varón, hay que concluir que el comportamiento de los hombres es muy lógico. No somos masoquistas. Vemos lo que hay, como viven los solteros y como viven los casados, y elegimos en consecuencia.


Yo me casé con 22 años, porque tenía convicciones religiosas. De no haber tenido fe estoy seguro que nunca me hubiera casado. Hubiera hecho lo que hicieron la mayoría de mi generación: disfrutar de la vida de soltero (fornicación, fiestas, con pocas o nulas responsabilidades), y vivir a costa de mis padres. Tenía claro que la fornicación y el concubinato eran pecados muy graves, y para mí nunca fueron una opción. Sin embargo, para el típico joven europeo de hoy, tras 50 años de catequesis descafeinada y la moral de situación emanada del Vaticano, pocos son los que se privan del disfrute carnal, a pesar de no tener intenciones de "formalizar su relación". Volviendo a la estadística que di al principio, si los británicos somos en general irreligiosos (hablo de los autóctonos, no de los indios, pakistaníes, africanos, caribeños y demás inmigrantes que legalmente son británicos también), es inevitable que hoy en día el matrimonio esté en caída libre. Si nos olvidamos por un momento de la dimensión religiosa, el matrimonio se ha convertido en una propuesta muy poco atractiva para el hombre británico (y europeo diría) de hoy.

Veamos, ¿cómo representa nuestra cultura al hombre casado hoy en día? Los medios de comunicación de masas suelen pintar al hombre casado como un objeto de burla. El casado es un pobre "pringao", mientras que el soltero es atractivo, inteligente, guay. No hay más que ver las series televisivas, que tanto influyen en las mentes de las generaciones jóvenes. En Family Guy (Padre de Familia), Los Simpson, y otros de su estilo, el marido es el más tonto de la familia, el miembro con menos cualidades morales, del que todo el mundo se ríe. Hace unos 50 años esto no era así. No hay más que ver como las películas de entonces enaltecían al padre de familia. Por supuesto que ya había empezado Hollywood a minar los valores cristianos, y no podemos decir que todo lo que hubo en los años ´50 fue trigo limpio. Sin embargo, en esa época, a diferencia de nuestro tiempo, lo bueno aún abundaba en la industria cinematográfica. Podría poner como ejemplos positivos las siguientes películas, que en su día obtuvieron gran éxito: It´s a Wonderful Life Swiss Family Robinson,

Hasta hace no mucho, la cultura occidental otorgaba la posición de máximo respeto al marido y padre de familia. Un hombre soltero y sin hijos apenas se tenía en cuenta para ciertas cosas de la vida social, porque casarse y tener hijos era considerado como un rito de paso hacía el mundo de los adultos, un signo de prestigio. Dentro y fuera de la familia se respetaba al hombre casado. Prueba de ello es que no se concebía a un representante político que no estuviera casado. El lector podrá repasar las listas de ministros, gobernadores, senadores y presidentes en el mundo occidental antes de la "revolución sexual" de los años ´60; verá que un hombre soltero no podía aspirar a un puesto de poder en la política, porque socialmente se confiaba más en los hombres de familia que en los solteros.

Tras varias décadas de feminismo, se les ha inculcado a los hombres un deprimente complejo de inferioridad, la idea de que para ser mejores personas tienen que ser menos masculinos. Los hombres modernos se han "estrogenizado". Todos los valores femeninos son ensalzados: la sensibilidad, la empatía, la dulzura, etc.; mientras los valores masculinos, como el valor, la fuerza, el honor y el sacrificio, son olvidados, cuando no ridiculizados. Una consecuencia evidente de esta estrogenización de los hombres es la epidemia de homosexualidad que padece Occidente. Otra consecuencia, menos evidente pero igualmente dañina, es la vulnerabilidad actual de las mujeres europeas. Los hombres han aprendido a comportarse como si fueran mujeres. Han sido adoctrinados en el pacifismo,- desde el parvulario se les ha dicho que la violencia es el último recurso de los incompetentes. Ahora saben hablar de sus sentimientos, pero no tienen ni idea de cómo dar un puñetazo.

