jueves, 22 de enero de 2015

Los votos del Matrimonio son para toda la vida

Traduzco este artículo, publicado el 18 de noviembre de 2014, de mi admirado Padre Carota y su blog, Traditional Catholic Priest. Trata de la indisolubilidad del matrimonio sacramental, una verdad de fe tan denostada y atacada hoy en día, tristemente incluso desde DENTRO de la Iglesia Católica. Por esta razón debemos insistir a tiempo y a destiempo en reafirmar la enseñanza perenne sobre el matrimonio que Nuestro Señor legó a Su Iglesia.



Dios nos pedirá cuentas por cada palabra que decimos. He oído decir que cada palabra que se ha pronunciado por los seres humanos a lo largo de la Historia anda por allí flotando en el aire.

Dios no sólo nos pedirá cuentas por cada palabra que hemos dicho. Con aún mayor severidad, nos examinará a la luz de nuestros votos. Los Papas, los cardenales, los obispos, los religiosos, los sacerdotes, los laicos consagrados, y los esposos, han hecho votos, poniendo por testigo a la Iglesia, y sobre todo a Dios.

Aunque el reciente Sínodo tratara de permitir la Comunión para las personas que ya han hecho votos de matrimonio y los han traicionado al cometer adulterio en otros "matrimonios", Dios se acuerda de sus PRIMEROS VOTOS MATRIMONIALES. Dios no sufre de amnesia. Tampoco tienen amnesia todos los que estuvieron presentes en su boda: la pareja, el sacerdote, los dos testigos, y todos los familiares y amigos que los acompañaron en su boda sacramental.


No fui yo, ni la Iglesia Católica, que hizo que el sacramento del Matrimonio fuera sagrado e indisoluble. Fue el Mismísimo Dios en el principio de todo y luego reiterado por Jesucristo. "Los dos serán una sola carne". "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre."

Ningún sínodo, ningún Papa, ninguna persona casada, ningún sacerdote, absolutamente nadie, puede dividir lo que Dios ya ha unido. Los matrimonios se pueden separar, divorciarse y volverse a "casar", pero cualquiera en la Iglesia que diga que esto está bien, y que podrán recibir la Sagrada Comunión los que vivan en una relación adúltera, blasfema. Y los que reciban la Comunión en una relación adúltera cometen sacrilegio. Dios realmente nos toma la palabra literalmente.


El rito tradicional del Santo Matrimonio empieza con una introducción, una exhortación a la pareja, antes de hacer sus votos de por vida en el Matrimonio. Esto es lo que dice:

Mis queridos amigos: Estáis a punto de entrar en una unión sumamente seria y sumamente sagrada, porque fue establecida por Dios Mismo; sumamente seria, porque os vinculará de por vida en una relación tan cercana e íntima, que influirá todo vuestro futuro. Ese futuro, con sus esperanzas y sus decepciones, sus éxitos y sus fracasos, sus placeres y sus sufrimientos, sus alegrías y sus penas, está oculto a vuestros ojos. Sin ver lo que os espera, os decís "SÍ" en las duras y en las maduras, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.
Verdaderamente, pues, estas palabras son sumamente serias. Es un bello tributo a la fe que tenéis indudablemente el uno en el otro, que estéis tan dispuestos a pronunciarlas, aún sabiendo su carga de seriedad. Puesto que estas palabras entrañan unas obligaciones tan solemnes, es menester que la seguridad de vuestra vida matrimonial descanse sobre el gran principio de autosacrificio. Empezáis vuestra vida de casados por la voluntaria y total entrega de vuestras vidas individuales, en pro de esa vida más profunda que tendréis en común. De aquí en adelante seréis una sola mente, un solo corazón, un solo afecto. Y cualquier sacrificio que se os requerirá desde este momento, para preservar esta vida en común, lo haréis generosamente. El sacrificio suele ser difícil y costoso. Tan sólo el amor puede hacer que sea fácil; el amor perfecto lo convierte en una alegría. En la medida que amemos, así estaremos dispuestos a dar. Y cuando el amor es perfecto, el sacrificio es completo. Tanto amó Dios al mundo que entregó a Su Hijo unigénito, y tanto nos amó el Hijo que se entregó a Sí Mismo por nuestra salvación. "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos."
No encontraréis ninguna bendición tan grande en vuestra vida de matrimonio que el amor conyugal puro, leal y fiel hasta el final. Que este amor, que hoy une vuestras manos y vuestros corazones, no falle nunca, sino que crezca año tras año, cada vez más profundo y más fuerte. Si el amor verdadero y el espíritu altruista del sacrificio perfecto guían vuestros pasos, podréis contar con el mayor grado de felicidad terrena que se le concede al hombre en esta vida. El resto está en manos de Dios. Él no os abandonará en vuestras necesidades; os promete la ayuda de por vida de Sus gracias en el Santo Sacramento que ahora váis a recibir.  




¡Gracias a Dios por estas enseñanzas tradicionales sobre el matrimonio católico contenidas en la ceremonia nupcial tradicional! Lex orandi, lex credendi. El matrimonio es extremadamente difícil. Cualquier oración o enseñanza falsa lo socava fácilmente y los matrimonios se desmoronan. Me gustaría pedir a todos los que estáis casados y estáis leyendo este blog, que imprimáis estas instrucciones y las habléis entre vosotros. Acordaos que se dice que Dios estará ahí con vosotros durante toda vuestra vida de matrimonio, hasta la muerte. Esto significa en los buenos tiempos y en los malos tiempos, en la enfermedad y en la salud, en la pobreza y en la riqueza. Somos tan afortunados de ser católicaos tradicionales y tener esta sabiduría divina, para ayudarnos a atravesar este "valle de lágrimas", hasta alcanzar el Cielo.

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