El P. Peter Carota me deleita casi a diario con su magnífico blog, Traditional Catholic Priest. Para mis lectores que no leen en inglés, ofrezco otra traducción de una entrada de dicho blog (con permiso del autor). Esta vez escribe sobre el sacramento del matrimonio, distinguiendo claramente entre lo que era y lo que tristemente es desde el Concilio Vaticano II. Hay que entender que un sacramento no puede cambiar su esencia, porque si lo hiciera dejaría de ser un sacramento, es decir un signo sensible y eficaz instituido por Nuestro Señor Jesucristo. Cualquier cambio que hagamos a un sacramento lo desvirtúa. Los adornos y envoltorios pueden cambiar, pero la esencia no.
El Papa San Pío X definió el matrimonio de esta manera:
El matrimonio es un sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo que establece un vínculo santo e indisoluble entre un hombre y una mujer, otorgándoles la gracia de amarse santamente y educar a sus hijos de una forma cristiana. (Catecismo de San Pío X)Esto es una reflexión sobre el libro del P. Alain Delangneau, Advice for Successful Families.
San Agustín clasificó los tres bienes del matrimonio: Bonum Prolis, Bonum Fidei y Bonum Sacramenti.
Bonum Prolis significa que el matrimonio es bueno para la procreación, que es lo mejor para los hijos. Así que el fin primario del matrimonio es la procreación y la educación cristiana de la prole. Se incluye en esto crear un ambiente armonioso y amoroso en el que los niños puedan ser educados. Esta es la razón principal por la que los esposos tienen relaciones íntimas. La ley natural del acto conyugal es producir hijos.
El Papa Pío XI afirmó en Casti Connubii:
Entre todos los bienes del matrimonio, los hijos tienen el primer lugar… Los padres cristianos deben entender que no están llamados sólo a propagar y preservar la raza humana sobre la Tierra… sino dar también hijos a la Iglesia, crear ciudadanos, santos, y amigos de Dios, con el fin de que la población de cristianos aumente día a día. El Matrimonio como institución natural, en virtud de la voluntad del Creador, es para su fin primario e intrínsico, no la perfección personal de los esposos, sino la procreación y la educación de las nuevas vidas. Los demás fines, todos igualmente deseados por la naturaleza, no están a la misma altura que el fin primario, y no son desde luego superiores, sino esencialmente subordinados.Esto contradice la nueva teología, donde colocan lo unitivo primero y la procreación segundo. ¿Se equivocaba la Iglesia y el Papa Pío XI? ¿Hace falta cambiarlo ahora? Absolutamente NO.
Vemos claramente que desde el uso rebelde de los anticonceptivos el número de católicos y cristianos disminuye, mientras que la población musulmana aumenta. Todas las religiones y razas que se rebelan contra este fin natural del acto conyugal están menguando. El aborto, el control de la natalidad, y la sodomía conducen a la muerte de las familias y sus religiones.
La palabra en latín matrimonium se deriva de mater (madre), porque una madre naturalmente da vida a los hijos. Dios comparte Su poder creativo al permitir a los esposos ser “pro-creadores” con Él cuando tienen relaciones y traen bebés al mundo.
La perspectiva correcta de la unión conyugal en el matrimonio se encuentra en la oración de Tobías antes de tener relaciones con su esposa, Sara.
O Dios de nuestros padres, quien hiciste a Adán del lodo de la tierra y le diste por compañera a Eva, Tú sabes que no es por una pasión desordenada que nos desposamos, sino por el amor a la posteridad, para que bendigan Tu nombre por los siglos de los siglos. (Tobías 8:9)
Todos los demás maridos de Sara murieron a manos del demonio Asmodeo, porque quisieron tener relaciones con ella para satisfacer su lujuria, no con el fin de tener hijos.Tobías tuvo relaciones para tener descendencia, no por lujuria, y por ello no murió sino que fue bendecido. Ruego a todo el mundo que lee esto que se tome media hora para leer el precioso libro de Tobías. Y si no tienes ni media hora, lee al menos el capítulo 3.
Bonum Fidei es el fin secundario del matrimonio. Por mantenerse fieles a los votos, los esposos no tienen relaciones con nadie fuera del matrimonio. Esto es muy natural y es necesario en el matrimonio, para proteger a los esposos y a los niños. ¡Cuántas personas han sido asesinadas por esposos celosos tras descubrir una infidelidad matrimonial! Yo conozco varios casos.
