Cristo de la Luz

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martes, 9 de febrero de 2021

¿La meditación es católica?

Hoy en día en Occidente, a la vez que las iglesias se vacían, parece que todo el mundo se ha vuelto muy "espiritual". Los youtubers y blogueros de todo tipo recomiendan a sus millones de seguidores hacer meditación diaria. Hasta el profesor de Aikido de mis hijas ha enseñado a sus alumnos a meditar. Es de lo más fashion. ¿Esto puede ser un signo de renacimiento religioso? Desde luego que no. Es un signo de todo lo contrario; del declive de la verdadera religión y de su sustitución por una espiritualidad fácil, adaptada al consumidor. Cada uno, a modo de bricolaje, hace su espiritualidad a su medida, e intenta de esta manera acallar durante un tiempo el vacío existencial dentro de su alma. Pero este vacío no se llenará jamás con la espiritualidad de la Nueva Era, porque su principal característica es la total ausencia de Dios.


La diferencia fundamental entre la meditación cristiana y la meditación pagana que ahora está tan en boga, es que la primera es teocéntrica (se centra en Dios) y la segunda es egocéntrica (se centra en uno mismo). Por esta razón los libros sobre meditación pagana en las librerías se encuentran en la sección de auto-ayuda. El cristiano cree que es Dios quien bajó del Cielo para salvarnos de nuestros pecados y que es Dios que cada día dispensa Su gracia para darnos las fuerzas de vivir según Sus mandamientos. El pagano moderno cree que, si hay un dios, no le va a ayudar en su día a día, por lo que todo depende de lo que él haga. Por eso se esfuerza en «conocerse», en adquirir técnicas de concentración mental que le ayuden a tener éxito en las tareas que emprende. 

Esta meditación pagana, llamada «transcendental», es una especie de neo-pelagianismo [1], porque detrás de ella está la negación de la necesidad de la gracia de Dios para salvarse. El pagano moderno que, para impresionar a sus followers, publica fotos en su página de Instagram, haciendo la posición del lotus por la mañana temprano, en el fondo se cree que así puede salvar su alma. ¿De verdad cree que por aprender unas cuantas técnicas orientales, por dejar la mente en blanco durante veinte minutos al día, sus pecados serán perdonados?


Quizás el mayor problema de la meditación pagana, que tanto se promueve ahora, es que abre el alma a ataques espirituales muy peligrosos. De esto nadie habla hoy en día, porque creer en espíritus malignos es considerado superstición (mientras que millones de personas aparentemente inteligentes creen en bobadas anti-científicas como las chacras del cuerpo). Al dejar la mente en blanco, como enseña la meditación budista-oriental, el alma queda completamente desprotegida de fuerzas exteriores. Dios nos ha dado una mente poderosa, que normalmente filtra todo lo que nos llega por diversos medios. Esto es absolutamente necesario, porque sin filtros el bombardeo de estímulos e ideas sería intolerable y entraríamos en un estado de parálisis mental. 

Meditar, en el sentido oriental del término, pensar en absolutamente nada, NO ES CRISTIANO. 


En ningún sitio de las Escrituras se nos manda vaciar completamente la mente y no pensar en nada. Ningún autor espiritual católico, ningún santo o Doctor de la Iglesia ha recomendado jamás semejante cosa. Por esta razón, la práctica de la meditación transcendental en Occidente no llegó a las masas hasta el influjo de filosofías y religiones orientales, sobre todo durante los años ´60 del siglo XX. Mucho tuvieron que ver en su popularización el grupo de música británico, los Beatles, los mismos que afirmaron ser "más famosos que Jesucristo". La importación de falsas religiones de Oriente, y con ellas la meditación transcendental, fue un eslabón importante en la cadena de impiedad que arrasó con lo que quedaba del orden social cristianismo en Occidente. En los años ´60 se legalizó en el Reino Unido el aborto, se normalizaron la fornicación y el adulterio, se disparó la tasa de ilegitimidad, la sociedad se inundó de inmundicia (modas indecentes, pornografía, blasfemia) y se promovía el uso de drogas alucinógenas. En España, gracias al Caudillo, tales fenómenos se retrasaron y no fue hasta después de su muerte en 1975 cuando se produjo ese declive moral. Lamentablemente, hoy en día en España las prácticas espirituales orientales están tan en boga como en cualquier otro país.

Santa Teresa de Jesús, maestra de maestras en la auténtica meditación cristiana, compara nuestra alma con un castillo fortificado. Lógicamente está fortificado para que nadie entre sin nuestro permiso. Avanzar en la meditación consiste en permitir que Dios entre hasta la habitación más interior de nuestro castillo. Primero le abrimos la puerta principal de la muralla exterior, permitimos que cruce el umbral de nuestro castillo, que suba las escaleras, hasta el aposento más interior, donde se desposará con nuestra alma. Dejar la mente en blanco con la meditación pagana, es bajar todas nuestras defensas, dejar todas las puertas de nuestro castillo abiertas de par en par, sin vigilancia. Es posible que no entre nadie, pero también es posible que entre el Enemigo, quien, sin tener que disparar una sola flecha, sin encontrar resistencia alguna, se hará con el mando del castillo.

La transverberación de Santa Teresa

Los "modernos" que practican la meditación transcendental creen que poner la mente en blanco no es peligroso, porque no hay nada (ni nadie) interesado en franquear nuestra alma. De la misma manera creen que no corren peligro cuando pecan, porque nadie les juzgará, o que no hay que temer lo que ocurra después de la muerte porque no existe el Infierno. Por influencia de la filosofía budista, cuya Nirvana es esencialmente la nada, y lleva al nihilismo existencial, tienen una fe ciega en la NADA. La realidad es que la NADA no existe; siempre ha existido Dios y siempre existirá. Después de la muerte no nos aniquilamos (a pesar de las herejías que ha proferido el Papa Francisco), porque, a diferencia de los animales, tenemos un alma inmortal. En la Eternidad, los paganos y ateos que practican la meditación budista no desaparecerán, sino que arderán para siempre en el Infierno, si no se arrepienten a tiempo.

Si queremos protegernos del Enemigo, debemos alejarnos de toda práctica que proviene de religiones falsas de Oriente, sea la meditación transcendental, el yoga, el Reiki, o cualquier otra. Dice San Agustín que el Demonio es como un perro rabioso atado por una cadena. Sólo hará daño a quien se le acerca demasiado. Al abrir nuestra mente a toda influencia exterior, al bajar nuestras defensas, nos ponemos al alcance de ese perro rabioso. 

Algunos insisten en que no tienen ningún interés en el componente espiritual de la meditación, que para ellos es sólo una «técnica» para buscar el bienestar mental y emocional. Al Demonio le da exactamente igual las razones que tengas por abrirle la puerta de tu alma; si ve la oportunidad de hacerte daño, entrará. Mucha gente asegura que la meditación transcendental aumenta su capacidad de concentración, o incluso le ayuda para salir de adicciones. Pero, ¿de qué sirve si te crea otros problemas más gordos? El que busca mejorar un aspecto de vida con la meditación transcendental es como el hombre desgraciado que describe Nuestro Señor:
"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: "Me volveré a mi casa, de donde salí." Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. (Lucas 11:24,25)

El título de este artículo, «¿es católica la meditación?», es un tanto ambiguo, porque para responder tengo que decir que depende; hay una meditación que sí es católica y otra que no lo es. La meditación transcendental que procede de Oriente no sólo no es católica, sino que es peligrosa y muy desaconsejable. Pero también hay una meditación católica, la que practicaron todos los santos, y es algo que todos deberíamos hacer. Si queremos avanzar en la vida espiritual, en nuestra relación con Dios, diría que es absolutamente necesaria.

La meditación católica consiste en reflexionar de manera profunda sobre Dios, Sus Mandamientos, las verdades de fe, nuestros pecados y debilidades, y sobre realidades profundas como nuestra muerte. En las Sagradas Escrituras éste es el sentido de la meditación. Pongo tan sólo unos pocos ejemplos:
En nada se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas. (Josué 1:8)
En tus ordenanzas quiero meditar y contemplar tus caminos. (Salmo 199:15)
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. (Filipenses 4:8)

Recuerdo que cuando empezó esta locura del coronavirus, hablando por teléfono con un amigo, le dije que tenía la esperanza de que esta situación de confinamiento pudiera servir para que la gente empezara a reflexionar sobre su vida. Con poca actividad, sin el frenético vaivén de antes, mucha gente meditaría, quizás por primera vez, sobre su mortalidad, sobre lo que está haciendo con su tiempo, sobre las realidades eternas. Tenía la esperanza de que esto llevara a muchos a encontrarse con Dios, que siempre es más fácil de encontrar en la quietud y el silencio, que en el bullicio. Mi amigo no compartía mi esperanza y siento decir que ahora entiendo que tenía razón. La gente no se ha vuelto a Dios durante este año de pandemia, y no es porque practica una meditación pagana, sino porque ha buscado otras formas de distracción, como las series de Netflix, los vídeos de Youtube, Tik-tok, y un sinfín de aplicaciones nuevas. Creo que ahora la tecnología es uno de los principales obstáculos a la meditación verdadera. Los teléfonos móviles van con nosotros las 24 horas del día y, si no ponemos límites, nos impiden meditar sobre cuestiones transcendentes, y perdemos el silencio interior tan necesario para poder encontrarnos con Dios. Igual hay casos de personas que han aprovechado esta situación para meditar mejor, y si el lector conoce alguno, que me lo cuente. Pero en general, creo que durante el 2020 la Humanidad ha huido del silencio, de las verdades eternas, para perderse en las distracciones inútiles que le ofrecen las mega-empresas tecnológicas. 


Hablando de distracciones, personalmente he tenido muchas dificultades con la meditación, porque tengo una mente muy propensa a divagar y me cuesta mucho centrarme en un solo tema. Por esta razón me di cuenta de que me sería útil seguir un libro. Encontré hace un par de años una joya llamada Divine Intimacy [2], del Padre Gabriel de Santa María Magdalena, OCD. Consiste en una meditación diaria para todo el año, siguiendo el calendario litúrgico tradicional. Las meditaciones son muy profundas, extraídas principalmente de la espiritualidad carmelita, especialmente Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús. Si hasta una persona tan perezosa y poco inclinada a la oración como yo puede seguir el programa de meditación católica que propone este libro, debe ser efectivo y lo recomiendo de todo corazón. El único inconveniente es que no aún no existe una traducción al español.

Animo a mis lectores a encontrar algún método de meditación católica y practicarla a diario. Cada uno tendrá que encontrar lo que le vaya bien; a algunas personas muy espirituales les bastará arrodillarse, cerrar los ojos y se quedarán allí todo el tiempo que quieran, meditando. Yo, desde luego, no soy así. Otros lo harán con una copia de los Evangelios, otros con el famoso Kempis. Para otros les servirán imágenes o repetirán frases sueltas. También hay ciertos "trucos", que ayudan a sacar más provecho del rato de meditación y contribuyen a reforzar el hábito. 

