La vida no deja de sorprenderme. Soy una persona pesimista cuando se trata del futuro de este mundo, y suelo desesperarme cuando echo un vistazo a lo que está pasando. Veo a la élite mundialista ganando terreno, con cada vez menos lugares donde uno puede refugiarse del Gran Hermano. Las libertades poco a poco se van restringiendo. Dentro de no mucho me temo que por expresarse en contra de algunos de los dogmas liberales de los globalistas te meterán directamente en la cárcel. Veo que el genocidio del aborto no cesa, sino que va en aumento. Veo que se promueve la inmoralidad sexual en casi todos los países, y que la porquería que sale de los medios, que ahora se llama "entretenimiento", se ha convertido en un tsunami. Veo que la fe se va apagando en Occidente, a la vez que avanza el Islam, mientras que los católicos, con honrosas excepciones, están atontados, asistiendo a la catástrofe cruzados de brazos.
Sin embargo, a pesar de estos desastres, no está todo perdido. Aún queda un rescoldo de fuerza en los pueblos occidentales. Con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU ayer, ese rescoldo se puede convertir en un auténtico incendio. Los globalistas harán lo posible por apagarlo, pondrán todos los obstáculos posibles en su camino, pero es reconfortante saber que si perdemos será tras una gran lucha. Sí, los católicos sabemos que al final ganará Nuestro Señor, pero lo que no está para nada garantizada es la supervivencia de Occidente. La victoria de Trump puede ser el revulsivo que necesitábamos. Igual ahora la gente se espabila y combatimos en serio a los diabólicos amos del mundo.
Varias cosas me llaman la atención en esta situación.
- Primero, los mismos que no paran de hablar de "democracia", siempre que favorece sus intereses, ahora lamentan lo que el socialista Iñaki Gabilondo ha llamado en su artículo de El País, "la revolución de las masas". Claro, cuando son los moros que arman una revolución, para instalar gobiernos islamistas o para apoyar grupos terroristas que masacran a las minorías cristianas, entonces los progres están encantados. Pero si es una revolución EN CONTRA de la élite mundialista por parte de la gente de Occidente, es motivo de gran preocupación. ¿En qué quedamos? ¿Queremos democracia o no? Yo personalmente pienso que es un engañabobos, pero si en España los demócratas chaqueteros, que hace una generación eran todos franquistas, de verdad creyeran en la democracia, aplaudirían este resultado como lo que es: la voluntad del pueblo.
- Segundo, al igual que con el Brexit, los sondeos han fallado estrepitosamente. Una vez puede ser un error sin más, pero dos veces, en condiciones muy similares, parece que es demasiado casualidad. Creo que las encuestas estaban maquilladas para dejar en mal lugar a Trump y desincentivar a sus votantes. Los que controlan los medios saben muy bien la influencia que tienen en las elecciones las encuestas. Sin embargo, Trump y su gente han sabido contrarrestar esto, insistiendo siempre en que no daban crédito a las encuestas. El truco no ha funcionado. El peligro es que la próxima vez, en lugar de limitarse a trucar las encuestas, directamente recurran al fraude electoral.
- Tercero, los medios de comunicación de masas, especialmente en Europa, han estado descaradamente contrarios a Trump, desde antes de lograr la nominación republicana. Hasta los medios de EEUU tradicionalmente conservadores, como Fox, fueron muy beligerantes contra Trump, hasta que se veía que tenía muchas posibilidades de ser el candidato republicano y tuvieron que moderarse. A juzgar por la actitud de los "expertos" y tertulianos políticos de las cadenas europeas, Trump sería un loco marginal, sin apoyo popular alguno. Por esta razón la gente que se informaba a través de TVE o cadenas similares de desinformación y propaganda mundialista se ha llevado una sorpresa mayúscula. Existe un divorcio enorme entre las élites que controlan los medios de comunicación y el pueblo, y esta campaña ha servido para ponerla en evidencia.
Ahora habrá que ver qué puede hacer Trump contra la escoria que gobierna el mundo. Dice un amigo (aún más pesimista que yo) que lo mejor que podemos esperar de él es que le peguen un tiro, como a Kennedy. Es muy posible que cuando llegue a la Casa Blanca y le explican como funcionan las cosas, si osa rebelarse contra el sistema e intenta cumplir con su promesa electoral de "vaciar la ciénaga" de Washington, le quiten rápidamente de en medio. Sólo nos queda esperar y rezar, para que tantas esperanzas de cambio puedan hacerse realidad.
Al margen de lo que pase en el futuro, lo que me da una satisfacción inmensa es ver la cara de susto de los progres y borregos diversos de la tontocracia, que jamás se hubieran imaginado que pudiera ganar Trump, como tampoco se imaginaban que el Reino Unido se pudiera salir de la Unión Europea. El Papa Francisco, su amigo el banquero George Soros, los cuervos en la ONU, la judería internacional, la Masonería, Planned Parenthood, y todos los siervos de Satanás del mundo deben estar consternados ahora mismo, preguntándose cómo ha podido pasar; con todo el dinero de su lado, todos los medios de comunicación, todos los famosos, todo el poder, ¿cómo han podido perder? Amigos, este es un momento dulce para saborear.
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