En esta cuarta y última parte de mi trabajo sobre la edad de la
Tierra ofrezco una lista de doce indicadores científicos que apuntan a
una Tierra joven. Ninguno de ellos demuestra con total certeza que la
Tierra tiene menos de 10,000 años, porque los evolucionistas han
encontrado "explicaciones" para las cosas más inverosímiles. Sin
embargo, si juntamos todos estos indicadores, tendremos un cuerpo
importante de evidencia a favor de una Tierra relativamente joven, al
menos en relación a los 4,500 millones de años que barajan los
evolucionistas. Si hablamos de ciencia, una persona racional tendría que
decantarse por el modelo que parece más plausible, según la evidencia
empírica. Es mi convicción, y de ello espero convencer al lector, que el
modelo de una Tierra joven es muchísimo más plausible que una Tierra de
miles de millones de años.
He procurado ordenar los indicadores
desde lo más lejano hasta lo más cercano. Por eso empiezo con el sol y
acabo con la civilización humana. La lista no es exhaustiva. Por
ejemplo, no he querido hablar del Big Bang ni meterme a considerar
cuestiones astronómicas, principalmente porque no me siento capaz. Sin
entrar en esa materia, es evidente que si todo el universo se hizo en
los seis días de la Creación, las teorías actuales sobre el Big Bang y
la posterior evolución de las galaxias y las estrellas son completamente
falsas.
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Pinus longaeva |
Además de las pruebas que presento, existe
evidencia negativa. Por ejemplo, el árbol más antiguo sobre el planeta es un
pinus longaeva
en California que tiene menos de 5,000 años de edad. Es decir,
empezaría a brotar justo después del Diluvio, hace unos 4,500 años. Se
ha calculado que el desierto del Sáhara, por su ritmo de crecimiento
anual, debe tener unos 4,400 años. ¿Por qué no es más antiguo? Se ha
calculado que el mayor arrecife de corral en el mundo, la Gran Barrera
de Corral en Australia, que está en continuo crecimiento, tiene unos
4,400 años. ¿Por qué no es más antiguo? Tampoco hay restos arqueológicos
de ciudades más antiguas que unos 3,000 años antes de Cristo. Si el
hombre inteligente ha existido sobre la Tierra anterior a ese tiempo,
sus huellas han sido totalmente borradas. Esta evidencia negativa no
demuestra nada en sí, pero es un problema para los evolucionistas que
insisten en que la Tierra es antiquísima y que el
homo sapiens ha vivido en ella desde hace un millón de años.
Todas estas pruebas dan por hecho el principio uniformitarista que,
como he explicado en la segunda parte de este trabajo, rige el
pensamiento evolucionista. Si hay que guiarse por la premisa de que "el
presente es la clave del pasado", los fenómenos que a continuación
describo no permiten una Tierra de miles de millones de años. Si los
evolucionistas objetan que este principio uniformitarista no se tiene
que aplicar necesariamente a
todo lo que hoy
observamos, estaría de acuerdo. Pero si eso es verdad, ¿por qué cuando
les conviene, la premisa uniformitarista se convierte en una ley
inviolable?
O todos moros, o todos cristianos. Si el principio
uniformitarista ya no vale, habría que reescribir toda la ciencia
moderna de la geología, y reexaminar seriamente sus conclusiones sobre
la edad de la Tierra. Y si sigue siendo válido el principio
uniformitarista, los fenómenos que voy a exponer suponen un gran
problema para una Tierra de miles de millones de años.
LA TIERRA NO PUEDE TENER MILES DE MILLONES DE AÑOS
PORQUE...
1. El sol se está calentando
El sol produce energía mediante
la conversión termonuclear del hidrógeno en helio. Suponiendo que el sol
tiene una edad de 5,000 millones de años, con el tiempo este proceso le
causaría cambios, uno de los cuales sería un aumento de la luminosidad.
