jueves, 16 de octubre de 2014

El Tercer Secreto de Fátima I

Publicado el 14 de diciembre, 2012


Pocos acontecimientos han sido tan relevantes para la Iglesia Católica en los tiempos modernos como las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima en 1917. Recomiendo de todo corazón, para todo aquel que todavía no lo ha hecho, que se lea la historia de las apariciones. Todo lo que rodea Fátima es maravilloso, y se puede sacar gran provecho espiritual de ello; el Milagro del Sol del 13 de octubre, las oraciones que el Ángel de Portugal enseñó a los tres niños visionarios, el comportamiento de los pastorcillos ante las adversidades, etc. Yo no voy a entrar en eso, porque requeriría un libro entero. Me ceñiré a la polémica y el misterio que rodea el tercer secreto.

Antes de entrar en materia quiero hacer una precisión. Es cierto que el mensaje de Fátima no es Revelación pública. No es dogma de fe, y la Iglesia no OBLIGA a creer en Fátima, como obliga, por ejemplo, a creer en la Inmaculada Concepción de María. No se encuentran las apariciones de Fátima, u otras apariciones, en el Catecismo, porque con la muerte del último apóstol, San Juan, la Iglesia establece el fin de la Revelación pública en sus dos formas; la escrita (la Biblia) y la oral (la Sagrada Tradición). Hasta aquí la teoría.

En la práctica, sin embargo, no creer en el mensaje de Fátima es una señal muy clara de heterodoxia, y los que no creen, en mi experiencia, tampoco suelen creer en los dogmas. Esto será porque los católicos que no creen en Fátima parten de un prejuicio anti-sobrenatural. Les produce aversión hablar de milagros y apariciones, porque en el fondo su fe es puro racionalismo. Han “purificado” el Evangelio de cualquier fenómeno sobrenatural, siguiendo la tesis naturalista de Ernest Renan [1], que puso en duda todos los milagros del Señor, hasta la Resurrección. Es decir, los que muestran escepticismo hacía Fátima suelen mostrarlo también hacía los dogmas de la fe católica, y por tanto como herejes su opinión me importa muy poco. Me importa mucho más lo que piensan los sucesores de San Pedro, y desde Benedicto XV, el Papa reinante durante las apariciones, hasta Benedicto XVI, TODOS los Papas han dado credibilidad a Fátima, de manera oficial e inequívoca. Pío XI concedió indulgencias a los que peregrinaban al lugar. Pío XII fue un gran devoto, llegando a afirmar que “el momento de poner Fátima en duda ha pasado; ha llegado en momento de actuar.” Juan Pablo I peregrinó a Fátima antes de ser elegido Papa, y conoció personalmente a Sor Lucía. Es conocida la devoción que tenía Juan Pablo II, quien peregrinó tres veces a Fátima durante su papado.


Decir que no hay que creer en Fátima porque es una revelación privada no es del todo correcto. Fátima, aunque no pertenezca a la Revelación pública, tampoco es algo privado. Un mensaje tan público como Fátima no se ha conocido en los últimos siglos, porque su mensaje es universal y afecta a toda la Humanidad. Además, lo que distingue Fátima de cualquier otra aparición es que se predijo la fecha del Milagro del 13 de octubre. No conozco ningún caso similar en toda la Historia, en que una multitud de gente, con periodistas incluidos, se congrega para ver un milagro que ha sido anunciado de antemano, y luego el milagro ocurre tal y como se anunció. ¡Más público es imposible! Igual que se puede ser católico sin creer en la Sábana Santa, se puede ser católico sin creer en Fátima, pero como dice el P. Loring, uno de los mayores expertos el la Síndone; “no es un pecado contra la fe no creer en la Sábana Santa; es un pecado contra la ciencia, la historia y la inteligencia.” Creo que es difícil que una persona inteligente y sin prejuicios, después de analizar los hechos, no concluya que las apariciones de Fátima son auténticas. Decir que no crees en Fátima porque no es dogma de fe, es como decir que no crees en la batalla de la Somme por la misma razón.