  1. Hacerlo siempre a la misma hora, preferiblemente por la mañana temprano 
  2. Hacerlo siempre en el mismo lugar, un sitio donde nos encontramos cómodos y donde no nos van a interrumpir.
  3. Dejar nuestro teléfono apagado y fuera de nuestro alcance durante nuestra meditación.  
  4. Empezar con muy poco, 2 minutos, por ejemplo, e ir aumentando gradualmente el tiempo. He aprendido a nunca sobreestimar mi capacidad de concentración.
  5. Quedarse hasta que termine el tiempo que hemos establecido, sin importarnos la calidad de nuestra meditación. Es un tiempo que ofrecemos a Dios, por lo que no tenemos derecho a "robarle" minutos. Lo importante es que estamos haciendo lo que está en nuestras manos por buscar intimidad con el Señor. Lo normal es no sentir nada especial; pocos católicos tienen visiones místicas y levitan durante su meditación, y tampoco debemos desear algo semejante.
Espero que en este año 2021, cada alma que lea este artículo se encuentre en el silencio con Dios, para reflexionar seriamente sobre las verdades eternas, contemplar los atributos de Dios y «tratar con amistad» a Nuestro Señor.

                                       NOTAS

[1] Pelagio fue un hereje que vivió entre los siglos IV y V de nuestra era. Negó el dogma del pecado original y la necesidad de la gracia divina para la salvación del alma. Su gran adversario fue San Agustín.

[2] Divine Intimacy del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD, Baronius Press 2015. Traducido del italiano y publicado originalmente en 1952.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Saber morir

A veces aprendes más sobre una persona en sus últimos momentos que durante años de convivencia. Ayer murió C., una persona excepcional, cuyo nombre no desveleré por respeto a su intimidad. Fue una amiga cercana de mi mujer y su marido, S., es amigo mío. Reconozco que no siempre me llevaba bien con C., porque era del Opus dei y por ende, menos tradicional que yo. A veces me pinchaba, sabiendo que no pensaba como ella, y como era algo mayor que yo (y maestra) me solía reñir amablemente. En nuestras conversaciones sobre religión solían formarse dos bandos; por un lado los hombres, S. y yo defendíamos la postura más tradicional; por otro las mujeres, C. y mi mujer argumentaban desde una visión más "moderna". A lo largo de los años hemos tenido muchas conversaciones; a pesar de nuestras diferencias, daba gusto hablar con ellos de cualquier tema, porque los dos eran muy abiertos, sin falsos aires ni pretensiones, y nunca te daban la razón, como a los tontos. Además, S. habla por los codos. Recuerdo los domingos que nos quedábamos charlando tras la Misa en un parque, mientras los niños compraban chucherías y se tiraban por los columpios. Hemos llegado tarde a más de una comida familiar por no poder "escaparnos" de S. Nuestros hijos ya sabían que si empezábamos una conversación con S., la cosa iba para rato. 

Poco después de conocer al matrimonio, nos dimos cuenta de que algo fallaba. Un día C. confesó a mi mujer que S. tenía un grave problema de celos. Ella nunca había sido infiel, pero S. sentía unos celos tremendos por un vecino, que años antes de casarse había sido brevemente novio de C. Lo absurdo de la situación es que C. era una buena mujer católica, que nunca había tenido relaciones íntimas con ningún hombre aparte de su marido. Hablamos largo y tendido con S. para hacerle entrar en razón, pero no atendía a nuestros argumentos. Seguramente por una autoestima muy baja, estaba obsesionado con la idea de que C. aún quería al otro hombre, que en realidad no era nadie para ella. Este problema de celos causó graves perjuicios en la armonía familiar y las hijas del matrimonio se pusieron todas en contra de su padre.

Cuando los padres de S. enfermaron, sin dudarlo, trajo a los dos a su casa, dejó su trabajo de comercial y los cuidó a tiempo completo durante dos años, hasta su muerte. Entretanto, llegó la crisis económica y cuando quiso volver al trabajo no fue posible. El pobre hombre estuvo varios años en paro, buscando trabajo o haciendo trabajos esclavos como teleoperador. Ahora, gracias a Dios, ha recuperado su trabajo antiguo de comercial. La verdad es que vendería frigoríficos a los esquimales, con la labia y el carisma que tiene. Cuando me enteré de lo que hizo para sus padres, pensé que llegado el momento, yo quisiera tomar la misma decisión que él. Recordé la sentencia de San Pablo:

Si alguien no tiene cuidado de los suyos, principalmente de sus familiares, ha renegado de la fe y es peor que un infiel. (1 Timoteo 5:8)

En un momento dado, S. dejó de asistir a Misa, diciendo que estaba "peleado con Dios". La tensión en su casa se cortaba con un cuchillo y naturalmente todos sufrían por esta situación. En vano intentaba persuadir a S. de venir conmigo a la Misa tradicional, donde vería una liturgia más sobria, más reverente y seria que en su parroquia de barrio. A menudo él hablaba de lo mal que estaba el mundo, de la crisis en la Iglesia. Pero lo hacía desde la desesperación, sin esperanza. El hombre estaba espiritualmente paralizado; yo notaba que la herida con su mujer no le dejaba vivir su fe. Decía que no había dejado de creer, pero le era imposible acercarse a la iglesia, confesarse y comulgar. De seguir así, S. hubiera terminado muy mal. Como dice San Agustín, "el que no vive según lo que cree, acaba creyendo según como vive." Nosotros estuvimos mucho tiempo rezando por su matrimonio y Dios no se rindió con S.; iba a jugar su baza ganadora que transformaría completamente su vida y la de su familia.

Hace dos años y medio a C. le diagnosticaron un cáncer de estómago. Durante la enfermedad mi mujer la visitó varias veces, tanto en su casa como en el hospital y hablabaron mucho por teléfono. C. decía que Dios le había mandado esa enfermedad para el bien de toda su familia, una familia en plena crisis. Decía que se ofrecía como víctima expiatoria para la salvación de los suyos. Nunca se quejó, se mantuvo de buen humor durante su calvario personal. Hacía el final le regaló a mi mujer una pulsera con una pequeña cruz. Le dijo; "es para que siempre abraces la cruz". S. nos ha contado que cuando el sacerdote entró a su habitación del hospital para confesarla por última vez, se puso a llorar. Le dijo que no le iba a poder confesar si lloraba, y ella contestó que no lloraba de pena, sino de alegría. Esto me recuerda la frase que escribió en su diario Santa Teresita del Niño Jesús, el día que escupió sangre por primera vez, sabiendo que se le acercaba su muerte por tuberculosis con tan sólo 24 años: "llega el Esposo".


Gracias al cáncer, al comportamiento ejemplar de C. y de todas las oraciones recibidas, S. pudo pedirle perdón a su mujer y se reconciliaron antes de que ella se fuera de este mundo. Creo que la enfermedad y muerte de C. ha logrado lo que nadie pudo conseguir: le ha ablandado el corazón y lo ha preparado para recibir otra vez el influjo de la gracia divina. 

No voy a unirme al coro de modernistas, que canonizan a cualquier muerto, diciendo: "ahora está en el Cielo". Sin embargo, pocas veces he tenido tanta seguridad en la salvación de un alma como en el caso de C. A pesar de ser poco tradicional, me ha dado una gran lección de vida. San Bernardo dice:

¡Qué consoladora es la muerte del justo! ... La muerte de los santos es preciosa a los ojos de Dios.


 

 

sábado, 26 de octubre de 2019

El Canalla, el Profanador y la Democracia

El otro día, a raíz de los gravísimos disturbios en Cataluña, motivados por la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a los cabecillas del intento de secesión, un compañero me enseñó un recorte de prensa del año 2006, en que se leía una frase del entonces presidente Rodríguez Zapatero. La entrevista de ZP con el director de uno de los periódicos más importantes de España, tuvo este momento estelar:
- ¿Se sentirá responsable si dentro de 10 años Cataluña inicia un proceso de ruptura con el Estado? 
 - Dentro de 10 años España será más fuerte, Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos.
¡Qué peligro tiene la hemeroteca! A diferencia de los verdaderos profetas, que ven un futuro que nadie alcanza a vislumbrar, ZP fue capaz de no prever lo que todos los demás veían venir desde lejos, o al menos fingir que no lo preveía; de la misma manera que no veía venir la crisis económica, cuando todos los indicadores señalaban que España estaba al borde de una grave recesión.

ZP, el canalla
¿Qué cabe decir respecto al talento de este hombre por no ver lo que tiene delante de las narices, por vender humo a los españoles, que se esfuma con la brisa matutina? Creo que no es muy inteligente montar en cólera contra ZP por el daño irreparable que ha causado a España, sin preguntarse cómo es posible que ganara no una sino DOS elecciones generales. Que un mentiroso compulsivo, un hombre sin principios de ningún tipo, un miserable y rastrero traidor gobierne España durante 7 años, dice mucho más del sistema que le ha aupado al poder que de él mismo. Mi compañero, que acertadamente criticó a ZP por su contribución al movimiento secesionista en Cataluña, no acertó ver que la raíz del problema no es tener malos gobernantes, sino un sistema que prácticamente GARANTIZA que siempre estaremos gobernados por lacayos mentirosos y corruptos. La democracia es un sistema que premia al oportunista sin escrúpulos y castiga al político honrado que trabaja para el bien común. ¿Por qué es así? Simplemente porque los seres humanos, por culpa de la ignorancia y el pecado, no sabemos lo que nos conviene. Cuando nos dan a elegir, solemos elegir lo que nos resulta más grato, al margen de lo que nos viene bien, o de lo que es mejor en un sentido moral.

Para ilustrar esto, compartiré algo que me contó mi hija de 10 años. Me dijo que había tenido lugar elecciones para el delegado de su clase, pero que en lugar de elegir al niño más apto para el cargo, los niños habían votado en su mayoría al "payaso de la clase". Me dijo que esa persona era completamente incapaz de ejercer las funciones de delegado, y ahora sus compañeros se arrepienten de haberla votado, pero que ya es demasiado tarde. Me comentó que hubiera sido mucho mejor si la profesora hubiera designado a dedo al alumno más adecuado para el puesto, sin tener que votar. Le expliqué que así es como funciona la democracia. Si quieres a la persona más competente para un puesto de responsabilidad, lo último que hay que hacer es someter la decisión a un concurso de popularidad. Ya nos avisó Socrates que en campaña electoral, el candidato que es más ducho en hacer promesas maravillosas que no puede cumplir, siempre tendrá ventaja sobre el candidato que hace una lectura sobria y sensata de la realidad. Me viene a la mente algo que cantaba una chirigota gaditano sobre ZP:
Nos prometió el oro y el moro, pero sólo cumplió a mitad. Del oro ni rastro, pero nos dio moros a patadas.
Para ganar sus segundas elecciones generales, a ZP le funcionó el viejo truco del caramelo: prometió devolver a todos los contribuyentes 400€ en su próxima declaración de impuestos. ¿A los españoles les preocupó que esto podría perjudicar aún más las arcas del Estado, al borde de una gravísima recesión económica? No, porque cada uno miraba su beneficio personal a costa del bien común. ZP literalmente compró su segundo mandato con el dinero de todos los españoles. Ganó porque fue más astuto que su adversario, porque sabía mentir mejor, porque prometía más cosas, en definitiva, porque se movía como un pez en el agua en el juego democrático. Supo apelar a los anhelos más primitivos de las masas, concretamente la avaricia, la lujuria, la soberbia y la envidia. ¡Nunca hay que subestimar el poder de los pecados capitales en la política!