Si, según los evolucionistas, la vida en la Tierra se originó hace unos
3,800 millones de años, sería con un sol un 25% menos luminoso que
ahora. Es difícil de imaginar cómo con un sol tan frío, podría surgir la
vida en la Tierra. Los paleoclimatólogos generalmente creen que la
Tierra ha gozado de un clima benigno y bastante estable durante los
últimos 3,800 millones de años, pero esto no concuerda con los cambios
que necesariamente habría sufrido el sol durante ese tiempo. Si el sol
tuviera una luminosidad un 25% menor que ahora, la temperatura media de
la Tierra, que ahora está en 15 grados centígrados, sería de unos
3 grados bajo cero. Difícilmente la vida se hubiera desarrollado si la Tierra fuera una gran bola de hielo.
2. La luna se aleja de la Tierra
Se
sabe que actualmente la luna se aleja de la Tierra en unos 4
centímetros anualmente, debido a las fuerzas centrifugales de las
mareas. En comparación con los 384,000 kilómetros que ahora separan la
Tierra de la luna, puede parecer muy poco, pero si esto se multiplica
por los millones de años que nos dicen los evolucionistas que lleva
allí, tenemos un serio problema. Además, si antes la luna estaba más
cerca, la velocidad de recesión necesariamente era más grande, porque el
efecto gravitacional de un objeto aumenta en una proporción inversa al
cuadrado de la distancia. Con la desaceleración de la recesión de la
luna, se puede calcular que hace 1,200 millones de años estaría tocando
la Tierra. Evidentemente la Tierra y la luna no se pueden acercar tanto,
porque la luna no aguantaría el efecto gravitacional y se rompería. Hay
lo que se denomina el
límite Roche, que para la luna sería
unos 18,000 kilómetros. En todo caso, según los cálculos físicos, la
luna no puede tener más de unos 1,183 millones de años. Faltan unos
3,400 millones de años para los evolucionistas.
Esto es sin tener en cuenta el efecto de gravedad de la luna sobre la Tierra. Con una luna a la distancia del
límite Roche,
20 veces más cerca que ahora, las mareas serían 400 veces más fuertes.
Serían realmente catastróficas, capaces de anegar toda la superficie
terrestre dos veces al día, lo que haría imposible el desarrollo la vida
en la Tierra.
3. El campo magnético de la Tierra se debilita
La fuerza del
campo magnético de la Tierra se midió por primera vez en 1829. Desde
entonces, se ha debilitado un 7%. Aplicando la lógica uniformitarista,
hace miles de millones de años la Tierra hubiera tenido un campo
magnético de una fuerza descomunal, incompatible con las leyes de la
física. El primero en publicar esto fue un físico creacionista,
Thomas Barnes,
en 1971. [1] Barnes habló de un "debilitamiento libre" del campo
magnético, debido a la resistencia eléctrica del núcleo terrestre. El
arqueomagnetismo,
una disciplina nueva que estudia el magnetismo de artefactos
arqueológicos, como ladrillos y alfarería, ha determinado que el campo
magnético de la Tierra era un 40% más fuerte en el año 1000 d. de C. y
que ha bajado a un ritmo constante desde entonces. En los años ´70 los
creacionista hicieron un cálculo basado en la extrapolación de esos
datos, y concluyeron que si la caída había sido constante, el campo
magnético no podía tener mas de 10,000 años.
Sin embargo, la cosa
no era tan sencilla, porque mediante el análisis de ciertas rocas ígneas
se demostró que el campo magnético se había invertido varias veces en
el pasado. Al enfriarse y solidificar, los óxidos de hierro contenidos
en dichas rocas se alinean según el campo magnético en ese momento. Se
ha descubierto que durante el tercer milenio antes de Cristo la fuerza
del campo magnético fluctuó enormemente, hasta estabilizarse alrededor
de los tiempos de Nuestro Señor, tal y como enseña el gráfico.
Una teoría, propuesta por
Russell Humphreys en 1986
[2], dice que las fluctuaciones tan notables que se ven en el gráfico
fueron causadas por el Diluvio. En el año del Diluvio el campo magnético
se invertiría muchas veces, casi una vez cada semana, y luego seguiría
inestable durante varios siglos posteriores, pero esto no alteraría la
tendencia general al debilitamiento, como se ve en este gráfico.