La evidencia histórica deja poco lugar para la duda. El que investiga un poquito las apariciones sabrá que hay una montaña de testimonios a favor de su autenticidad. El Milagro del Sol ocurrió delante de unas 70.000 personas, incluidos escépticos que habían acudido para reírse de aquello. Un relato fidedigno del milagro fue publicado en primera página del periódico anticlerical “O Seculo”. Para hacerse una idea, es como si el periódico socialista y anticlerical, “El País” de España, publicara en portada un artículo sobre una curación milagrosa atribuida a la Virgen, dando testimonio a su veracidad. Todos sabemos que los medios anticlericales sólo hablan de la Iglesia para denostarla, y cuando tratan los milagros o la vida de los santos, es siempre con sorna, procurando sembrar escepticismo en los lectores. El artículo de “O Seculo” por sí solo debería ser suficiente para dar credibilidad a las apariciones.


Para que todo el mundo entienda de lo que tratamos cuando hablamos del tercer secreto de Fátima, podría resumir los hechos más destacados de la siguiente manera, en orden cronológico:
  1. El 13 de julio de 1917, en una pequeña aldea de Portugal llamado Fátima, la Santísima Virgen María da una revelación a tres niños pastores, Jacinta, Francisco y Lucía. [En la foto de arriba, Lucía está a la derecha] Esta revelación consta de tres partes, y la Virgen les dice que no las revelen hasta más adelante. Por eso se conocen como los tres secretos. El primer secreto es una visión del Infierno, el segundo es sobre la devoción al Inmaculado Corazón de María, y el tercer secreto es lo que nos concierne ahora.
  2. Los hermanos, Francisco y Jacinta, que son además primos de Lucía, mueren en olor de santidad poco después de las apariciones, por causa de la gripe española, en 1919 y 1920 respectivamente. Lucía ingresa en la orden del Carmelo, y muere en 2005, a la edad de 97 años. [2]
  3. En 1941, en su tercera memoria, Sor Lucía escribe los dos primeros secretos. Aún no revela la tercera parte, lo que ahora solemos llamar el “tercer secreto”, porque, según ella, el Cielo no se lo permite.
  4. En agosto de ese mismo año escribe su cuarta memoria, copiando las dos primeras partes del Secreto, y la primera frase de la tercera parte: “en Portugal el dogma de la fe será siempre preservado, etc.” De esta manera nos da una pista importante acerca de lo que trataba el tercer secreto; la pérdida de fe, la apostasía. Pero no nos adelantemos.
  5. En 1943 el obispo de Leiria (la diócesis donde se encuentra Fátima), Monseñor da Silva, le ordena que escriba la tercera parte, pensando que en cualquier momento puede morir sin revelarla. Pasan dos meses y Sor Lucía es incapaz de obedecer, debido a los ataques de angustia que la tarea le provoca. Finalmente, es solamente gracias a otra aparición de la Virgen, quien le asegura que es la voluntad del Cielo que escriba el secreto, que puede cumplir con la orden. Este detalle es importante, porque nos da una idea de lo espantoso que debe ser el mensaje. Escribe el tercer secreto y se lo entrega al obispo. Le dice que puede leerlo, pero el obispo se niega. [Ver foto abajo: Mons. Da Silva con el sobre que contiene el tercer secreto, fotografiado para la revista Life en 1949.]
  1. Ante la negativa de leer el secreto del obispo de Fátima, Sor Lucía le hace prometer que lo hará público en 1960, o tras la muerte de ella, lo que antes llegue. Cuando en 1955 el Cardenal Ottaviani, Prefecto del Santo Oficio, le pregunta el porqué de esto, Sor Lucía le contesta que en esa fecha “todo será más claro”. La fecha de 1960 es notoria, y son muchos las autoridades eclesiales que la confirman. Incluso Sor Lucía, en una entrevista con el Padre Fuentes en 1955 dice lo siguiente: “Padre, ¿cuánto tiempo queda para que llegue 1960? Será muy triste para todo el mundo… No puedo dar más detalles, porque aún es un secreto. Según la voluntad de la Virgen Santísima, sólo el Santo Padre y el obispo de Fátima tienen permiso para conocer el secreto, pero han elegido no conocerlo para no verse influenciados. De esta manera el tercer secreto de Nuestra Señora permanecerá un secreto hasta 1960.” La enorme expectación entre los católicos del mundo entero ante lo que ellos creían era la inminente publicación del tercer secreto en 1960, atestigua hasta qué punto era conocida esa fecha.
  2. En 1958 accede a la cátedra de San Pedro Angelo Giuseppe Roncalli, conocido como Juan XXIII. El 25 de enero de 1959 convoca el Concilio Vaticano II, por “inspiración divina” diría luego. [3] Forma una comisión preparatoria que trabajaría durante más de dos años en los documentos que habían de tratar en dicho Concilio. Después resulta que se tiraron todos los esquemas preparatorios a la basura en la primera sesión de trabajo, pero como se suele decir, “eso es otra historia”…
  3. En agosto de ese mismo año, 1959, le llevan a Juan XXIII el secreto en un sobre sellado a Castelgandolfo, la residencia papal de verano. Allí, según el testimonio de Mons. Capovilla, su secretario personal, Juan XXIII leyó el secreto, con la ayuda de un traductor, Mons. Tavares. Mons. Capovilla asegura que el sobre estaba sellado cuando Juan XXIII lo abrió, queriendo decir que nadie lo leyó desde que el obispo de Fátima, Mons. Da Silva, lo metió allí, ni siquiera el Papa Pío XII.
  4. Llega el año 1960, con el Concilio convocado, pero no inaugurado hasta 1962. Todo el mundo espera que el Papa dé a conocer el tercer secreto, pero para la enorme sorpresa y decepción del mundo católico, Juan XXIII anuncia que el secreto no tiene nada que ver con su pontificado y lo guarda en un cajón de la Santa Sede.
  5. Desde ese momento surge toda una serie de especulaciones sobre el tercer secreto de Fátima, y los pocos hombres que lo han leído nos dan pinceladas sobre su contenido. Todos los que han leído el secreto afirman que su mensaje es acerca del peligro de la apostasía.