No se puede criticar a un canalla como Rodríguez Zapatero, sin poner bajo escrutinio el sistema que permite el triunfo de dicho canalla. Sería como criticar a las ganadoras del concurso de belleza Miss Mundo por estar operadas, sin mencionar que las bases del concurso de ninguna manera prohíben la cirugía estética. Lógicamente, si la cirugía da claras ventajas y no se prohíbe esta práctica, todas las candidatas se someterán a operaciones. Hay que rascar la superficie y preguntarse cómo llega una persona a ser candidato en unas elecciones. ¿Llega porque es el más idóneo para desempeñar el puesto al que aspira? No. Llega a ser candidato solamente porque ha sabido reunir los apoyos económicos y políticos necesarios. Cualquiera que piense un segundo se dará cuenta que las cualidades necesarias para recaudar fondos en una campaña electoral o para ganar amistades políticas que luego te avalan, tienen poco o nada que ver con las cualidades que requiere un cargo de responsabilidad de gobierno. Lo que se necesita para escalar puestos en un partido político es primero, carisma (saber ganarse a la gente), segundo, ambición y tercero, una falta de escrúpulos morales. Tener carisma en sí no es malo, alguna gente lo tiene de manera innata. Pero no basta. Hay que tener una ambición insaciable, y esto sí es problemático. En todo momento un candidato tiene que pensar exclusivamente en sí mismo, en como avanzar en la carrera hacia el poder. Lo peor es que para caer bien al máximo número de personas, tiene que decir que sí a todo el mundo, tiene que decir lo que cada uno quiere escuchar, sin importar caer en contradicciones y mentiras. Si marca líneas rojas que no puede cruzar, perderá y ganará otro candidato con menos escrúpulos. De esta manera, con raras excepciones, la democracia garantiza que las personas más aptas para el gobierno nunca llegarán a gobernar.

Si el camino hacia el poder descalifica a casi todos los políticos en democracia, llegamos a la conclusión de que una monarquía es mejor sistema de gobierno, porque no hace falta que un rey gane el trono; es algo que hereda. Algunos piensan que esto es una desventaja, porque las capacidades personales del heredero pueden ser muy mediocres, pero yo creo que el hecho de heredar el trono es una gran ventaja; desde su mismo nacimiento, el príncipe heredero se prepara para el día en que tiene que reinar. Toda su educación, toda su formación académica y militar apunta al día en que tiene que subir al trono. Desde luego, ha habido reyes malísimos a lo largo de la historia, pero cuando un hombre sabe que tiene que legar la corona a su hijo, se cuida mucho de cometer errores que pueden arruinar el reino. Por muy malo que sea un rey, pensará en el estado del país que deja a su hijo. Sin embargo, a un gobernante democrático le da exactamente igual cómo esté el país dentro de 10 años, porque para entonces él no estará en el poder. Lo único que le interesa son las próximas elecciones, dentro de 5 años como mucho. El ejemplo perfecto es el de ZP con respecto a Cataluña. ¿Qué le importaba que dentro de unos 12 años parte de España iniciara un proceso de secesión, si en ese momento necesitaba los votos de los separatistas para mantenerse en el poder? Sabía que lo que pasaba dentro de 12 años no sería su problema. El cortoplacismo es una lacra sin solución para la democracia. Es por esta razón, por ejemplo, que ningún partido político quiere resolver el problema de las pensiones en España, algo que requiere planificación de largo plazo. Debido al envejecimiento de la población, el sistema actual de pensiones será totalmente inviable dentro de pocos años, si no lo es ya. De hecho, estamos pagando todos los contribuyentes intereses sobre los préstamos que tiene que pedir el gobierno para pagar las pensiones de hoy. Ningún partido quiere decir esto ni advertir lo que es una certeza matemática, porque los políticos saben que el primer partido en bajar las pensiones perderá las elecciones. Prefieren hipotecar al país para posponer la solución de un problema, y de esta manera lo agravan cada vez más.

Para ser un buen gobernante hace falta todo lo contrario de lo que exhiben los políticos en democracia; hace falta tener principios inamovibles y trabajar para el bien común, sacrificando a menudo los intereses personales. Estas cualidades son precisamente las que tenía el Generalísimo Francisco Franco, cuya tumba ha sido profanada esta semana por el gobierno socialista de Pedro Sánchez. Si nos preguntamos cómo llegaron estos dos personajes a gobernar España, la respuesta es indicativa de qué tipo de hombre es cada uno. A los 33 Franco se convirtió en el general más joven de Europa, gracias a su brillante hoja de servicio militar. Ya había fundado, junto con Millán Astray, la Legión Española, que reportó victorias imposibles en la guerra de África. Había sido herido gravemente en combate y era renombrado como un héroe en vida. La Providencia quiso que liderara la Cruzada contra el comunismo tras el accidente aéreo del general Sanjurjo, algo que Franco de ninguna manera ambicionaba, al que sólo accedió tras la votación de los altos mandos del Alzamiento. Finalmente, se mantuvo hasta su muerte como Jefe de Estado, porque no había nadie más en quien podía confiar esa tarea. Si algo le podemos recriminar es haber confiado en el villano y apóstata Juan Carlos de Barbón, nombrándole su sucesor. Las habilidades de Franco como militar luego le sirvieron para gobernar en tiempos de paz. Podemos citar algunas: la capacidad organizativa, el aprovechamiento de escasos recursos, la toma de decisiones difíciles bajo presión. Sin embargo sus cualidades morales fueron mucho más destacables; durante los 40 años que duró su régimen, siempre gobernó buscando el bien común, motivado por el amor a la Patria, con temor de Dios.

¿Cómo se aupó al poder el Sr. Sánchez? Pasó toda su juventud jugando al baloncesto y estudiando en diversas universidades privadas (es bien conocida la hipocresía de los señoritos de la izquierda: lo privado para mí, lo público para los que me votan.) No ha tenido un trabajo "de verdad" en su vida; se ha dedicado a escalar puestos en política, primero en Europa, luego en la Comunidad de Madrid, y por último a nivel nacional. Pactando con separatistas, logró echar al inutilísimo Mariano Rajoy con una moción de censura. Y ahora, para ganar las elecciones su mejor baza es reavivar el odio entre españoles profanando la tumba de Franco, con la esperanza de que esto mobilice a su base electoral. No hay nada que motive a la izquierda en España como la lucha antifranquista, 44 años después de la muerte de Franco. El Sr. Sánchez, en definitiva, sigue la estela de ZP; promete lo que sabe que no puede cumplir y reescribe la Historia, intentando ganar ahora la guerra que perdió el bando republicano hace 80 años.

Pedro Sánchez, el profanador
Por algo debemos felicitar al Sr. Sánchez: su sinceridad. En la rueda de prensa para explicar los motivos de la profanación de la tumba del Generalísimo, dijo una gran verdad:
La España de hoy es lo opuesto a entonces. Donde había represión y dictadura, hoy hay libertad.
En la España de Franco se reprimía el vicio, el pecado, la blasfemia y la mentira. En la España democrática de ahora hay absoluta libertad para el mal. Es verdad, son regímenes opuestos, y la diferencia es esencialmente la democracia, un sistema de gobierno en el que triunfan canallas y profanadores.


miércoles, 9 de octubre de 2019

4 Consejos a Jóvenes Varones

El año pasado escribí un artículo titulado "4 Consejos para las Jóvenes". Hoy toca dirigirme a los varones. Antes que nada debo aclarar varias cosas: no soy ningún gurú del bienestar, no tengo una fórmula mágica para la felicidad, ni trato de ponerme como un ejemplo. Simplemente escribo esto como un hombre que ha llegado a una edad en la que ni siquiera puede decir aquello que cantaba Joan Manuel Serrat: "hace veinte años que tenía veinte años". Solamente por mi experiencia (un eufemismo para las bofetadas que te da la vida), creo que algo sé de esto. Como decía un profesor mío del instituto, ¿de qué sirve envejecer, si de vez en cuando no puedes dar consejos a los jóvenes? Ya que no soy ninguna autoridad en la materia, que cada uno se sienta libre de rebatir u opinar sobre mis argumentos.

Jóvenes en la Academia Militar de Sandhurst
Existe la perniciosa idea hoy en día de que la fase vital llamada juventud es para darse gusto, que hay que aprovechar los años mozos para pasárselo bien, sin preocuparse de nada. Dicen los que piensan así que la vida adulta ya trae luego bastantes problemas, y que si de joven no haces todo lo que te apetece, sea viajar por el mundo de mochilero, apuntarse a todas las fiestas, probarlo todo sin atarse a nada, luego de mayor te arrepentirás. La filosofía que yace bajo esta mentalidad es el HEDONISMO, la búsqueda incesante del placer. Si eres un joven varón, y te llamas católico, no puedes seguir este camino, porque todos sabemos a donde conduce el camino ancho. La juventud es la preparación para la vida adulta, llena de luchas y responsabilidades. ¿Cómo puedes pensar que huyendo de todas las responsabilidades te entrenarás adecuadamente para después afrontarlas? ¡Es como si un gimnasta, en vez de entrenar duro antes de una competición, se pasara los días sentado en el sofá comiendo hamburguesas! Los hedonistas han encontrado la solución a este problema: han prolongado la "juventud" indefinidamente. Es por esta razón que un varón de veinticinco años hoy en día es considerado un "chico", mientras hace unas décadas sería un hombre hecho y derecho. 

Si la juventud te prepara para la vida adulta, es un asunto muy serio. Yo incluso diría que la juventud es la época de la vida más determinante. Es justo cuando dejas de ser adolescente y emerges de la protección de tus padres y empieza a valerte por ti mismo, a buscar tu propio sitio en el mundo. Es en la juventud, que yo considero aproximadamente entre los 16 y los 26 años, que decides la dirección que tu vida va a tomar. Ya no deciden por ti tus padres. Si tomas malas decisiones, si frecuentas malas compañías, las consecuencias pueden ser desastrosas. Pensemos en la vida como un paseo por la montaña. Si hacia el final del paseo te equivocas de camino, no pasa nada. Retrocedes un poco y enseguida llegas a donde tenías que estar. Sin embargo, si te equivocas al principio, vas a caminar durante mucho tiempo en la dirección opuesta, subir otra montaña diferente, y luego cuando te das cuenta puede ser muy costoso corregir el error. Incluso puede ser que tengas que volver hasta el punto de partida y habrás malgastado todo tu tiempo y todas tus fuerzas. Recuerdo a un señor de mi edad que conocí en un foro católico. Gracias a Dios vivió una conversión a los 40 años, pero se lamentaba de su mala vida de joven; por tomar el camino equivocado de joven, el camino del hedonismo, me dijo que ya se había resignado a no tener una familia. Sus palabras me impactaron. Escribió: "¡Si en vez de dedicarme a irme de fiesta y acostarme con todas las chicas que se dejaban, hubiera buscado a UNA buena chica con quien casarme, ahora no estaría solo!" Será verdad lo que dicen: en el pecado lleva la penitencia.

He decidido estructurar este artículo sobre el primer y más importante de los Mandamientos, tal y como leemos en los Evangelios. Nuestro Señor habla de cuatro aspectos del ser humano: el corazón, el alma, la mente y las fuerzas, que yo he reinterpretado como el cuerpo. He pensado que si los jóvenes varones cuidan estas cuatro facetas de su vida estarán sentando una buena base para su futuro.
Jesús le contestó: "El primer mandamiento es: Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es un único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas." (Marcos 12:29-30)

Cuida tu alma 

De poco servirá todo lo que hagas, si no centras tu vida en Dios. En la lista de jerarquías, Él debe tener el puesto número 1, sin debate, sin excepciones. Esto quiere decir que debes planificar cada día alrededor de tus obligaciones para con Él. Cada día, tu primer pensamiento y tus primeras palabras deben ser para Dios; a lo largo del día debes traer a tu memoria lo que hizo Nuestro Señor por ti mediante oraciones cortas como el Angelus y pequeñas jaculatorias; reza TODOS LOS DÍAS el Santo Rosario; y al final del día, antes de acostarte, examina tu conciencia y encomiéndate a Dios. Si tienes la dicha de poder asistir diariamente a la Santa Misa tradicional, hazlo. Si no, tus fines de semana deben organizarse alrededor de la asistencia a la Misa dominical, no al revés. Este es el primer paso que debes dar para poder cumplir el Mandamiento más importante.