Humphreys hizo una predicción: si su teoría era cierta, las
inversiones magnéticas tendrían que observarse en capas de rocas que
tardaron sólo unos días en enfriarse y solidificar. Habría que observar,
por ejemplo, como en una capa fina de lava, la parte superior se
solidificó cuando la Tierra tenía el campo magnético en una dirección, y
como la parte justo abajo se solidificó poco después, cuando ya se
había invertido. Esta predicción se cumplió tres años más tarde, cuando
Coe y Prévot
encontraron una fina capa de roca ígnea, que tuvo que enfriarse en un
espacio de 15 días, con sucesivas inversiones magnéticas de 90 grados.
Dicho descubrimiento fue publicado en la revista
Nature en 1995. [3]
Hasta
la fecha los evolucionistas siguen diciendo que la caída en la fuerza
del campo magnético de la Tierra que observamos hoy es un fenómeno que
se repite cíclicamente. Pero son incapaces de explicar cómo el campo
magnético de la Tierra puede invertirse cada x millones de años, a la
vez que mantiene tanto tiempo su fuerza.
4. Se encuentra carbono-14 en los diamantes
El
carbono 14 es un elemento muy inestable que con el tiempo se convierte
en nitrógeno. Igual que expliqué en la tercera parte de este trabajo,
dedicada a los métodos de datación radiométrica, sabiendo que tiene una
semivida de unos 5730 años,
en teoría se puede calcular
la antigüedad de una muestra de materia orgánica por el carbono 14 que
aún contiene. El problema para los evolucionistas es que cada fosil que
se ha analizado contiene cantidades perceptibles de cabono 14, lo cual
debería ser imposible si tienen más de 57,300 años (el equivalente de 10
semividas).
No sólo se ha encontrado carbono 14 en fósiles que
supuestamente tienen millones de años, sino también en carbón, petróleo y
hasta diamantes. Esto no es un secreto creacionista, ya que ha sido
ampliamente publicado en revistas evolucionistas, en que las anomalías
se achacan siempre a contaminaciones. Sin embargo, aunque teóricamente
alguna materia orgánica más reciente podría contaminar una muestra de
carbón o de petróleo, es imposible que esto ocurra con el diamante. El
diamante es la sustancia más resistente en la Tierra, totalmente
impermeable a cualquier contaminación exterior de carbono 14.
Científicos evolucionistas han confirmado que la edad de los diamantes,
según el método de datación del carbono 14, es de unos 55,000 años. [4]
¡Menudo contraste con los 100 millones de años que dicen los manuales de
geología!
5. El petróleo subterráneo aún tiene presión
El
petróleo que se encuentra a varios kilómetros de profundidad, si
realmente se formó hace millones de años, no debería tener la inmensa
presión que tiene actualmente, porque hubiera perforado las rocas que lo
rodean y se hubiera filtrado hace mucho tiempo.
6. Los mares no contienen suficiente sedimento
Se
ha calculado que cada año unos 20,000 millones de toneladas de
sedimentos son depositadas en el fondo de los océanos del planeta. [5]
La mayor parte de estos sedimentos se acumula cerca de los continentes.
Debido al movimiento de la placas tectónicas se pueden perder hasta
1,000 millones de toneladas anualmente, pero la ganancia neta es de
19,000 millones de toneladas. A este ritmo, si los océanos tienen más de
3,000 millones de años, como nos suelen contar, habría una capa de
varios kilómetros de profundidad en los suelos oceánicos. Sin embargo,
la capa no llega a más de 400 metros como media [6], una cantidad de
sedimentos que se alcanzaría en 12 millones de años al ritmo actual. Si
tenemos en cuenta que un Diluvio Universal depositaría una cantidad
ingente de sedimentos en muy poco tiempo, este dato es perfectamente
compatible con una Tierra joven, de unos 6,000 años de edad. Con una
Tierra de 4,500 millones de años, no.