Uno de ellos fue un sacerdote greco-ortodoxo, a quien conocía bien. Tenía una relación adúltera con su secretaria, que estaba casada. Cuando su marido lo descubrió asesinó brutalmente al sacerdote. Otro caso fue de un asesinato mientras los dos esposos infieles tenían relaciones. En el lugar del crimen había sangre por las paredes y todas partes.
En el mundo no habría absolutamente ninguna enfermedad de transmisión sexual si la gente se casara siendo vírgenes y fueran fieles. Los niños se merecen tener el mismo padre y la misma madre durante toda su vida. El adulterio causa estragos terribles y a menudo irreversibles en la confianza y el amor matrimonial. Muchos niños son abusados por su padrastro o por el amante de su madre.
El Papa Pío XII comentó sobre este pasaje de las Escrituras, “le daré una compañera similar a sí mismo” (Génesis 2:18). Escribió:
El hombre necesita afecto, intercambios, consejos, ayuda en las dificultades y en el ejercicio de la virtud. Todo esto se le ofrece en la vida común de fidelidad; dos seres complementarios que se ayudan mutuamente en el camino de la vida humana y sobrenatural, durante todo su matrimonio.Todos necesitamos afecto, ser queridos y valorados. El matrimonio nos da esto, y la familia es donde podemos sentirnos amados, un sitio seguro.
Pocos saben lo que es el “débito conyugal”, y los que sí han oído hablar de él discuten sobre su significado. Significa simplemente que los esposos tienen la obligación de mantener relaciones afectuosas para engendrar hijos en el matrimonio. Cuando uno de los dos se niega a tener relaciones, puede empujar al otro a una posible infidelidad. No tiene nada que ver con relaciones forzadas (el pecado horrible de la violación) o hacerle sentirse mal al otro cuando no le apetece tener relaciones en un determinado momento. Sin embargo, hay un peligro enorme cuando los hombres (que son naturalmente más activos sexualmente) nunca pueden mantener relaciones para engendrar hijos. Habrás notado que uno “relaciones” e “hijos”.
Muchas mujeres ya no quieren mantener relaciones íntimas con sus maridos, porque éstos las han utilizado para satisfacer sus deseos lujuriosos. Están hartas de ser utilizadas y se niegan a tener relaciones. En estos casos, los hombres reciben las consecuencias de su lujuria. Esto es lo que ocurre cuando tienes relaciones sólo por el placer, no por tener hijos.
Bonum Sacramenti muestra el reflejo del misterio (sacramentum) de la unión indisoluble de Jesús con Su Santa Iglesia Católica, que se encuentra en la unión de una pareja bendecida por el sacramento del matrimonio. San Pablo escribe a los efesios: “Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo ama a Su Iglesia y se entregó por Ella… que las mujeres se sometan a sus maridos como al Señor.” Sin embargo, a renglón seguido dice que amen a sus mujeres como su propio cuerpo. Ello implica sacrificio por la esposa, como Jesús se sacrificó en la Cruz por nosotros.
El Santo Sacramente del Matrimonio da a los esposos las gracias necesarias para cumplir con su deber, para ser santos y para educar santamente a sus hijos.
El Papa Pío XI escribe en Casti Connubii:
Este sacramento, cuando no se le ponen trabas, no sólo aumenta la gracia santificante, el principio permanente de la vida sobrenatural, sino que añade también dones particulares… Eleva y perfecciona las fuerzas naturales, con el fin de que los esposos puedan no sólo comprender por la razón sino también sentir íntimamente y aguantar con fortaleza… les permite poner en práctica eficazmente todo lo relacionado con el estado marital, sus fines y sus deberes. Finalmente, les concede el derecho de recibir la ayuda de la gracia actual cada vez que la necesitan para cumplir con las obligaciones de su estado de vida.Así que los que leáis esto y os esforzáis cada día por mejorar vuestro matrimonio, os sugeriría que estudiéis esto en pareja. Es muy duro, casi imposible mejorar un matrimonio a solas. Somos tan afortunados de tener las gracias sacramentales que obran en nuestra vida cotidiana. Cuanto más conozcamos estas gracias, mejor podremos cooperar con ellas para tener familias felices.
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