Publicado el 15 de diciembre de 2013
Una mañana de la semana pasada en el coche se me ocurrió sintonizar la emisora radiofónica de la Conferencia Episcopal Española (CEE), llamada COPE. Es algo que no suelo hacer, por salud mental y espiritual, pero en ese momento Radio Clásica estaba torturando mis oídos con una obra vanguardista infumable, en que los “intérpretes” hacían ruidos parecidos a cuando se cae al suelo una estantería llena de trastos. Pero diez minutos de COPE bastaron. Decidí apagar la radio y disfrutar de un poco de silencio y de soledad, que nunca viene mal. Me quedé bastante preocupado con el estado lamentable de esta cadena, y en ese silencio y esa soledad hice una serie de reflexiones, que ahora quiero compartir con mis lectores.
Lo primero que escuché fue una entrevista con la sexóloga de COPE Murcia, una tal Mª José Hernández, que por lo visto tiene un espacio semanal en este programa. Temblé en anticipación de las tropelías que una sexóloga podía cometer en una radio supuestamente católica. No me defraudó la señora, quien habló de la terrible injusticia que supone regalar a los niños juguetes “sexistas”. Según esta “experta”, no hay que regalar pistolas y balones sólo a los niños, ni muñecas sólo a las niñas, porque fomenta “patrones machistas”. También dijo que hay que regalar juguetes que animan a que los varones se responsabilicen de las tareas domésticas, y que las mujeres trabajen fuera de casa. Mientras oía su discurso feminista pensé para mis adentros: “si le regalo a mi hijo una muñeca, me puedo imaginar donde me mandará metérmela.”
Luego recordé las navidades pasadas, cuando los Reyes Magos trajeron una cocinita a mis hijas. ¡Qué machistas son estos Reyes! ¿No les podían haber traído un disfraz de Batman o una metralladora, en vez de una cocinita? ¿Quieren estos Reyes perpetuar el sometimiento denigrante de la mujer al varón, fruto de la sociedad patriarcal cristiana? ¿Quieren los Reyes que mis hijas sean esclavas de sus futuros maridos, todo el día trabajando en la cocina, mientras que ellos están en el bar jugando a las cartas y emborrachándose? Si es que no, ¿acaso no saben que ahora las mujeres “profesionales” con carreras no tienen tiempo para cocinar, que existen las comidas precocinadas, y que lo único que hace falta en una cocina moderna es el microondas?
Tras la sarta de estupideces de la sexóloga, dieron paso a un espacio de “cultura”, donde hablaron, entre otras cosas, de la gira de Beyoncé y el nuevo disco de Britney Spears, del cual pusieron un extracto. Me entristece que una radio nominalmente católica dé publicidad gratuita a dos furcias como éstas. Sí, mido mis palabras. Son furcias satánicas, productos mediáticos de la élite anticristiana cuyo fin, aparte de ganar dinero, es pervertir la juventud. Si van a promocionar a “artistas” como éstas, ¿por qué no anuncian los horarios de las Misas Negras de cada localidad? Así conseguirían el mismo fin, pero con menos rodeos. Objetarán seguramente los muy católicos directivos de la COPE (todos en “plena comunión” con la Iglesia): “¡es cultura!”, “es lo que se lleva hoy en día”, “no podemos dar la espalda a lo que hay en el mundo”, bla, bla, bla.
A continuación, noticias deportivas, o lo que es lo mismo, er fúrbol. Apagué la radio desesperado y pensé: ¿para qué quieren los obispos una radio así? Y ojo, no oí nada sobre política. Mejor no entrar en ese campo, porque de todos es sabido el compadreo que tiene la COPE con el Partido Popular en el gobierno, un partido esencialmente liberal y abortista, que ahora, aparte de contribuir a la ruina y el desmembramiento de España, promueve el aberrosexualismo con nuestros impuestos. Igual hay algo que se me escapa, pero me parece que la sal de nuestros obispos se ha vuelto sosa, muy sosa. Hasta el punto que, con la exceptión del Angelus de las 12, ya NADA diferencia la COPE de sus competidores seculares.
Es posible que los obispos no estén al corriente de los contenidos de la COPE, y también es posible que estando al corriente les dé exactamente igual. En el primer caso, estaríamos hablando de la incompetencia y de una dejación de su ministerio episcopal. En el segundo caso, sería aún peor: la connivencia con el mal. En cualquier caso, hay un serio problema.
Otra pregunta que me hice a continuación es la siguiente: si la COPE es un ejemplo de cómo la CEE gasta el dinero que el Estado y los fieles donamos, ¿realmente debo en conciencia seguir contribuyendo económicamente a la Iglesia oficial en España? Hay organizaciones valiosas, plenamente católicas, a las que podemos dar nuestro dinero, sin que tenga que pasar por el filtro de la CEE, que, a juzgar por sus plataformas mediáticas, ha perdido completamente el norte. Cuando se acerque el momento de rellenar la declaración de Hacienda me voy a tener que pensar muy seriamente lo de la “X” [1]. De momento tengo claro que la religión que representa la CEE y su emisora COPE no es la misma que la mía. Si ellos se llaman católicos, yo debo ser otra cosa. De ahora en adelante no escucharé su basura. Es una promesa.
NOTAS
[1] Para los que no viven en España, en la
declaración anual de Hacienda, se da la opción de marcar con una “X” si
se quiere que el Estado destine un pequeño porcentaje de sus impuestos a
la Iglesia, sin coste para el contribuyente.
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