7. Los mares no contienen suficiente sal
Actualmente un 1%
del peso de toda el agua marina del mundo es sal. Esta sal llega a los
océanos por los ríos que erosionan las rocas a su paso, por el fondo
marino y por la actividad volcánica. Los océanos también pierden sales
mediante la evaporación y el viento, pero esta pérdida equivale a sólo
el 27% de la sal que ganan anualmente, de modo que su índice de salinidad
aumenta constantemente. Si partimos de la premisa uniformitarista que el
pasado se puede explicar a la luz de lo que observamos hoy, esto quiere
decir que podemos ponerle una fecha tope a la edad de los océanos. Esto
es precisamente lo que hizo
Edmund Halley, conocido
por el cometa que lleva su nombre, en 1715.
Todos los cálculos que se
han hecho siguiendo este método dan una fecha muy por debajo de los
4,500 millones de años que ahora se barajan. En 1990
Austin y
Humphreys
[7] dieron como fecha tope 62 millones de años. Es decir, los océanos
podrían ser mucho más recientes que esa edad, pero no más antiguos.
Teniendo en cuenta la enorme cantidad de sodio que se añadiría a los
oceános durante un Diluvio Universal, este estudio concluye que la
cantidad actual de sal en los océanos y su ritmo de salinización se
ajustan a la fecha bíblica de 6000 años para la edad de la Tierra.
8. Hay tejidos blandos en huesos de dinosaurios
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Tejidos blandos en un hueso de tiranosaurio, que supuestamente tiene 70.000.000 de años |
Según todas las leyes observables de la química, los tejidos orgánicos
deben descomponerse en menos de 10,000 años, en el mejor de los casos.
Huesos de dinosaurios, que supuestamente tienen más de 70 millones de
años no pueden tener tejidos blandos por dentro, menos aún células
sanguíneas que preservan su elasticidad. Y sin embargo, es así. Ver este artículo mío sobre el tema.
9. Los amino-ácidos de "millones de años" no tienen racemización
Los
amino-ácidos, los componentes básicos para todo tipo de vida, existen
naturalmente en dos formas, una la imagen en espejo de la otra. Esta
doble orientación, que se llama quiralidad, tiene una peculiaridad: los
amino-ácidos que forman las proteínas de los seres vivos son todos
"zurdos". Al morirse un organismo, los amino-ácidos que lo componen
empiezan a volver a la proporción 50% zurdos, 50% diestros, propia de la
materia inorgánica. Por cierto, este hecho es otra razón que contradice
la superstición de la
abiogénesis, la aparición de la vida de
la no-vida. Los experimentos para "demostrar" que el origen de la vida
fue fruto de una combinación aleatoria de químicos dentro de un caldo
primordial, consiguen siempre una mezcla 50/50 de amino-ácidos zurdos y
diestros. Es decir, una mezcla inviable para la vida.
El proceso por el que los amino-ácidos zurdos en un ser vivo, tras la
muerte vuelven a una proporción 50/50, se llama racemización, y se
puede utilizar como método de datación. Sabiendo el ritmo de
racemización, que varía con la temperatura, y analizando la quiralidad
en un momento dado, se puede calcular el tiempo que lleva muerto un
organismo. Los científicos evolucionistas fijan un límite absoluto de
unos 20 millones de años para la racemización, y lo normal es que mucho
antes de ese tiempo se habrá alcanzado. [8]
Hasta aquí todo bien,
pero las anomalías abundan. Por ejemplo, una capa de sílex, un tipo de
cuarzo, encontrado en Suráfrica, llamado el
Fig Tree Chert, que supuestamente tiene 3,000 millones de años, contiene
solamente amino-ácidos zurdos. Los esquistos bituminosos, rocas metamórficas empapadas en petróleo, en
Green River, Wyoming, EEUU, que se fechan en 60 millones de años, no han alcanzado la racemización.