  1. En 1981 un ex monje trapista, Laurence James Downey, que evidentemente no estaba muy bien de la cabeza, secuestra un avión, y exige que el Papa Juan Pablo II haga público el tercer secreto. Este acontecimiento rocambolesco sirve para ilustrar hasta qué punto la supresión del secreto causa inquietud en el mundo católico.
  2. Esta situación de confusión y misterio sigue hasta el año 2000, cuando por fin se anuncia que se va a revelar el tercer secreto. El Cardenal Sodano, Secretario de Estado, lee al mundo lo que, según el Vaticano, es el tercer secreto de Fátima. Posteriormente el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, junto con el Cardenal Bertone, posteriormente Secretario de Estado, dan su interpretación del secreto.
Hasta aquí el orden cronológico de sucesos.

El texto a continuación es lo que leyó el Cardenal Sodano, lo que casi todos hemos leído, el supuesto tercer secreto de Fátima, escrito a mano en cuatro folios por Sor Lucía:
Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.
Tuy-3-1-1944 .
La interpretación “oficial” a esta revelación es que el obispo vestido de blanco es el Papa Juan Pablo II, y la escena del martirio en la “gran ciudad medio en ruinas” representa el atentado sobre la vida de este Papa en Roma el 13 de mayo (la fecha de la primera aparición en Fátima) de 1981. Esta interpretación se nutre también de las palabras de Juan Pablo II, quien dijo en 1994 que “una mano materna guió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte.” Por esta razón, cuando peregrinó a Fátima ofreció a la Virgen la bala que le había herido, dándole gracias por haberle salvado la vida.