La etapa universitaria es muy peligrosa, sobre todo para chicos que salen de su casa para estudiar en otra ciudad. Ya no están allí tus padres para obligarte a hacer tus oraciones; ya no hay nadie para decirte que te vistas para ir a Misa. Tienes, por primera vez en tu vida, libertad para dejarte llevar por la pendiente del camino ancho. Empiezas por faltar una sola vez a Misa el domingo, pero en el primer año de carrera puedes alejarte completamente de la Iglesia. Muchos dicen: "eso es normal, la juventud es rebelde por naturaleza, luego vuelven." Hay muchos estudios sobre el tema y las estadísticas dicen lo contrario. Es verdad que algunos, de mayor, vuelven a retomar la práctica de la religión, pero la mayoría de las personas que se alejan de la Iglesia en su etapa universitaria no vuelven. Joven, en la universidad te encontrarás con todo tipo de clubes y asociaciones cuyos fines son opuestos a lo que tus padres te han inculcado; el ambiente te empujará a integrarte, a volverte "menos rígido" (como diría Francisco), a adaptarte a los tiempos modernos. La tentación de callarte ideas que serán mal recibidas, de conformarte a la mentalidad progre dominante en el 99% de los campus universitarios, será muy fuerte. Para superar estas pruebas tendrás que haber sido curtidos en batallas anteriores. Si sales de un ambiente muy protegido, y de pronto te encuentras solo ante los mil peligros de la vida universitaria, lo más normal es que sucumbirás. Igual que los soldados se entrenan antes de ir a la guerra, debes prepararte para lo que te vas a encontrar. Padres, sería muy útil que advirtieseis a vuestros hijos sobre los engaños y tentaciones a las que estarán expuestos, y darles armas para combatirlos. Tenéis que equiparlos y prepararlos mientras están con vosotros, porque luego será tarde.

Estos consejos valen igual para los dos sexos, pero los añado porque no hice mención de ellos en mi primer artículo. Lo que viene ahora es específico para el varón. Hay un enemigo al acecho del joven varón, que cada día es más poderoso: la pornografía. En mis tiempos la pornografía era bastante menos accesible. De joven, cuando era ateo, jamás se me hubiera ocurrido entrar a una tienda y comprar una revista guarra, primero porque me hubiera dado muchísima vergüenza (¡bendita vergüenza!) y luego porque disponía de poco dinero, que prefería gastar en otras cosas. Ahora los jóvenes no sólo pueden acceder a páginas pornográficas en internet desde su misma habitación; también lo pueden hacer de manera gratuita. ¡Es una auténtica epidemia! Los estudios científicos han confirmado que el consumo de pornografía, especialmente durante los años de adolescencia y juventud, tiene estos tres efectos:
  1. Aumenta el riesgo de padecer trastornos de tipo sexual. Los siquiatras aseguran que hay poquísimos casos de criminales sexuales que no son consumidores compulsivos de pornografía. El consumidor de pornografía tiende a buscar material que muestra comportamientos sexuales cada vez más anormales y violentos. Esto erosiona gradualmente su repulsión natural hacia actos pervertidos.
  2. Crea adicción, por la secreción de la hormona dopamina, que controla el apetito sexual. El conocido experimento de Olds & Milner demostró hasta qué punto la dopamina altera el comportamiento. En el laboratorio los científicos conectaron un grupo de ratas a un administrador de dopamina, que les daba un chute directamente al cerebro cada vez que los animales accionaban una palanca. Las ratas tuvieron que ser desconectadas antes de morir por inanición, porque se volvieron tan adictas a la estimulación con dopamina que dejaron de comer. Las madres abandonaron a sus crías y los machos ignoraron a hembras en celo. En los seres humanos los efectos no son tan diferentes. Cuanta más estimulación por dopamina reciba el cerebro mediante la pornografía, más difícil es romper la adicción.
  3. Insensibiliza emocionalmente a los varones. Los hombres ya tenemos facilidad para desconectar el sexo del amor. La pornografía refuerza esto, hasta el punto de convertir a las mujeres en meros trozos de carne, creados para el disfrute del hombre. Un consumidor de pornografía es incapaz de ver la dignidad de una mujer, de percibir la verdadera belleza femenina. Todas sus relaciones serán teñidas por esta barrera emocional e espiritual, en el noviazgo o el matrimonio. En última instancia, la pornografía le incapacitará para tener una relación sana con el otro sexo.
La Virgen María y San José, modelos de castidad
Para no caer en tentación a menudo es necesario evitar las ocasiones de pecado. El joven varón que tenga un teléfono móvil en su bolsillo está a un clic de ver pornografía, por lo que recomiendo una de dos cosas: o renunciar a tener móvil, al menos uno de los llamados smartphones; o instalar un programa de protección contra páginas pornográficas. El mejor en el mercado hoy en día se llama Covenant Eyes, que recomiendo sin reservas. Sí, cuesta dinero, pero si mi hijo me pide dinero para una cosa así, jamás se lo negaría. Si esto parece radical, recuerda lo que dice Nuestro Señor:
Si tu ojo te hace pecar, sácatelo y tíralo. Es preferible entrar tuerto en la vida eterna que ser arrojado al fuego del infierno con los dos ojos. (Mateo 18:9) Hoy en día, para un joven varón, creo que la pornografía puede ser el mayor enemigo del alma, porque no sólo perjudicará su relación con las mujeres, sino que le ensucia el alma. Sin la virtud de la pureza no hay vida espiritual posible. Dice Nuestro Señor: Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios. (Mateo 5:8) Creo que también es verdad que los que tienen el corazón sucio NO verán a Dios.

Cuida tu corazón

Hablando con una compañera el otro día, me comentó que su hijo de dieciocho años está deprimido. Dice que las chicas no le hacen caso y que no sabe qué hacer con su vida. Esto es lo que yo le diría, si le tuviera enfrente. Si eres un joven varón, al revés que para las chicas, tienes el tiempo a tu lado. ¿Esto qué quiere decir? Primero, significa que no debes angustiarte porque las chicas no se sientan atraídas por ti. Es normal, aún no tienes nada que ofrecerles. Más vale que de momento te olvides de las mujeres y te centres en tu formación académica y profesional, para poder ser un hombre capaz de ganarse un sueldo digno. De esta manera, cuando encuentres a la chica adecuada, le podrás ofrecer lo que en el fondo todas quieren: estabilidad y seguridad, para poder formar una familia. Si te rindes y pierdes el tiempo, si eres perezoso y te dedicas a vivir de fiesta en fiesta a costa de tus padres, mientras aún seas joven y guapito podrás pasártelo bien con algunas chicas de moral laxa, pero luego las mujeres no querrán saber nada de ti. No hay nada que ahuyenta a las mujeres más que un hombre parásito, incapaz de valerse por sí mismo. Por lo contrario, te garantizo que si trabajas duro durante tu juventud, si persigues con disciplina e inteligencia tus metas, cuando llegues a los treinta no tendrás ninguna dificultad en encontrar a una buena mujer que quiera casarse contigo. Da igual que seas más o menos guapo. El aspecto físico, aunque es importante, es secundario para una mujer. El valor sexual de mercado de un hombre tiende a AUMENTAR con el tiempo, sobre todo si ha hecho lo que tiene que hacer; mientras el de una mujer disminuye, a causa de su relativamente corta vida fértil. No te deprimas si con dieciocho años las chicas ni siquiera te miran. A esa edad ellas están en la cumbre de su fertilidad, mientras que a ti aún te falta más de una década para llegar a tu máximo valor. Cuando eres veinteañero mi consejo es agachar la cabeza, centrarte en Dios y tu familia, trabajar como un burro para llegar a donde quieres llegar, y dentro de unos años verás la recompensa.

A los jóvenes varones digo lo mismo que dije a las chicas: no despertéis el amor antes de tiempo. Si un día quieres casarte y tener familia, piensa que toda tu vida anterior es una preparación para el sacramento del matrimonio. Para poder entregarte plenamente a tu futura esposa, necesitas ser dueño de ti mismo. Vivir la castidad no es fácil, pero es necesario. Aquí te ofrezco algunos trucos para mantenerte casto cuando eres joven:

  1. Una devoción a la Santísima Virgen. Esto lo recomiendan todos los santos, así que no es nada original, pero sí he comprobado en mi vida que cuando he estado más cerca de la Virgen, he podido dominar mejor la concupiscencia. Nuestra madre siempre nos da las gracias que necesitamos para vivir como Dios quiere.
  2. Hacer deporte. El ejercicio vigoroso ayuda a gastar toda la energía que suelen acumular en el cuerpo los jóvenes varones. Cansa tu cuerpo para mantenerlo en subordinación a tu voluntad.
  3. Practicar pequeñas penitencias físicas. La clásica penitencia para vencer la lujuria es la ducha fría. Yo empecé así, y al ver los beneficios no he vuelto a tomar una ducha caliente en años. También está el ayuno, dormir en el suelo, etc.

Cuida tu cuerpo

Desde hace varias décadas, los niveles de testosterona en los hombres de Occidente caen en picado. Se ha calculado que CADA AÑO los niveles medios caen un 1%. Esto puede parecer baladí, pero es más grave que si dijera que cada año medimos como media un centímetro menos. Si eres joven quizás piensas que no te afecta, que es algo que ocurre a hombres de mediana edad. Es cierto que los niveles de testosterona suelen alcanzar su máximo a los veinte años y bajan gradualmente a partir de ese momento, pero el problema afecta a TODA la población masculina de los países desarrollados. Hoy en día un nivel de testosterona en sangre de 300 ng/dL se considera dentro de la normalidad para un hombre de veinte años, mientras que en 1980 esto correspondía al nivel medio de un hombre de 60 años. ¡Esto es una muerte a cámara lenta! 

Aparte de la pérdida de fertilidad que conlleva este fenómeno, los hombres de países desarrollados estamos perdiendo nuestro vigor. Bajos niveles de testosterona van asociados a la depresión, el déficit de concentración, la falta de energía y de liderazgo. No es de extrañar que cada vez se ven más hombres afeminados, invertidos sexualmente. Los hombres de Occidente estamos asediados; por un lado una cultura depravada promueve la homosexualidad como algo digno de orgullo; por otro lado nuestros propios cuerpos pierden la hormona que regula el cuerpo, la mente y el comportamiento masculinos.