Larry Helmick
ha encontrado varios sedimentos del precámbrico y del mioceno (según
los evolucionistas, con una edad de 1,200 millones y 30 millones de años
respectivamente) que solamente contienen amino-ácidos zurdos. [9]
10. La especie humana no podría durar tanto
El geneticista
John Sanford ha inventado el término
entropía genética
para referirse a la degeneración genética que sufrimos no sólo los
seres humanos sino todos los seres vivos. Al replicarse las moléculas de
ADN ocurren fallos (o mutaciones), que con el paso de las generaciones
se van acumulando. En su libro
Genetic Entropy [10] explica que
este proceso degenerativo demuestra que el ser humano, lejos de mejorar
por una supuesta evolución, va cuesta abajo hacía la extinción. Hay un
límite al tiempo que puede durar esta degeneración. Está claro que al
ser humano le queda poco; Sanford habla de siglos, no millones de años.
Igualmente, se puede extrapolar hacía atrás y entender que el origen del
ADN humano no fue hace tanto.
Somos como una fotocopia de una
fotocopia de una fotocopia, etc. Con cada generación perdemos algo de la
perfección biológica que tenían nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Si el hombre existiera desde hace un millón años, según Sanford, hoy
estaría completamente discapacitado en todas sus funciones vitales. La
carga genética, tras tantas mutaciones dañinas, haría imposible la
superviviencia.
11. El hombre convivió con los dinosaurios
Nos
educan desde pequeños a creer que los dinosaurios se extinguieron hace
muchísimos millones de años, y que por tanto nunca convivieron con el
hombre. Sin embargo, si creemos que Dios hizo todas las criaturas en los
primeros seis días de la Creación, como han creído los católicos desde
siempre, es inevitable que el hombre y los dinosaurios coexistieron,
aunque luego éstos se extinguieran. ¿Hay alguna prueba de que esto es
así?
Hay una montaña de pruebas, pero son
sistemáticamente ignoradas por los que defienden el paradigma
evolucionista. Lo que hay que tener en cuenta es que la palabra
"dinosaurio", que significa
lagarto temible, fue inventada en 1842 por el biólogo inglés,
Sir Richard Owen. En
el siglo XIX, con el nacimiento de la paleontología, los naturalistas
victorianos empezaron a descubrir fósiles de animales gigantes y hubo
que ponerles nombre. Cuando los llamaron dinosaurios no sabían que en
realidad ya tenían muchos nombres, de tiempos remotos cuando aún vivían
entre los hombres; el más conocido sin duda era
dragón.
Hay
varias fuentes de evidencia a favor de la conviviencia entre
dinosaurios y hombres: la documental, la arqueológica y la
antropológica. Empecemos por la documental.
- Creo que la Biblia habla en varios sitios de dinosaurios. Por ejemplo, el "behemot" que se describe en Job 41: Ahí
está el behemot: yo lo creé, lo mismo que a ti. Come hierba, como el
buey. Su fuerza está en sus lomos; su vigor, en los músculos de su
vientre. Mueve su cola semejante al cedro, y los nervios de sus muslos
están entretejidos.
- Herodoto, en el siglo V antes de Cristo, describe una especie de serpiente voladora, "con alas sin plumas, como un murciélago."
- Al regresar de sus conquistas en la India, Alejandro Magno
habló de una serpiente gigante que vivía allí en una cueva y era
adorada por la gente como si fuera un dios. Uno de sus generales afirmó
que el rey indio, Abisarus, poseía dragones de hasta 70 metros de largo.
- Plinio el Anciano (23 a.C.-79d.C.), uno de los primeros naturalistas de la Historia, escribió sobre dragones en el libro VIII de su Naturalis Historia.
El contexto no es mitológico, sino una descripción de animales que
existían en su época. Tras describir serpientes y cocodrilos, habla de
dragones en la India que luchan con elefantes, y que son capaces de
chuparles toda su sangre. Menciona dragones en Etiopía que alcanzan 10
metros de largo, otros que pueden tragar un toro de un bocado, y hace
referencia a un general romano, Attilius Regulaus, que durante la guerra con Cartagena atacó un monstruo de 40 metros de largo.