El problema de este pacifismo buenista es que los invasores musulmanes no están estrogenizados como los occidentales. Ellos no entienden de teorías feministas, ni les interesan lo más mínimo. Ante los bárbaros sólo funciona la fuerza. Un buen ejemplo de ello fue lo que ocurrió el 31 de diciembre de 2015 en Colonia, Alemania. Ante el acoso de mujeres alemanas por parte de miles de hombres musulmanes, ¿qué hicieron los hombres alemanes? En el mejor de los casos, grabar los incidentes con su móvil. En un país normal, los hombres hubieran reaccionado de forma contundente, y no estoy hablando de diálogo o enriquecimiento multicultural con los acosadores. En un país normal, estos musulmanes hubieran vuelto a casa cojeando, con la cara hinchada.

Se puede pensar que esto tiene poco que ver con las razones por las que la gente ya no se casa. Sin embargo, yo creo que tiene todo que ver. La naturaleza tiene un orden, y cuando ese orden se trastoca todo empieza a fallar. Los hombres ya no se comportan como hombres, y las mujeres ya no se comportan como mujeres. ¿Cómo no va a repercutir esto sobre la institución del matrimonio? En mi opinión, el valor masculino por antonomasia es el sacrificio. No hay motivación tan poderosa para un hombre como sacrificarse por los suyos. A lo largo de la Historia se ha visto como los hombres han dejado su familia y su tierra para ir a luchar por la preservación de su patria. Para destruir el patriarcado, el ataque del feminismo se ha centrado en la disposición natural del hombre de sacrificarse por los suyos, sobre todo en las fuerzas armadas, que han sido casi desmanteladas donde el feminismo ha arraigado. Hasta las fuerzas del orden han sido feminizadas; ahora tienen que dialogar con los criminales. Me han dicho varios policías españoles que llevan la pistola de adorno, porque en la práctica tienen prohibido su uso; tienen que esperar a que les disparen antes de abrir fuego, y lo normal es que ya estén muertos cuando llegue el momento de poder responder. Todo esto va en detrimento de la seguridad ciudadana y la justicia, y en pro de los delincuentes, pero a las feministas no les parece importar, mientras consiguen "amariconear" a la mayoría de hombres.

El sacrificio es además el núcleo de nuestra religión católica: Dios Mismo se hizo hombre para sacrificarse por nosotros en la Cruz. La vida de Jesucristo, el hombre perfecto, se puede resumir en una palabra: sacrificio. En cada Santa Misa se actualiza el Santo Sacrificio que el sacerdote ofrece por el perdón de los pecados. Esto se ha intentado ocultar con la Misa nueva, el Novus Ordo Missae, porque ni siquiera nuestra religión está a salvo del feminismo. En lugar de hablar de sacrificio, se habla de un banquete o una celebración de los fieles. Se ha oscurecido deliberadamente los elementos sacrificiales en la liturgia, para poner el acento sobre la unión de los asistentes o la alegría de la Resurrección. Esto es lo que el Cardenal Heenan llamó la feminización de la liturgia. Dijo esto el cardenal inglés al colegio cardenalicio en el Vaticano tras la primera Misa experimental del Novus Ordo de 1967:
En casa ... asisten con regularidad a la Misa padres de familia y hombres jóvenes. En caso de ofrecerles el tipo de ceremonia que presenciamos ayer, nos encontraríamos con una congregación de mujeres y niños.
¿Quién se atrevería a negar que su advertencia se ha cumplido? La nueva Misa en general no atrae a los hombres, y el resultado de la deserción de sus deberes religiosos de la gran mayoría de los hombres es nada menos que la muerte de Occidente.

Si queremos salvar el matrimonio para Occidente, necesariamente debemos recuperar el valor del sacrificio. Los hombres tienen que educarse en el sacrificio, vivir diariamente el sacrificio, porque el matrimonio es esencialmente un sacrificio. Es renunciar a muchas cosas que nos apetecen por un bien mayor. Es estar dispuesto a entregar nuestra vida por la mujer y los hijos. Según las estadísticas, muy bien explicadas en este vídeo, los hombres que no se casan nunca ganan menos dinero y consiguen menos puestos de responsabilidad. Se toman más vacaciones y se ponen enfermos con más frecuencia. Los hombres casados dejan de pensar exclusivamente en su propio interés para pensar en el bien de su familia. Se vuelven más responsables y más trabajadores. Si a los dirigentes políticos realmente les interesara el futuro de sus países, incentivarían a los hombres a casarse. Podrían empezar por derrogar las leyes que permiten el divorcio, que casi siempre discrimina contra los hombres. Luego podrían reformar el sistema de impuestos, para que los solteros pagasen mucho más que los casados. Es justo que los que se sacrifican sean recompensados. No obstante, eso no sería más que la punta del iceberg.