Rocky Balboa, arquetipo masculino
¿Qué puedes hacer para asegurar que tus niveles de testosterona no caigan bajo mínimos? Lo primero es conocer las razones por las que los niveles están bajando. Por desgracia, una de las causas de esta caída no está en tus manos evitar, pero las otras sí. Las principales causas de la bajada de niveles de testosterona en sangre entre hombres de países desarrollados son:
  1. La contaminación por químicos en el aire y la alimentación, especialmente ciertos plásticos. Los inmigrantes africanos que llegan a Europa suelen tener niveles de testosterona EL DOBLE de altos que los hombres europeos, porque a pesar de tener un sistema sanitario deficiente y una dieta inferior, su aire, su agua y su comida no están contaminados. Esto no está en tus manos cambiarlo.
  2. Una vida sedentaria. La comodidad de la vida moderna tiene un alto precio, porque el cuerpo humano no está diseñado para estar sentado todo el día. Una de las mejores formas de aumentar tu nivel de testosterona es hacer ejercicio, y no cualquier ejercicio. Lo que viene mejor es ejercicios de FUERZA, como levantar pesas. No hace falta ni que te apuntes a un gimnasio; puedes hacer flexiones y dominadas en tu casa. ¡No hay excusas! El ejercicio de fuerza formará tu carácter, te dará disciplina, confianza y capacidad de sufrimiento, además de un cuerpo más saludable y ATRACTIVO para las mujeres.
  3. La dieta. Un fenómeno relativamente reciente es el azúcar en los alimentos. Hasta el siglo XVII el azúcar era prácticamente desconocido en Europa, y fue sólo a partir del siglo XIX que se empezó a usar en la cocinar, para la elaboración de postres. Ahora el 20% de las calorías que se consumen en Occidente provienen del azúcar. Es un alimento que aporta cero nutrientes a nuestro cuerpo y es la causa de muchas enfermedades, como la diabetes, la obesidad, y cardiopatías, que cuestan carísimo a la salud pública. Sé un hombre y deja de tomar alimentos (¡y bebidas!) con azúcar. Deja las chucherías para los niños. Otras cosas que tienes que eliminar de tu dieta son comidas procesadas, que contienen porquerías que perjudican tu salud; y todo producto con soja, que contiene estrógenos, la hormona femenina que mata la testosterona.
  4. El alcohol. Sé que mucha gente se enfadará si toca este tema, pero la ciencia dice lo que dice. No digo que jamás puedes tomarte una cerveza con tus amigos, pero si consumes alcohol habitualmente, bajarán tus niveles de testosterona. Además, la cerveza contiene lúpulo, otra planta con estrógenos. Si no quieres acabar con tetas y una barriga que te impide ver los pies, deja la cerveza YA. Beber agua es más sano y sale más barato.

Cuida tu mente

Para cuidar tu mente hay que asegurarse de dos cosas: 
  1. que no entre nada que perjudica tu mente, y
  2. que entre algo que forma tu mente
Para esto lo primero es apagar el televisor, y demás receptores de los medios de comunicación de masas (en inglés, los Mainstream Media o MSM). Mucha gente piensa que cuando encienden la tele para ver las noticias o abren un periódico, se están poniendo al día de lo que ocurre en el mundo. En realidad, se están sometiendo voluntariamente a una sesión de programación mental, para conformar su visión de las cosas a lo que le interesa al Poder. No dejes que la élite te dirija, como si fueras un borrego sin capacidad de pensamiento crítico. Hay corporaciones de noticias realmente CRIMINALES, al servicio del Nuevo Orden Mundial, como la CNN y la BBC. Esta última hasta anunció el colapso de la tercera torre de oficinas en Nueva York aquel fatídico día del 11 de septiembre 2001 media hora ANTES de que ocurriese. Metieron la pata hasta el fondo, pero ¿cómo es posible que supieran que iba a derrumbarse?, se preguntará mucha gente. Evidentemente sabían lo que iba a pasar, porque alguien les estaba pasando un guión. Esto constituye un delito según la ley británica y viola su propio código de conducta, donde especifica que deben avisar a las fuerzas del orden cuando tienen conocimiento previo de un delito. Esto es exactamente lo que argumentó un ciudadano británico, que se negó a pagar las tasas obligatorias para subvencionar la cadena pública de televisión, alegando que es ilegal dar fondos a una institución que coopera con el terrorismo. ¡El juez le dio la razón en sus argumentos, y le sentenció solamente a pagar costas del juicio! Cuando te das cuenta de que la élite conspira día y noche CONTRA el pueblo, entiendes que lo raro es que no se les vea el plumero más a menudo.

Además de las MSM, está el sistema educativo, que en la mayoría de países está dirigido por gente que utiliza la escolarización obligatoria de los niños para adoctrinarlos en su ideología anticristiana. Si esto parece una exageración, sólo hay que echar un vistazo hacia atrás en la historia y ver quiénes eran los grandes promotores de la escolarización obligatoria general. En España la etapa clave fue la Segunda República (1931-1939), cuando gobernaba EL MISMO partido político que ahora padecemos, el PSOE. El que fue director general de Primera Enseñanza durante la segunda República, Rodolfo Llopis, fue muy explícito a este respecto:
Para mí, el ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución no se haga en las conciencias. Y esa es la labor que tiene que hacer la escuela. Porque yo no concibo un revolucionario que no sea algo educador, y un educador que no sea revolucionario. La escuela tiene que ser el alma ideológica de la revolución ... Hay que apoderarse del alma de los niños. Ese es el grito, el lenguaje pedagógico de la revolución rusa.

Este hombre entendía mejor que la mayoría de católicos (¡y la mayoría de obispos!) en qué consiste la educación: es una batalla para el alma de los niños. Si los educamos cristianamente, se convertirán en buenos cristianos y tendrán muchas posibilidades de salvarse. Si los educamos en los preceptos del marxismo, como quieren los que nos gobiernan ahora, se convertirán en liberales y ateos practicantes, y será muy difícil que se salven. A través del sistema educativo se difunde la mentira de la evolución, uno de los dogmas principales del ateísmo; se inculca la pseudorreligión del ecologismo, con mensajes apocalípticos sobre la destrucción del planeta (que van cambiando cada x años); se falsea la historia y se calumnia la civilización cristiana con las leyendas negras de siempre; y últimamente dan charlas para enseñar a los niños que es "totalmente normal" que Guillermo tenga dos papás. Hasta que la educación en casa no sea legal en España, será un peligro llevar los niños al colegio. La única cosa que podemos hacer es contrarrestar con la verdad, en la medida de lo posible, las mentiras que les cuentan en la escuela.

Si eres joven y acabas de pasar por doce años de escuela, más cuatro de carrera universitaria, necesitas una desintoxicación. La mejor forma de hacer esto es cerrar todas las vías de comunicación con el mundo durante una temporada. Tira tu televisor a la basura, no abras ningún periódico, no enciendas la radio, no leas nada en internet. Dedícate a leer las Escrituras, a meditarlas despacio. Haz un retiro espiritual. Busca la soledad. Cuando tu mente se encuentre libre de toda la basura con que te la han llenado, cuando te hayas desintoxicado y hayas protegido tu mente contra el veneno de las MSM y el sistema educativo, luego tendrás que llenarla con algo que merezca la pena. Personalmente, cuando yo logré desintoxicarme, sentí una necesidad imperiosa de conocer el porqué de la situación del mundo actual. Devoré todo lo que caía en mis manos sobre la crisis de la Iglesia y las fuerzas malignas que han moldeado el mundo moderno a su imagen. Recomiendo especialmente los libros de Michael Davies, Ricardo de la Cierva, Vittorio Messori, Romano Amerio, Mons. Marcel Lefebvre, P. Sardá i Salvany, Plinio Correo de Oliveira y Atila Sinke Gumaraes.  

Los libros que merecen la pena son los que se llaman CLÁSICOS. Esto significa que han resistido el paso del tiempo y siguen emocionando y cautivando a lectores hoy en día. Y para leer sobre religión y espiritualidad, cualquier autor con un "San" o "Santa" delante de su nombre es signo de garantía absoluta, con la salvedad de que no sean santos de pacotilla posconciliares. No hace falta que leas toda una biblioteca, no hay que ser un gran intelectual para vivir cristianamente, pero sí creo que es bueno que todo el mundo utilice su mente en algo aparte de los quehaceres prácticos de cada día. La curiosidad intelectual es algo saludable, porque mantiene nuestra capacidad de asombro por la Creación, permite que sigamos ilusionados, que la vida no se haga monótona. Leer las novelas de Dickens probablemente no te ayudará a ganar unas oposiciones, no te servirá para ganar más dinero para tu empresa. Lo que sí hará es formar tu mente, para que seas una persona más culta, más interesante, más inteligente. Si realmente no te gusta leer, hay muchísimas cosas que puedes hacer para cultivar tu mente: jugar al ajedrez, hacer crucigramas o sudokus, aprender un idioma extranjero, mirar las estrellas con un telescopio, pintar, tocar un instrumento musical, cantar en un coro, participar en un grupo de teatro, y un sinfín de actividades. La mente es como un músculo; cuanto más la uses, mejor funcionará. Encuentra alguna disciplina intelectual que te gusta, y practícala, sin buscarle ninguna utilidad.








jueves, 1 de agosto de 2019

Señales divinas

A pesar de los avances de la Humanidad, aún hay personas que persisten en la ridícula superstición del ateísmo. Con este artículo, que es mucho más personal de lo que suelo escribir, donde cuento las señales divinas que he recibido en mi vida, espero que algún escéptico lo lea y tempere su incredulidad. A mí nadie me va a convencer de que Dios no actúa en el mundo, porque he vivido en mis propias carnes como me va guiando. No es una teoría, es tan real como la vida misma.

Quiero dejar claro que las historias que voy a contar NO SON MILAGROSAS. Un milagro es un hecho que la ciencia es incapaz de explicar, como la curación instantánea de un enfermo o la resurrección de un muerto. Personalmente nunca he sido testigo de un auténtico milagro, pero lo importante de estas señales es que me han pasado A MÍ, y las cuento en primera persona. Soy consciente de que cualquiera de estas señales divinas podría tener una causa natural, sin necesidad de invocar a Dios. Todas podrían ser fruto de la casualidad; sin embargo, el problema con la explicación anti-sobrenatural es que desafía la ley de la probabilidad hasta límites que rozan el absurdo. Casi haría falta más fe para creer que todo lo que voy a contar fue por puro azar o por auto-sugestión. Realmente, la única manera de refutar la tesis de que detrás de todas estas historias está la mano providente de Dios, es invalidar mi testimonio; vamos, llamarme mentiroso o tomarme por loco.

Voy a estructurar el artículo en seis partes. Cada una es una historia que me ha pasado a mí, y van en orden cronológico. Intentaré no adornar, contaré las cosas tal y como sucedieron, sin trampa ni cartón. Estas son MIS historias, pero cada uno tiene las suyas. Animo a mis lectores a comentar las señales que Dios les ha enviado, para que todos seamos consolados, viendo como Dios actúa en nuestras vidas.

Primera historia

Yo salí del ateísmo en la universidad, con 19 años. No voy a detallar los eventos que llevaron a mi conversión, porque eso daría para otro artículo. Basta saber que tuve una experiencia de Dios que dio un giro de 180 grados a mi vida. Con 19 años, mi celo por Jesucristo era tan grande como mi ingenuidad y mi ignorancia. En aquella época tenía una novia en España, que ahora es mi mujer, y en cuanto llegaban las vacaciones yo iba a España a visitarla o ella venía a Inglaterra. Un día en Oxford me paré a charlar con una mendiga que me pidió dinero. Le dije que no pensaba darle dinero (¡menos mal!), con lo que ella me pidió que le comprara algo en el supermercado. Accedí, pensando que era lo mínimo que podía hacer. La mujer, viendo la oportunidad, llenó el carro hasta arriba. Creo que nunca he gastado tanto en un supermercado como aquel día. Pagué con mi tarjeta por un sentimiento de culpabilidad, a la vez que me invadía la sensación de que la mujer se había aprovechado de mí. Mi economía de estudiante no daba para ese tipo de gastos.