- San Juan Damasceno,
Padre de la Iglesia, escribe en el siglo VIII sobre los dragones.
Insiste en que sólo son animales, y critica las creencias supersticiosas
que atribuyen poderes mágicos a estas criaturas. Escribe: los
dragones son serpientes [reptiles], nacidas de otras serpientes. Cuando
acaban de nacer y son jóvenes, son pequeños; pero al madurar y crecer,
llegan a ser tan grandes que exceden a todas las demás serpientes en
longitud y tamaño. Se cuenta que crecen hasta alcanzar 30 cúbitos [15
metros].
- En su obra, Los Viajes de Marco Polo,
publicada en el año 1300, el famoso explorador veneciano describe unas
"enormes serpientes" que vivían en una región llamad Karazán. Escribe
que tenían unos 10 metros de largo, ojos gigantes, patas delanteras
pequeñas con tres garras, dientes afiladísimos, y que comían a los
hombres enteros. También cuenta que en China, en ocasiones especiales el
carro imperial era tirado por dos dragones.
- En 1664 un jesuita alemán, Athanasius Kircher, publicó un libro con el sugerente título, De Draconibus.
Según se desprende de su obra, en el siglo XVII ya era muy raro ver
dragones, sobre todo en zonas más civilizadas, pero aún se conocían
casos. El jesuita abre su tratado de esta manera: Hoy hay gran
debate entre los escritores sobre los dragones: ¿existen realmente este
tipo de animales en la naturaleza, o se encuentran sólo en fábulas y
cuentos? Yo también estuve perplejo durante mucho tiempo, sin decidirme
por una opción u otra. Finalmente, tuve que descartar mis dudas; lo cual
hice gracias no sólo a pasajes de diversos autores, sino también a testigos oculares fiables.
- Bill Cooper, en su libro After the Flood,
ha recopilado una lista de casos históricos de dragones o reptiles
gigantes avistados en los últimos siglos, 81 tan solo en las Islas
Británicas.
Las pruebas arqueológicas a favor de la
coexistencia del hombre y los dinosaurios son interesantísimas, y están
distribuidas a lo ancho del planeta. Quizás la forma más amena de
presentar esto es con imágenes.
|
La imagen de un stegasaurus en el templo de Ta Prohm, Angkor, en Cambodia, siglo XII. |
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Un brontosaurus en una cueva de Utah EEUU, dibujado entre 1000 y 1500 d. C. por los indios anasazis. |
|
Un tiranosaurio en una piedra funeraria de los incas, entre 500-1500 d.
C. Se han recuperado literalmente cientos de estas piedras, con dibujos
de dinosaurios. |
|
Varios diplodocus en la tumba del obispo Richard Bell, fallecido en 1496, en la catedral de Carlisle, País de Gales. |
Hasta el siglo XIX y el nacimiento de la paleontología, a nadie se le
ocurría excavar en la tierra en busca de fósiles. Por lo tanto, si los
pueblos antiguos de los cinco continentes conocían el aspecto de los
dinosaurios, y así lo atestiguan múltiples artefactos, debe ser porque
los habían visto con sus propios ojos.
Las pruebas antrolpológicas
son las leyendas e historias que existen en prácticamente todas las
culturas sobre dragones y monstruos parecidos. Pensemos por un momento;
tenemos a un santo mata-dragones. ¿O qué sería lo que mató
San Jorge? ¿Una culebra? ¿Un lagarto gigante? Seamos serios. La leyenda de
Beowulf
podría perfectamente tratar de un dinosaurio especialmente feroz, y
tantas historias parecidas. Si son pura mitología, es demasiado
casualidad que desde China hasta Mexico hay leyendas de estas criaturas.
¿No sería más lógico pensar que existieron hace no tanto tiempo?
