lunes, 18 de enero de 2016

El Culto a la Fealdad

Un fruto evidente de la apostasía de Occidente es la fealdad cultural. Guste o no, Europa se construyó sobre la fe en Cristo, y con el rechazo voluntario de esa fe ha crecido un odio por parte de los mismos europeos hacía toda la tradición cristiana. En definitiva, un odio hacía el mismísimo Dios, fuente de toda belleza, ha generado un gusto por la fealdad. Hasta que Europa se auto-destruyó en la Gran Guerra de 1914-18, toda su historia, sus tradiciones y su cultura bebían directa o indirectamente del cristianismo. Creo que fue a partir de de esta guerra, cuyos 100 años ahora que se conmemoran, que Europa optó definitivamente por rechazar a Cristo. Desde luego, fue un proceso que tardó su tiempo, pero fue gracias a esta contienda que la mentalidad revolucionaria, y por tanto anticristiana, logró contagiar a todo Occidente. Desde entonces la cultura moderna se ha degenerado hasta convertirse en un culto a la fealdad.

Este culto a la fealdad se manifiesta en diversas formas artísticas en las corrientes vanguardistas de la época inmediatamente posterior a la Gran Guerra. En la música, la Segunda Escuela Vienesa, liderada por Arnold Schoenberg, buscó una ruptura radical con el pasado. Su sistema dodecafónico fue un intento de crear una nueva música a partir de teorías matemáticas y filosóficas. Aún hoy en día hay músicos de renombre que defienden el dodecafonismo, pero en mi opinión lo hacen por puro esnobismo artístico. La realidad es que nadie soporta la música dodecafónica, cuyo efecto estético se podría comparar a una patada en la espinilla. El que quiera comprobarlo, que escuche esta pieza de Anton Webern. [1] Es un buen ejemplo de la artificialidad moderna; en lugar de cultivar formas artísticas que nacen y se desarrollan orgánicamente dentro de una cultura viva, una élite decide imponer unas normas a partir de sus teorías académicas, creando una brecha insuperable entre ellos y la gente normal.

La música llamada "culta" siguió por este camino esotérico que dictaba una élite cada vez más divorciada del mundo real. En cuanto a la música de las masas, a partir de los años ´50 el Rock and Roll arrasó una generación entera hacía el desenfreno y la pérdida de valores religiosos. [2] En general, la historia de la música del siglo XX se caracterizó por una búsqueda frenética de la novedad a toda costa, tanto en las estridencias de la música "culta" como en el Rock and Roll. Creo que es por esta razón que la música antirevolucionaria por antonomasia, la música tradicional, también llamada folclórica, entró en declive. La tragedia de los últimos 100 años en Occidente, a mi juicio, es la progresiva pérdida de la herencia musical tradicional de los pueblos. Cada año constato con tristeza que mis alumnos del conservatorio son incapaces de cantar alguna canción tradicional de su región. Sólo conocen las bandas sonoras de películas de Hollywood, la música de programas de televisión, o lo que cantan las estrellas del Pop.

La música tradicional es la que se transmite oralmente de generación en generación, y varía de una región a otra. Esta música fortalece el vínculo cultural entre todos los miembros de una misma comunidad y crea una identidad cultural que distingue su comunidad de otras. Exactamente lo contrario ocurre con la música Pop. Esta música cambia constantemente con las modas, por lo que cada generación se aficiona a un género diferente a la anterior, creando una brecha cultural intergeneracional. Además, la música Pop, promocionada por los medios de comunicación de masas, es la misma en cualquier lugar. Esto quiere decir que errosiona la identidad cultural de los pueblos, porque musicalmente ya nada distingue unos de otros. Cuando una tradición musical muere es casi imposible resucitarla. Desaparece para siempre parte de la identidad cultural de un pueblo, para ser reemplazado por bazofia extranjera. Es un empobrecimiento cultural realmente trágico, que sirve para avanzar la agenda del Nuevo Orden Mundial. Esta homogeneización de la cultura ocurre en casi todos los aspectos de nuestra vida. Los restaurantes donde se sirve comida local son sustituidos por hamburgueserías de franquicias americanas. Las modas locales en el vestir y los trajes típicos de cada región se sustituyen por lo que dictan cuatro diseñadores en Nueva York o París. Los bailes autóctonos ceden el lugar al vulgar contoneo discotequero. Hasta las lenguas de cada nación son invadidas por anglicanismos.

En las artes plásticas también es fácil ver el culto a la fealdad . El arte decadente, el feísmo y el arte abstracto, beben de fuentes inquietantes. Uno de los principales ideólogos que inspiraron el nuevo arte modernista es Charles Baudelaire, un drogadicto degenerado cuyo magnum opus, Les Fleurs du Mal, es abiertamente una alabanza a Satanás. Otra influencia importante, sobre todo para el arte abstracto, es Helena Blavatsky, la fundador de la religión esotérica mágica denominada teosofía. Con estas raíces no es de estrañar que el árbol del modernismo artístico creciera torcido desde el principio y diera frutos tan amargos.

Esta acuarela de 1911 es el primer cuadro abstracto:




Su autor, Wassily Kandinsky, explica en su libro De lo Espiritual en el Arte, que este nuevo movimiento artístico se fundamenta en las teorías de Blavatsky, la Doctrina Secreta, como él lo llama. Piet Mondrian, otra figura importante del arte abstracto, también era adepto a la teosofía:
Mediante la teosofía me di cuenta de que el arte podía ofrecer una puerta hacía otras dimensiones más altas, que llamaré el reino espiritual.