Cuando se lo conté a mi novia (ahora mi mujer) se puso furiosa. Me dijo que con ese dinero, 16.000 pesetas de entonces, ella podía haber comprado un billete de avión para venir a verme. "¿Cómo se te ocurre hacer una tontería así?", y frases por el estilo. ¡Menos bonito, me dijo de todo! A los pocos días me llamó diciendo que había ocurrido algo muy extraño. Había encontrado en su habitación, entre las páginas de un libro, 16.000 pesetas. Con ese dinero enseguida compró un billete y vino a verme. Evidentemente, ella no disponía de esa cantidad de dinero; con sus clases particulares iba reuniendo sus ahorros con grandes esfuerzos, y sabía en todo momento cuanto tenía. Mucho menos podía de ser de sus hermanos, todos ellos menores sin ingresos. Sus padres tampoco tenían ni idea de donde venía ese dinero, y tampoco les había contado la incidencia con la mendiga. De vez en cuando mi mujer cuenta la historia a su familia. Ellos se ríen de su teoría de que Dios se lo puso allí, pero el hecho es que hasta la fecha nadie ha podido explicar la proveniencia de ese dinero, y porqué fue justo la misma cantidad que yo me gasté en la compra de la mendiga.


Segunda historia

Otra historia relacionada con los viajes. El primer día de vacaciones tenía que coger un autobús muy temprano desde Oxford, para ir al aeropuerto de Gatwick, para luego coger el avión a España. Puse mi despertador a las 5 de la mañana, pero cuando salí a la calle, absolutamente desierta y aún a oscuras, y empecé a arrastrar mis enormes maletas, llenas de media biblioteca de la facultad, me di cuenta de que había cometido un tremendo error de cálculo. No iba a llegar a tiempo a la parada de autobús, por lo que perdería el avión y no conseguiría visitar a mi novia.

Tras unos minutos de esfuerzo inútil, me senté en la acera y pedí ayuda al Señor, diciendo: "por favor, Dios, échame una mano si quieres que llegue a España, porque esto es demasiado pesado para mí." Al instante, (OJO, no después de varios minutos, ni siquiera después de diez segundos, AL INSTANTE) apareció un chico que reconocí de mi residencia. Iba un poco borracho, porque se recogía de una fiesta que había durado toda la noche. Me dijo amablemente: "Hola Christopher, ¿quieres que te eche una mano con esas maletas?" Gracias a la ayuda de este compañero festero, llegué a la parada de autobús por los pelos y pude coger el avión rumbo a España. No tengo ningún otro recuerdo vívido de aquel chico, porque apenas llegamos a conocernos. Simplemente apareció en el momento oportuno, enviado (yo creo) por el Altísimo.


Tercera historia

Tras casarnos, ya viviendo en España, mi búsqueda de un catolicismo más auténtico me condujo a unos sacerdotes muy conservadores, que nos recomendaron como matrimonio hacer los ejercicios espirituales de San Ignacio. El retiro era de hombres y mujeres juntos, algo poco recomendable, pero a pesar de ello todo se hacía de forma muy correcta. Yo me moría de ganas de hacerlo, pero para mi mujer la mera idea de estar 5 días en silencio, apartado del mundo, le parecía una auténtica locura, y todos mis dotes de persuasión eran insuficientes.

En una Misa unas monjitas muy piadosas (siempre me acordaré de la Hermana Fina, Dios la cuide, esté donde esté) nos dijeron que escribiéramos en un papelito una petición al Señor, para que el Padre la ofreciera en silencio durante la ceremonia. Mi mujer dijo, sin pensarlo un instante: "Pon que quieres que me quede embarazada." Le contesté que eso era pasarse un poco. Lo habíamos intentado sin éxito durante bastantes años, y casi habíamos perdido la esperanza. Ella respondió: "Si Dios quiere que vaya a esos ejercicios me tendrá que dar un hijo", así que eso es lo que escribí. Los ejercicios empezaban el miércoles santo y el día antes casualmente tenía una revisión ginecológica. La doctora le exploró y preguntó: "¿Es posible que estés embarazada?" Salió corriendo a la farmacia a comprar un test de embarazo, que dio positivo. Al final no tuvo más remedio que ir a los ejercicios espirituales. Le hemos contado muchas veces esta historia a nuestra hija, y siempre terminamos diciéndole: "fuiste un regalito de Dios."


Cuarta historia


En cuanto abrieron la capilla de Adoración Perpetua en Murcia me apunté a cubrir turnos. Con tres niños pequeños, el trabajo y todos las obligaciones cotidianas, el turno que me resultaba más fácil era de madrugada. ¡Sabía que de 2 a 4 de la mañana estaba libre! Además, era el turno donde más necesidad había, así que una vez a la semana rompía el sueño, como los monjes cartujos, para ir a la capilla y adorar a Dios en el silencio de la noche.

Yo tengo un sueño muy profundo. Mi mujer dice que para despertarme durante la noche tiene que sacudirme con insistencia. A ella le pasa todo lo contrario; tiene un sueño tan ligero que le despierta cualquier cosa. Tengo que procurar no acostarme después de ella, porque cuando acaba de dormirse y le desvelo, le cuesta muchísimo volver a coger el sueño. Una noche me quedé haciendo cosas y cuando subí a la habitación estaba todo a oscuras y mi mujer dormía. Me metí sigilosamente en la cama, sin hacer más ruido que una mosca. Luego me di cuenta de que mi teléfono que uso como despertador estaba abajo y que tendría que levantarme de nuevo para cogerlo. No quería de ninguna manera hacer eso, porque desvelaría a mi mujer, pero si no ponía el despertador, ¿cómo me iba a despertar a la 1:30 de la madrugada para ir a la capilla?

Me quedé pensando en la oscuridad, sopesando mi dilema. Finalmente decidí hacer algo inusual; le pedí a mi ángel de la guarda que me despertara a esa hora, si pensaba que era la voluntad de Dios y para bien de mi alma que yo fuera a la capilla. Y me dormí. De pronto sentí que alguien me estaba sacudiendo con fuerza, me desperté de golpe, los ojos como platos, miré la hora y vi que eran exactamente las 1:30. Naturalmente, me levanté y me fui a la capilla. No suelo usar a mi ángel como un despertor. Creo que sería una falta de respeto hacia él, ya que no es su cometido (¡conmigo tiene ya trabajo de sobra!), pero en las pocas veces que no he tenido más remedio, si la causa ha sido buena, no me ha fallado.


Quinta historia

Soy un apasionado de la montaña y una de las cosas que más disfruto es subir montañas con mi familia. Una vez estuvimos todos en la Sierra del Segura, cerca de un pueblo llamado Yeste. Me había propuesto subir el pico más alto de la zona, pero era diciembre y conforme avanzaba el día veíamos que no nos iba a dar tiempo, por las pocas horas de luz que quedaban. Le dije a mi mujer que se bajara despacio con los niños y yo seguiría hacia arriba. Le prometí que a las cuatro me daría la vuelta, estuviera donde estuviera, para que me diera tiempo bajar antes de que se hiciera de noche. El ascenso era más largo de lo que imaginaba, con varias falsas cimas. Iba subiendo contra-reloj, para llegar arriba antes de las cuatro.


Cuando hice cumbre eran las cuatro en punto. Tras recuperar el aliento, hice lo que siempre hago en lo más alto de una montaña: rezar. Si el lector no lo ha hecho nunca, le animo a hacer la prueba; en ningún sitio se reza como en lo alto de una montaña, completamente alejado del ruido de la civilización. A pesar del frío y un viento huracanado, recé como pocas veces he rezado en mi vida. Soy un desastre para la oración; mi cabeza no para y me distraigo diez veces en un Padrenuestro. Pero aquella tarde invernal, en el Pico de las Mentiras, tuve una fuerte sensación de estar en la presencia de Dios. Fue como si un velo se hubiera corrido y se me permitía contemplar la realidad como la ve Dios.

Igual que San Pedro, a pesar de encontrarme muy a gusto allí arriba, tuve que bajar de la montaña y reunirme con mi familia. Luego, dos días más tarde, de vuelta a casa, recibí una llamada de mi madre, preguntándome donde había estado. «¿Pasa algo?» pregunté, preocupado. «Tu abuela ha fallecido, y te hemos estado llamando», me contestó.

Tuve una relación muy estrecha con mi abuela materna, a quien siempre visitábamos en vacaciones cuando éramos pequeños. En sus últimos días intenté hablarle de Dios, sabiendo que le quedaba poco en este mundo. Un día, hablándole de la necesidad de preparar el alma para la vida eterna, me soltó una frase que me dejó helado: «la verdad es que esas cosas no me interesan». No supe qué hacer ante esta indiferencia espiritual y me quedé angustiado, pensando en su muerte, que sin duda no tardaría en acaecer.

«¿Cuándo falleció?», pregunté a mi madre por teléfono. «El sábado», me dijo, el día de mi ascenso al Pico de las Mentiras. «¿A qué hora?», pregunté. «A las cuatro de la tarde», fue la respuesta. No sé exactamente cuál es el significado de esta historia, pero sospecho que El Señor quería que, a la hora de la muerte de mi querida «Grandma», yo estuviera en oración profunda. Ojalá le sirviera para salvar su alma en el momento crítico de su paso hacia la vida eterna.


Sexta historia


En Nochebuena del año 2016 nos encontrábamos reunidos en la finca en el campo que pertenece a la familia de mi mujer para celebrar juntos la Navidad. El ambiente era más apagado que otros años, a pesar del jaleo inevitable de tantos sobrinos pequeños, porque en enero de ese año había fallecido mi suegro, el Abuelo Álvaro. Todos le echábamos de menos, ya que en esa noche él era siempre quien sacaba su guitarra y nos ponía todos a tocar villancicos. Con sus seis hijos músicos y varios nietos siguiendo la tradición familiar, juntábamos una considerable orquesta. Aquella noche, en la sobremesa, charlábamos alrededor de la chimenea, cuando de pronto uno de mis cuñados dijo: «Me vais a decir que estoy loco, pero mirad la chimenea.»

Es difícil de explicar, pero la imagen de mi suegro se había aparecido en el cristal de la chimenea. No había duda, era él. Todos le reconocieron, hasta mi suegra, que es muy descreída para estas cosas. Mi cuñado hizo una foto del fuego con el móvil. Aún reconoce la cara de su padre cuando la mira hoy. Ninguno de los nueve adultos que allí estuvieron pone en duda que fuera el abuelo recién fallecido, ni siquiera los que se declaran agnósticos.