Una
consideración final que me parece muy interesante es el fuego que se
supone escupían los dragones por la boca. No hay manera de saberlo a
ciencia cierta, pero no es descabellado imaginar que corresponde a una
realidad biológica. El
escarabajo bombardero usa un
mecanismo de defensa parecido a pequeña escala, con una mezcla ingeniosa
de químicos en su interior. [11] Al fosilizarse los dinosaurios, los
restos blandos de un mecanismo así difícilmente se conservarían, por lo
que nadie se habría percatado de ello.
12. No cabríamos en el planeta
Los
evolucionistas creen que el hombre en su "estado evolutivo actual"
lleva casi un millón de años en la Tierra. Esto no es verosímil porque
de ser así, literalmente no cabríamos en el planeta. Desde el principio,
aún sin los beneficios de la tecnología que tenemos ahora, el hombre no
tenía depredadores naturales. Así lo dispuso Dios; el hombre es el rey
de la Creación. Algunos animales (leones, osos, dinosaurios, etc.) le
podían suponer una amenaza esporádica, pero viviendo en comunidad, el
hombre era casi invulnerable. Más bien al revés; el hombre era una
amenaza para otros animales depredadores, que solían extinguirse de
zonas donde había núcleos cercanos de población humana. El hombre tiene
la característica de extenderse y "llenar la Tierra", tal y como Dios le
mandó hacer. Mientras hay territorio disponible, no hay límite a la
población.
Es simplemente cuestión de matemáticas. Podríamos
compararlo a los cultivos de bacteria que se hacen en una placa de
petri; mientras aún caben en la placa, cada x tiempo su población
doblará. Sabiendo el tiempo necesario para que doble su población, se
puede calcular cuanto tiempo tardarán en llenar la placa. Aún hay tierra
cultivable en el planeta, sin hablar de las mejores en las técnicas de
producción de alimentos, por lo que la población humana no ha llegado a
su límite. Si partimos de un número determinado de personas, y damos por
hecho una tasa mediana de crecimiento, podemos calcular fácilmente
cuánto tiempo tardarían en llegar a la población actual.
Intentaré
resumir cómo se hacen los cálculos matemáticos para el crecimiento
demográfico. [12] Podríamos comparar una población con el interés sobre
una cantidad de dinero, con la salvedad de que el dinero (sobre todo hoy
en día) tiene un valor totalmente relativo, y con la inflación cada vez
vale menos. Pero si imaginamos que tenemos 200 euros en el banco y nos
dan una tasa de 1% interés anual, con ese ritmo de crecimiento, ¿cuánto
tendremos al cabo de un año? La respuesta es 200 × 1,01 = 202. Ahora
bien, si esta cantidad aumenta 1% dos años consecutivos, ¿cuánto dinero
tendremos? 200 × 1,01 × 1,01 = 200 × 1,01
2 . En general, con x años tenemos:
200 × 1,01x Si el aumento es de 0,5%, la expresión sería
200 × 1,005x, etc.
¿Y
cuál es el aumento anual actual de la población? En los países
desarrollados, a pesar de una medicina eficiente, el aumento es menor de
0,5%, mientras que en los países sudamericanos o africanos, con todas
las guerras y una tasa de mortalidad infantil altísima, es
aproximadamente 3%. Estos datos dan al traste con el argumento
evolucionista de que antes, en la imaginaria "pre-historia", la
población humana no pudo crecer, debido a las muertes violentas por
guerras y la falta de higiene y conocimientos médicos.
Con un aumento del 1%, ¿cuántos años se necesitan para doblar la población? Nada más que 70, porque 1,01
70
= 2,00676. Si partimos de las seis personas en edad fértil (los tres
hijos de Noé y sus respectivas mujeres) que salieron del Arca después
del Diluvio, ocurrido aproximadamente hace unos cinco mil años, ¿cuántas
veces es necesario que doble la población para llegar a aproximadamente
seis mil millones y medio de personas actuales? Pues nada más que unas
treinta veces, porque
6 × 2 a la potencia 30 = 6,442,450,944.