Un cuadro de Mondrian de 1930

El dadaísmo, la expresión artística del ateísmo y el nihilismo y la primera manifestación de la fealdad como principio estético, surgió durante la Primera Guerra Mundial. En décadas anteriores Friedrich Nietzche, el gran profeta del ateísmo, había abogado por la fealdad en las distintas expresiones artísticas:
Se ponen límites demasiado estrechos al arte cuando se le exige que sea sólo el vehículo de expresión del alma regulada y equilibrada. Al igual que en las artes plásticas, hay en la música y en la poesía un arte del alma fea, junto al arte del alma bella. [3]
La figura más representativa del dadaísmo, Tristan Tzara, un marxista judío de origen rumano, utilizó el arte como una pieza más en la Revolución. Si bien tuvo un éxito limitado en su momento, su influencia posterior ha sido enorme, como por ejemplo en el Pop Art de Andy Warhole de los años ´60. Así es como ArteEspaña.com define el dadaísmo:

El Dadaísmo se presenta como una ideología total, como una forma de vivir y como un rechazo absoluto de toda tradición o esquema anterior. Está en contra de la belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes de la lógica, contra la inmovilidad del pensamiento y contra lo universal. Los dadaístas promueven un cambio, la libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, lo aleatorio, la contradicción, defienden el caos frente al orden y la imperfección frente a la perfección. Proclaman el anti-arte de protesta, del shock, del escándalo, de la provocación ... Se basan en lo absurdo y en lo carente de valor.
"Mujer sentada" de Picasso, 1927
Quien tomó el relevo en este rechazo a la belleza artística fue el comunista español, Pablo Picasso. Picasso llevó a nuevos extremos la deliberada distorsión del cuerpo humano. Satanás odia el cuerpo del hombre porque está hecho a la imagen de Dios, es "templo del Espíritu Santo", y porque la segunda persona de la Santísima Trinidad quiso hacerse hombre. Por estas razones es natural que los artistas bajo la influencia del Demonio representen a los hombres como si fueran bestias repugnantes. Sir Herbert Read, posiblemente el crítico de arte más influyente de su tiempo, afirmó que Picasso pintaba en un estado de trance, para poder conectar con el "subconsciente colectivo". El caos, tan presente en todos su cuadros, me indica que Picasso fue un hombre gravemente desequilibrado, como mínimo. Personalmente creo que en sus trances el pintor conectaba con algo mucho más siniestro que el subconsciente colectivo (si es que tal cosa existe). Creo que conectaba con los espíritus malignos del Infierno.

Picasso también fue el pionero del artista charlatán. Se hizo inmensamente rico y famoso en vida, gracias en gran parte a su habilidad para vender sus ocurrencias artísticas al público, lo que hoy llamaríamos marketing. Hoy el arte contemporáneo se ha convertido en una gran farsa, donde lo único que prima es la promoción de los "artistas". El que sepa hacerse un nombre entre la gente influyente vende sus creaciones por millones de dólares, irrespectivamente de su calidad estética. El producto artístico es irrelevante; se vende y se compra una firma, como si fuera una acción en la bolsa. Por esta razón el Tate Gallery de Londres compró y exhibió este montón de ladrillos del "artista" Carl Andre.





Es por la misma razón que Damien Hirst, cuya obra más conocida es este tiburón en una solución de aldehíco fórmico, ha ganado unos 500 millones de dólares vendiendo lo que cualquier persona mínimamente sensata sabe que es basura. ¡Qué bonito es el traje del emperador! dicen los gurus del arte contemporáneo, y todos los tontos útiles se preguntan (sin atreverse a decir nada) porqué no lo aprecian como deberían.



 Los soviéticos fueron los pioneros en crear monumentos abstractos gigantes que afeaban el espacio público, una moda que hoy en día se ha extendido por el mundo entero. Aunque los gobiernos liberales occidentales se gasten fortunas en construir mamotretos horripilantes, en mi opinión los antiguos monumentos soviéticos aún los superan. Vean por ejemplo esta monstruosidad de la antigua Yugoslavia:


Murcia, la ciudad en la que vivo, tiene un número desproporcionado de esculturas gigantes de este estilo. De hecho, Murcia es sin duda la ciudad con más esculturas feas por metro cuadrado de España. Sus políticos creen que al gastar el dinero de los murcianos en basura moderna (¡una basura muy cara!) han elevado el nivel cultural de la ciudad, cuando lo único que han hecho, aparte de cabrear a mucha gente, es demostrar lo paletos que son y el pésimo gusto estético que tienen. Para deleite de mis lectores ofrezco una selección de las esculturas más feas de Murcia, todas erigidas en los últimos 10 años:

Una araña multicolor

Un come-cocos gigante que "sólo" nos costó 200.000€

El casco de Darth Vader, en pleno centro de la ciudad

El monstruo de la chatarra

Una mantis religiosa de 20 metros de altura

Aparte de la evidente fealdad de estos "monumentos", llama la atención su absoluta vacuidad; no significan ni representan nada. En este sentido son un fiel reflejo del régimen liberal que padece Europa entera, verdadero heredero del marxismo cultural. Al rechazar a Jesucristo, al dar la espalda a las tradiciones de nuestros ancestros, se ha caído en el más absoluto nihilismo. El único consuelo que me queda es pensar que estos atentados estéticos se perpetran contra el pueblo.


NOTAS

1. Concierto para 9 instrumentos.

2. Para un estudio de la naturaleza satánica del Rock and Roll, ver este artículo.

3.  Friedich Nietzsche, Humano, demasiado humano § 152
 

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