Esta historia se podría interpretar de muchas maneras, pero creo que demuestra al menos una cosa: tenemos un alma, y cuando morimos no desaparecemos sin más. El Abuelo Álvaro murió bien; en su último año rezó el Santo Rosario diariamente; su larga enfermedad le permitió ponerse en paz con Dios, confesarse y recibir la extremaunción. No sé porqué se nos apareció esa Nochebuena. Quizás quería que sus hijos vieran que la vida no se acaba con la muerte natural, pero cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones. Pido a mis lectores una breve oración por Álvaro.
R. I. P. +



viernes, 15 de febrero de 2019

El Papa Francisco y la Pastilla Roja

En la película de ciencia ficción, Matrix, hay una escena famosa en que se le ofrece al protagonista, Neo, dos pastillas: una azul y una roja. En la distopía que plantea la película, el mundo es gobernado completamente por máquinas y la especie humana está reducida a la esclavitud. Las máquinas han creado una realidad virtual mediante un programa llamado Matrix, donde las personas viven en un sueño inducido y donde todo es producto de ese programa. Si Neo se toma la pastilla azul, se olvidará de todo y volverá a su vida virtual, al Matrix. Si se toma la pastilla roja, se despertará de manera violenta, vivirá en el mundo real, se unirá a la resistencia, y luchará contra la tiranía de las máquinas. En nuestros días esta escena, que a su vez es una adaptación de la fábula de la cueva de Platón, se ha convertido en una metáfora para la encrucijada en la que se encuentran muchas personas en un momento determinado de su vida, frente a los engaños del mundo moderno. Como nos advirtió Nuestro Señor, los últimos tiempos son tiempos de falsos profetas y grandes mentiras, y debemos tener siempre presente Su advertencia: "Mirad que nadie os engañe." (Mateo 24:4) Cuando uno se da cuenta de que le han estado engañando durante años, tiene dos opciones: la pastilla azul, que significa volver a la cueva, donde lo que vive no son sino sombras de la realidad, un auto-engaño en aras de vivir plácidamente, una huida cobarde ante la adversidad; o la pastilla roja, que significa salir de la cueva, despertar a la Verdad y enfrentarse al Enemigo.

Respecto a la crisis de la Iglesia Católica, muchos fieles se han encontrado en un momento de su vida con este dilema, ante la decisión de tomarse la pastilla azul o la pastilla roja. Gracias a Jorge Bergoglio, ahora Francisco I, muchísimos católicos se han caído del burro. [1] Se han dado cuenta de que el catolicismo que predica la jerarquía y que se practica en la gran mayoría de parroquias del mundo, NO ES EL CATOLICISMO AUTÉNTICO, sino una falsa religión derivada del catolicismo. La manera en que un católico llega a esta conclusión varía enormemente; algunos se hartan de los abusos litúrgicos, de la fealdad de las misas modernistas, y cuando encuentran la Misa tradicional caen en la cuenta de que les han dado gato por liebre. [2] Personalmente aún recuerdo mi primera experiencia de la Misa tradicional, y puedo decir con toda sinceridad que fue como salir de la cueva y ver las cosas a la luz del día por primera vez en mi vida. Por primera vez entendí el significado de la frase, "santo sacrificio de la Misa". Por primera vez experimenté lo que tantas veces había imaginado: la adoración a Dios, como lo harían los santos de antaño. Fue un momento crucial en mi vida espiritual, pero la alegría de haber encontrado esa perla de valor incalculable se mezcló con una rabia muy comprensible. Cuando Nuestro Señor preguntó a sus discípulos ¿Quién entre vosotros, si su hijo le pide pan, le da una piedra? (Mateo 7:9), era una pregunta retórica, pero todos los Papas posconciliares, desde Pablo VI hasta Francisco, nos han dado un rito, que espiritualmente es una piedra, un rito que es incapaz de alimentarnos o de transmitir la verdadera fe católica.

Para otros, su momento de epifanía es debido a un encontronazo con algún sacerdote o religioso heterodoxo, que le hace replantear todas sus certezas acerca de la buena voluntad de la jerarquía. El católico que recibe el desprecio de un cura modernista, y es maltratado por el hecho de ser ortodoxo y querer vivir como debe vivir un seguidor de Cristo, razona de la siguiente manera: si este hombre actúa así, a sabiendas de sus superiores eclesiales, y a pesar de ello, no le cae ningún castigo, significa que sus superiores aprueban, o al menos toleran su comportamiento. Si aprueban o toleran la herejía, ellos mismos son cómplices de la herejía que se extiende por la Iglesia. De hecho, la herejía se extiende por la Iglesia precisamente por la inacción de la jerarquía. Los obispos que se quedan de brazos cruzados, observando pasivamente como los herejes destruyen la fe de los fieles, son pastores que ven llegar al lobo, ven como devora a su rebaño, y se tumban a dormir la siesta. Con la ventaja de la retrospectiva, agradezco enormemente al sacerdote jesuita que me dijo EN CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN, que el dogma del Purgatorio era un invento de la Edad Media y que la Virgen María no fue concebido sin pecado original. Se lo agradezco, porque gracias a sus herejías fui capaz de ver a través de la fachada de la iglesia oficial. Vi claramente que este hombre no era católico, sus superiores tampoco, y que todos los obispos que toleraban estas barbaridades se comportaban más como asalariados que como verdaderos pastores. Al darme cuenta de que esta experiencia personal era muy normal en la «nueva primavera» de la iglesia, me propuse buscar al remanente fiel del que habla las Escrituras, si es que aún quedaba uno. Me tomé la pastilla roja, y desde entonces nunca lo he lamentado.

Otros han descubierto la verdad sobre la crisis de la Iglesia por los escándalos sobre abusos sexuales, que en las últimas décadas han sacudido el catolicismo. Al comprobar que los abusos a niños y seminaristas se cometieron con el conocimiento de los obispos, que decidieron taparlo todo por evitarse problemas, muchos fieles han reaccionado con santa ira, y han denunciado la corrupción de la jerarquía, que llega hasta el mismísimo Papa. Un obispo (¡o un Papa!) que, en lugar de defender a las almas a su cargo de los depredadores sexuales, mira para otro lado porque le importa más una vida fácil que el bien de sus fieles, es un Judas. Hay pocas cosas más despreciables que un padre que abandona a sus hijos ante el peligro. Esto es exactamente lo que han hecho los obispos que han tapado los casos de abusos, mientras las denuncias se amontonaban en sus despachos. Gracias al valiente testimonio del Arzobispo Vigano en el verano de 2018, está comprobado, fuera de cualquier duda razonable, que Francisco conocía la vida depravada del Cardenal McCarrick, el antiguo Arzobispo de Washington D.C. en EEUU, y sabía que su predecesor, Benedicto XVI, había sancionado al cardenal americano y le había retirado de cualquier ministerio público. A pesar de ello, Francisco relanzó su carrera y le encargó importantes misiones diplomáticas para el Vaticano. Es decir, el Papa sabía que McCarrick era un pervertido y un depredador sexual; pero le daba igual. ¿Qué tipo de pastor actúa así? Para colmo, cuando Vigano, un prelado de la curia con conocimiento de primera mano, acusa públicamente al Papa de algo tan grave, y toda la prensa mundial habla del tema, ¿qué responde Francisco a los periodistas? Lo único que se le ocurre es: «no diré una sola palabra».

Un católico notable que se tomó la pastilla roja tras lo que en EEUU se viene llamando "el verano de la vergüenza" es el periodista estadounidense, Michael Vorris. Siempre se ha caracterizado por criticar ferozmente a los obispos tibios y heterodoxos, pero se había negado a aplicar la misma medida con el Papa. Otros católicos, menos infectados por el virus de la papolatría, le explicaron que no tiene sentido castigar al capitán por seguir órdenes de su general. Le explicaron, por ejemplo, que si el Cardenal Dolan, Arzobispo de Nueva York, permitía que participara un grupo pro-sodomía en el desfile anual de San Patricio, era porque su jefe, el Papa Francisco quería una "apertura" hacía el pecado que clama venganza al Cielo; todos recordamos su comentario: ¿quién soy yo para juzgar? Vorris y su entorno mantuvieron una posición absurda durante los cinco primeros años del pontificado de Francisco; defendían la Tradición, atacaban a todos los obispos heterodoxos, a la vez que callaban sobre los errores doctrinales de Francisco. Tras años fingiendo que la crisis en la Iglesia era culpa de los obispos malos, del entorno del Papa, de los teólogos disidentes, de cualquiera menos el que estaba al mando, el asunto de Vigano fue la gota que colmó el vaso. Al fin Vorris reconoció que Francisco era un peligro para la Iglesia y pidió públicamente su dimisión. Me alegré mucho cuando me enteré de esto, porque Vorris es un valiente y muy hábil defensor de la fe. Es triste que hubiera tardado tanto en tomarse la pastilla roja, pero más vale tarde que nunca.

Otro periodista prominente que se tomó la pastilla roja es Patrick Coffin. De tener un puesto muy goloso en la empresa Catholic Answers, tuvo que buscarse la vida en solitario, tras denunciar los errores modernistas de Francisco. Su momento fue tras la encíclica Amoris Laeticia, cuando comprobó que lo que Francisco quería era efectivamente que los católicos divorciados que se han vuelto a casar, recibieran la comunión. Hubo un intervalo en que teóricamente era posible darle el beneficio de la duda, porque el documento en cuestión era tan ambiguo (intencionadamente) que se podía interpretar de ambas formas; de forma tradicional o de forma heterodoxa. Sin embargo, tras la declaración de los obispos argentinos, asegurando que ellos sí pensaban autorizar la comunión de personas que viven en un estado de adulterio público, y tras la afirmación de Francisco de que ESA interpretación de Amoris era la correcta, Coffin dejó de fingir que "aquí no pasa nada" y dimitió. La empresa Catholic Answers es un trágico ejemplo de como un medio católico puede desvirtuarse por querer defender a ultranza cada palabra que sale de la boca del Papa reinante. De una herramienta apologética poderosa, que ha contribuido a la conversión de muchas personas al catolicismo, se ha transformado en una máquina de propaganda, el Pravda de la Iglesia Católica [3], que en lugar de extender la Verdad, vende papolatría en estado puro.



Darse cuenta de lo que está pasando, y ver por primera vez la podredumbre en la Iglesia, en sí no es tomarse la pastilla roja. Además de caer en la cuenta de la gravedad de la situación, hay que decidirse por un camino, elegir enfrentarse a la dolorosa realidad y tener el valor de combatir. Primero viene la toma de conciencia, después viene la resolución. Hay muchos católicos que saben perfectamente que Francisco no predica el catolicismo auténtico, sino un sucedáneo, una mezcolanza de modernismo, buenismo sesentayochista y neo-marxismo, y, a pesar de saberlo, rehúsan criticar al Papa. No quieren complicarse la vida. Puede ser que se encuentran muy a gusto en su comunidad parroquial, y piensan que criticar abiertamente los errores de Francisco provocaría malestar y hasta tendrían que dejar de frecuentar la parroquia. Puede ser que dependen de alguna manera de la Iglesia para su sustento; el organista de una catedral, el profesor de matemáticas de una escuela católica, el cura del barrio, el administrativo de la diócesis. Cuando te juegas tus habichuelas, requiere coraje oponerse al mal que promueven los de arriba. Reconozco que para mí, un laico que se gana la vida sin depender de la Iglesia, es más fácil que para un "católico profesional". El caso más difícil es de una persona vinculada por votos a la Iglesia. La obediencia a sus superiores logra acallar a la mayoría de sacerdotes y monjas que perciben el problema. Naturalmente, es una obediencia mal entendida, una forma de servilismo eclesial que anula la verdadera libertad, que siempre es la capacidad para hacer el bien. Cuando la gente buena calla por falsa obediencia están haciendo el juego al Enemigo y en el fondo están traicionando a Dios.