El crecimiento exponencial de la población humana mundial queda claramente reflejado en este gráfico:
Sin embargo, los evolucionistas quieren que creamos que la población
humana mundial se mantuvo totalmente congelada entorno al millón de
personas durante casi un millón de años; que luego, hace unos 5,000 años
de repente despegó; y que desde entonces ha crecido de manera
exponencial. ¡Hagamos los cálculos! Si suponemos que durante un millón
de años ha habido un ritmo de crecimiento de tan sólo 0,01%, que
significa que la población ha doblado cada 7,000 años, un crecimiento
paupérrimo, quiere decir que el número de personas en el mundo hoy
tendría que ser 10 a la potencia 43; es decir, ¡un 10 con 43 ceros
detrás!
Los evolucionistas hablan de una "edad de piedra" que duró
unos 100,000 años, antes de las primeras civilizaciones basadas en la
agricultura. Como acabo de explicar, esto no cuadra con los ritmos de
crecimiento demográfico, pero hay otro problema:
¿dónde están todos los cadáveres? Si hasta los hombres que llaman "neandertales", supuestamente una versión más primitiva del
homo sapiens, enterraban a sus muertos, deberíamos encontrar tumbas por doquier. De nuevo vamos a hacer un poquito de matemáticas.
Vamos
a dar por bueno el dato de una población media de un millón (su
estimación más baja), y vamos a multiplicar. Con una esperanza de vida
entorno a 25 años, tendríamos que tener 4,000 millones de cadáveres por
el mundo de ese periodo. Han encontrado bastantes tumbas antiguas, pero
nada en comparación con las que deberían existir. El mundo tendría que
estar rebosante de tumbas neolíticas y sus artefactos. ¡Tendría que
haber una tumba por jardín!
En resumen, el ritmo de crecimiento
demográfico casa perfectamente con la cronología bíblica, mientras es
absolutamente incompatible con la cronología evolucionista.
NOTAS
[1] Barnes, T. G. "Decay of the earth's magnetic moment and the geochronological implications,"
Creation Research Society Quarterly 8 (June 1971) 24-29.
[2]
Humphreys, D. R. "Reversals of the earth's magnetic field during the
Genesis flood", Proceedings of the First International Conference on
Creationism, Vol. II, 1986, 113-126.
[3] S.A. Austin and D.R. Humphreys,
The sea´s missing salt: a dilemma for evolutionists, Proceedings of the Second International Conference on Creationism, Vol. II, pp. 17–33, 1990.
[4] R. E. Taylor and J. Southon, “Use of Natural Diamonds to Monitor 14C AMS Instrument Backgrounds,”
Nuclear Instruments and Methods in Physics Research B 259 (2007): 282–287.
[5]
John D. Milliman and James P. N. Syvitski, “Geomorphic/Tectonic Control
of Sediment Discharge to the Ocean: The Importance of Small Mountainous
Rivers,”
The Journal of Geology 100 (1992): 525–544.
[6]
William W. Hay, James L. Sloan II, and Christopher N. Wold, “Mass/Age
Distribution and Composition of Sediments on the Ocean Floor and the
Global Rate of Sediment Subduction,”
Journal of Geophysical Research 93, no. B12 (1998): 14,933–14,940.
[7]
R.S. Coe, M. Prévot and P. Camps, "New evidence for extraordinarily
rapid change of the geomagnetic field during a reversal",
Nature 374(6564):687–692, 1995.
[8] Krenvolden,
et al, ‘Racemization of Amino Acids in Sediments from Saranich Inlet, British Columbia’,
Science, Vol. 169, septiembre 1970, pp. 1079–1082.
[9] L. Helmick, ‘Origins and Maintenance of Optical Activity’,
Creation Research Society Quarterly, Vol. 12, diciembre 1975, pp. 156–164.
[10] 2005, www.amazon.com/Genetic-Entropy-Mystery-Genome-Sanford/dp/1599190028
[11] Ver
un excelente trabajo de
Juan Carlos Monedero sobre este bicho fascinante.
[12] Agradezco a
Milenko Bernadic su ayuda con las matemáticas.