El Cardenal Sodano da una pauta sobre cómo interpretar la visión:  
no se describen en sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetizan y condensan sobre un mismo fondo, hechos que se extienden en el tiempo según una sucesión y con una duración no precisadas.
En esta línea, el Cardenal Ratzinger hace una lectura muy simbólica del secreto, diciendo que los cadáveres son los mártires de todo el siglo XX, y que la gran cruz sobre la colina representa el camino doloroso que ha recorrido la Iglesia, “el vía crucis de este siglo”. Es una interpretación muy poética, y si no se conociera nada más sobre Fátima, uno podría pensar que esto es todo, y que no hay más misterio. Fátima sería historia y su mensaje quedaría para los estudiosos de biblioteca. En palabras del Cardenal Sodano, “los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima, parecen pertenecer ya al pasado”. El Cardenal Ratzinger remacha:  
En la medida en que se refiere a acontecimientos concretos, ya pertenecen al pasado. Quien había esperado impresionantes revelaciones apocalípticas sobre el fin del mundo o sobre el curso futuro de la historia debe quedar desilusionado.

Una cosa es mostrar el debido respeto hacía las autoridades eclesiales, como se espera de cualquier católico, y otra cosa es ser tonto de remate. En mi opinión, hace falta saber muy poco de Fátima, o ser muy ingenuo, para creerse la versión oficial del tercer secreto. Aplicando un mínimo de sentido común y criterio analítico al asunto, se aprecia que hay un deliberado intento de tapar el verdadero mensaje de Fátima por parte de la jerarquía vaticana. Dicho de modo más castizo, aquí hay gato encerrado. En la segunda parte de este artículo veremos los problemas que plantean la versión oficial.

NOTAS

[1] Ernest Renan (1823-1892). Escritor, filósofo, historiador francés. Siguió la corriente racionalista y liberal, al contraponer el Jesús histórico al Jesús de los Evangelios, especialmente en su obra La Vie de Jesús. El Papa Pío IX le llamó “el blasfemo europeo”.


[2] Existe una teoría sobre dos Lucías de Fátima. Algunos creen que el Vaticano, con la intención de tapar la polémica sobre el tercer secreto de Fátima, sustituyó a la verdadera Sor Lucía por otra monja. El cambiazo ocurriría poco después del fatídico año 1960, cuando Juan XXIII decidió desobedecer las instrucciones del Cielo. Por obediencia obligarían a la impostora a decir lo que les convenía, mientras que la auténtica estaría recluida en un convento en algún rincón desconocido del planeta, sin posibilidad de comunicar con nadie. No puedo emitir ninguna opinión sobre esta teoría, por desconocer los detalles. Para los que deseen informarse, recomiendo la página www.traditioninaction.org Ellos dan muchos argumentos sobre esta teoría, a la que dan crédito.
[3] Antes de que lo hiciera Juan XXIII, convocar un concilio ecuménico fue una idea recurrente de Pío XI y Pío XII, ya que el Concilio Vaticano I se había cerrado en falso, por la invasión de los masones durante la unificación de Italia. Si se abstuvieron de hacerlo fue porque el virus del modernismo había infectado a tantos obispos que los resultados de un posible concilio serían imposibles de prever. Fue profética fue la respuesta del Cardenal Billot ante la sugerencia de Pío XI de convocar un concilio. Dijo el Cardenal: “Los peores enemigos de la Iglesia, los modernistas… se están preparando… para provocar una revolución en la Iglesia, como la de 1789”. Luego el Cardenal Suenens, uno de los personajes más influyentes del Concilio Vaticano II, diría exactamente esto: “El Concilio Vaticano II ha sido el 1789 en la Iglesia”. Hasta el Cardenal Ratzinger, el actual Papa Benedicto XVI, escribió en su libro Principios de la Teología Católica de 1987, que el documento conciliar Gaudium et Spes fue “un intento de reconciliación oficial con la nueva era inaugurada en 1789”.

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