Cuando un católico de buena fe se da cuenta de que Francisco no predica el Evangelio de Jesucristo, sino un falso evangelio, empieza a tirar del hilo y remonta hacia atrás para entender cómo es posible que un hombre semejante haya sido nombrado Sumo Pontífice. Inevitablemente, descubre que Francisco no es fruto del azar, sino la consecuencia lógica de décadas de desorientación diabólica en la Iglesia, por utilizar la frase de Sor Lucía, la vidente de Fátima. Tirando del hilo, este católico llega hasta el Concilio Vaticano II y, comparando sus documentos con el Magisterio anterior, consigue sumar dos más dos y concluye que la ortodoxia de documentos como Nostra Aetate es cuanto menos cuestionable. Empieza a entender que las semillas que los teólogos modernistas plantaron en aquel concilio hace 50 años, como por ejemplo la frase que afirma que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica, ahora están llegando a su fruición. Empieza a entender que la apostasía actual es fruto de dos cosas: por un lado, aquellos errores doctrinales, que fueron introducidos sibilinamente en los documentos oficiales del Concilio mediante una ambigüedad calculada, y por otro lado, los cambios en la liturgia y la disciplina de la Iglesia que emanaron del "espíritu del Concilio". Si el católico ha llegado hasta aquí y es realmente de buena fe, tomará la firme resolución de resistir todos los errores que la jerarquía ha predicado desde el Concilio, en la medida de lo posible, dejará de asistir a la Misa modernista, en favor de la Misa tradicional, y reorientará su vida, para que se asemeje lo máximo posible a una vida auténticamente católica, como las de antaño. Si hace todo esto, habrá tomado la pastilla roja.

Algunos católicos, ante la magnitud de la corrupción eclesial, se escandalizan hasta el punto de negar que Francisco sea el legítimo Papa. Su razonamiento es el siguiente: este hombre claramente no predica la fe católica, por sus gestos y sus palabras no parece tener ningún amor por las almas, y en lugar de edificar la Iglesia parece que pretende destruirla; por tanto, no puede ser Papa, porque un Papa no actuaría así. No voy a entrar a refutar las tesis del sedevacantismo (algo que ya hice en otro artículo), sino dar una pequeña explicación psicológica de porqué un católico se declina por esta opción. En el fondo, creo que es por la repulsión tan grande que siente ante la Pasión de la Iglesia. Igual que los judíos no pueden creer en un mesías que sufrió y murió como Jesús, por tener una visión mesiánica desviada, los sedevacantistas se resisten a creer en una Iglesia que sufre y parece morir, por no asumir la dolorosa realidad humana de la Iglesia. El dolor de la Pasión de la Iglesia que contemplan es demasiado grande; prefieren negar que ese Cuerpo de Cristo, lacerado por los sacrilegios de los «innovadores litúrgicos», triturado por la herejía, y humillado por la traición de obispos «progresistas», sea realmente la Iglesia fundada y sostenida por Dios.

Tengo un amigo que pasó por esto precisamente (no lo voy a nombrar; él sabe quien es). Ante la terrible confusión que sembraba Francisco al principio de su pontificado, este amigo despertó y empezó a cuestionar todos los cambios que había impulsado el Concilio Vaticano II. Se tomó no una pastilla, sino una pastillaza roja, y descubrió para su horror que durante toda su vida adulta había estado engañado respecto a aspectos esenciales de la fe. Antes que asumir con resignación el dolor que esto provoca en un alma pía, se rebeló y se convenció de que Francisco no era Papa y que desde Juan XXIII tampoco ha habido Papa. Ahora ni siquiera asiste a la Misa tradicional diocesana, por objeciones teológicas con el sacerdote que oficia. Aunque hasta cierto punto comparto su postura, esta intransigencia le obliga a vivir su fe de una forma muy precaria y solitaria. Por una diferencia de opinión con el sacerdote, que generalmente es muy ortodoxo, yo no tengo el lujo de poder cortar radicalmente con la única Misa tradicional dominical a la que tengo acceso; tengo hijos y debo pensar en sus necesidades espirituales. Sospecho que el camino que ha tomado este amigo se debe en gran parte a su pertenencia anterior a uno de los movimientos eclesiales que mejor representa el neo-conservadurismo. Vivió durante muchos años dentro de una burbuja, aprendió a venerar al hombre que ocupaba la cátedra de San Pedro como un santo en vida; le inculcaron el culto a la personalidad del Papa, como si de una estrella de rock se tratara; le acostumbraron a hacer gimnasia mental, a justificar absolutamente TODO lo que hace o dice el Papa, como si la fe católica exigiera un asentimiento acrítico a cada ocurrencia del Papa. Cuando la burbuja de esta papolatría neo-con estalló, gracias a las declaraciones abiertamente heréticas de Francisco, el despertar sería tan brusco, tan violento, que no supo digerir la dura realidad. Pienso que yo he evitado caer en el sedevacantismo por haber abierto los ojos ANTES de la elección de Francisco. Gracias a Dios, poco después de tomarme la pastilla roja entré en contacto con unos santos sacerdotes de la Fraternidad San Pío X. Fue en los primeros años del pontificado de Benedicto XVI, un conservador, por lo que la llegada de Francisco no hizo tambalear mi fe en la Iglesia. Ya era consciente del daño causado por el Concilio, la Nueva Misa y todas las innovaciones de los últimos tiempos.

A medida que avance el desastroso pontificado de Francisco, es cada vez más difícil negar que existe una crisis de fe en la Iglesia, provocada no por factores externos, como la secularización de la sociedad o ideologías y religiones adversas, aunque está claro que esto no ayuda, sino por factores internos. Es el fenómeno que Pablo VI llamó la «auto-demolición de la Iglesia». La catastrófica perdida de almas es el resultado de la estrategia de la jerarquía de «dialogar con el mundo», la misma jerarquía que ha renunciado a su deber de censurar o expulsar a los herejes que confunden a los fieles; la Nueva Misa y todos las innovaciones litúrgicas han sido bendecidas por Roma; en las reuniones interreligiosas de Asís el indiferentismo religioso ha sido fomentado por los mismos Papas que luego se lamentaban por la «apostasía silenciosa» de Occidente. A pesar de todo esto, aún quedan católicos que piensan que lo que hay que hacer ante la crisis es callar y rezar. A estos les respondo con la exclamación de Santa Catalina de Siena, cuya actitud ante la crisis eclesial de su día fue admonestar severamente al Santo Padre: «por el silencio se ha podrido el mundo entero».

Ya no cuelan las excusas de los neo-católicos, que intentan blanquear cada error del Papa. Ya nadie se cree las frases que siempre sacan tras la enésima metedura de Francisco: «la traducción está mal», o «sus palabras están sacadas de contexto». Los católicos profesionales, que se ganan la vida diciéndonos «lo que realmente quiso decir el Papa», han agotado la paciencia de las personas de buena voluntad. Si Francisco de verdad necesita a un ejército de teólogos y expertos en relaciones públicas para hacer llegar al mundo los principios básicos de la fe católica, pienso que sería mejor que dejara paso a otra persona con mayores dotes de comunicación. No es tan complicado entender las verdades de fe; cualquier niño de primera comunión es capaz de ello. Tampoco debería ser necesario estudiar diez años de filosofía o tener conocimientos esotéricos para entender los mensaje del Papa. Sin embargo, los neo-católicos se empeñan en querer convencernos, como si fuéramos idiotas, de que una declaración que va en contra de la fe católica, en realidad es perfectamente ortodoxo; que lo que a todas luces es una innovación, es completamente compatible con la Tradición; y que un cambio en el Catecismo es en el fondo "una continuidad" con el Magisterio anterior. ¿Cuándo se tomarán en serio al Santo Padre, y serán capaces de creer que cuando dice A no quiere decir B? Un ejemplo de este circo mediático es la reacción a las entrevistas entre Francisco y el periodista ateo, Eugenio Scalfari. En dichas entrevistas, según Scalfari, Francisco dijo, entre otras, las siguientes herejías: 1. el Infierno no es eterno, 2. los ateos se pueden salvar, y 3. el proselitismo es una solemne tontería. Los apologetas francisquitas nos advierten de que no podemos tomar en serio lo que escribe Scalfari, porque, aparte de tener 93 años, nunca toma notas escritas en sus entrevistas. Además, sugieren que, por ser izquierdista y ateo, Scalfari tendrá motivos de sobra para tergiversar las palabras de Francisco. Vale, concedo que es posible que las palabras de Francisco fueran mal transcritas en la primera entrevista. ¿Pero en la segunda y la tercera? ¿Y cómo es posible que Francisco no salga para desmentir categóricamente todas las herejías que supuestamente dijo a Scalfari? Si no lo ha hecho, entiendo que suscribe lo que salió publicado. La única otra posibilidad es que Francisco tiene el juicio gravemente defectuoso, si sabiendo por experiencia que Scalfari le va a torcer todas sus palabras y crear confusión en la Iglesia, se presta una y otra vez a entrevistarse con este señor. Hay que escoger entre dos opciones: o Francisco realmente dijo estas herejías, o Francisco es más tonto que un mazo. En cualquier caso, no debería ser Papa.

Los católicos que han optado por tomarse la pastilla azul y volver a su mundo de fantasía, naturalmente se molestan cuando los que nos hemos tomado la pastilla roja hablamos de temas incómodos. Por perturbar su paz con verdades como templos, nos acusan de fechorías como "atacar a la Iglesia", cuando en realidad somos nosotros quienes la defendemos; nos dicen que somos "duros de corazón", cuando es una obra de misericordia corregir al que yerre; nos preguntan indignados: ¿quiénes sois vosotros para criticar al Papa?, a lo que respondemos: somos soldados de Cristo. Según un neo-católico, criticar al Papa es uno de los pecados imperdonables con el Espíritu Santo. Pero cualquiera que sabe algo de las Sagradas Escrituras, la historia de la Iglesia y el Magisterio, y tiene una pizca de sentido común, sabe que esto es mentira. Lógicamente, hay que tener el cuidado de formular las críticas de manera educada y respetuosa, y nunca hay que olvidar la dignidad del cargo que ostenta la persona a quien nos dirigimos. Si alguna vez he sido irrespetuoso o he utilizado un tono impropio, pido perdón ante todos mis lectores, y ante Dios Todopoderoso. Cada vez que he criticado a la jerarquía católica, ha sido motivado por amor a Cristo y Su Iglesia. Dicho esto, está claro que los católicos sí podemos, y a veces DEBEMOS, criticar a nuestros pastores. Según Santo Tomás de Aquino, los católicos tienen derecho, y a veces hasta LA OBLIGACIÓN, de criticar a sus superiores públicamente, cuando perciben que hay un peligro inminente para la fe. Esta enseñanza la basa en el incidente entre San Pablo y San Pedro, relatado en la Carta a los Gálatas, cuando el primero reprendió "a la cara" al primer Papa, por un comportamiento indigno que causaba confusión entre los fieles. El Código de Derecho Canónico, en su artículo 212/3 recoge el derecho de criticar a los prelados, el Papa incluido. Francisco mismo, ante una reunión de obispos italianos el año pasado, dijo lo siguiente: no es un pecado criticar al Papa. ¿Ahora quiénes son más papistas que el Papa?Creo que he dicho suficiente sobre esto, porque el tema está más claro que el agua.


NOTAS

[1] Caerse del burro, una expresión popular español, que significa darse cuenta de su error.

[2] Dar gato por liebre, otra expresión popular español, que se define así: engañar a una persona, haciendo pasar una cosa por otra mejor.

[3] El periódico Pravda fue el principal órgano de propaganda del régimen soviético durante sus 70 años de poder.